Capítulo 1: Un mes.

Ante la decepción en los ojos de la mujer, Anna soltó un suave suspiro y negó con la cabeza lentamente.

―Podría hacerle frente a Mikaela señora Aidée, pero le recuerdo que su excelencia no estaba muy de acuerdo con mi contratación, así que prefiero no causar problemas… ―

―Anya ―la llamó la mujer con un tono más suave

―De verdad, no quiero causarle problemas señora Aidée ―dijo Anna acercándose a la mujer ―Usted ha sido muy amable conmigo, pero, me temo que, si hago frente a esas chicas, su excelencia podría enojarse con usted ―

―Oh, no, eso no importa Anya, las amantes de su excelencia son unas estúpidas, creen que teniendo su favor pueden terminar echándote del palacio y quedarse con tu puesto ―gruñó Aidée ―Las muy tontas, han trabajado aquí por años y desde que el joven Zeth volvió, jamás les ha dedicado una sola mirada ―

―Espere, ¿sus amantes? Pensé que su excelencia tenía una compañera ―

―Y la tiene, pero a su excelencia no le interesa ―dijo Aidée con decepción ―Prefiere tontear con las criadas o irse al distrito del placer ―

―Nunca lo he visto tontear con nadie… ―

―Su excelencia es discreto, ciertamente nadie lo ha visto, pero el sufrimiento de nuestra señora es muy real Anya, ella vive en un dolor constante, incluso, ha intentado quitarse la vida muchas veces por culpa de aquel sufrimiento ―

―Lo lamento, no tenía idea ―dijo Anna apenada ante el tono indignado de la mujer ― ¿Es por eso por lo que nunca la he visto en el palacio? ―

―Nuestra señora no vive aquí, no sé muy bien el por qué, pero se dice que es porque no pudo soportar ver el rostro de su excelencia tras haberle negado el rechazo ―

―Vaya, no lo sabía… ―

― ¿De dónde me dijiste que vienes? ―preguntó Aidée frunciendo el ceño ―Me cuesta creer que no sepas nada de lo que sucede en este palacio ―

―Provengo de Armería señora, pero, mis padres solían viajar mucho ―dijo Anna encogiéndose de hombros ―Sin embargo, al escuchar los rumores de que pronto tendríamos un nuevo rey, ambos decidieron venir a vivir a Arcadia ―

―Pues llegaron justo a tiempo, mi pobre hijo no ha podido entrar a la isla por el maldito estado de alarma ―dijo Aidée con pesar ―Aunque, si te soy sincera, me alegra que este estado sea porque se llevaron a nuestro rey ―

―Pero señora, ¿cómo puede decir eso? ―preguntó Anna fingiendo terror ante su declaración

―No me hagas mucho caso, pero, se dice que nuestro rey estaba siendo envenenado por su propio hermano, así que, sinceramente, me alegra que nuestro rey haya sido sacado del palacio, ese cuento de que Maoz perdiera la cordura hace diecisiete años, nadie se lo cree ―dijo Aidée frunciendo el ceño ―El único problema, es que nadie se atreve a desafiar a sus excelencias, así que, si me lo preguntas a mí, el hombre que se encuentra en la mazmorra prohibida no es nada más que un héroe ―

― ¿En la mazmorra prohibida? ―preguntó Anna con interés

Al darse cuenta de lo que había dicho, Aidée negó con la cabeza y se apresuró a empujar a la joven hacia los baños.

―Anda, ve a ducharte, apestas ―dijo Aidée ―Te traeré una toalla y un uniforme limpio ―

―Se lo agradezco señora ―dijo Anna dirigiéndose directamente a las duchas

Mientras se quitaba la ropa, Anna hacía todo lo posible para no vomitar, pues el olor de sus ropas comenzaba a provocarle arcadas.

―Debo recordar ir a limpiar ese baño si esas brujas van a seguir molestándome con eso ―dijo en un susurro mientras abría la llave del agua

“Cariño, perdóname por no haberte avisado antes, me entretuve con Aidée” ―le dijo a Dante por medio del enlace

“No te preocupes nena, ¿todo bien?”

“Más que bien, creo que ya descubrí dónde tienen a papá”

“¿De verdad? ¿¡Dónde está!?”

“Aidée dijo que, al hombre que había logrado sacar al rey del palacio, lo mantenían en la mazmorra prohibida”

“¿Te dijo dónde está?”

“No, en realidad, ella habló sin pensar”

“Está bien cariño, no te preocupes, buscaré información por mi cuenta, debo dejarte, te veré esta noche en la finca, ¿está bien?”

“Vale, te estaré esperando”

“Te amo Anna”

“Yo también te amo Dante”

Una vez que el enlace con su compañero terminó, Anna suspiró con tristeza.

Ocultar su relación había sido una tortura para ambos, sin embargo, justamente por eso, era por lo que había sido aceptada en el palacio.

Mientras que Arioch se mostraba reticente de aceptar nuevos empleados debido a la desaparición del rey, Mendel se mostraba ansioso por tener más juguetes, por lo que Aidée, se aprovechó de eso.

En el palacio, corrían los rumores de que Arioch Nicolaou y su guardián, Mendel, eran unos mujeriegos de primera.

Si bien durante su estancia en Interlunio, Anna jamás había sido testigo de aquello por parte de Arioch, tampoco era que tuviese muchas dudas.

Las criadas de aquel hombre, se creían las dueñas del lugar, se pavoneaban por los pasillos y apenas y cumplían con sus deberes, incluso, se las ingeniaban para que otros trabajadores hicieran sus tareas por ellas.

Aunque, según Aidée, aquello había cambiado recientemente tras el regreso de Zeth al palacio.

Según lo que se le había contado, todas las criadas del palacio comenzaron a trabajar arduamente para poder convertirse en la criada personal de Zeth, lo que, de alguna forma, las acercaría al futuro rey, pues según lo que se decía, él tomaría una compañera elegida para poder acelerar el proceso de su coronación, pues Arcadia, no podía seguir sin un rey.

Así que, según sus creencias, estar cerca de Zeth les daba más oportunidades para captar su atención para convertirse en aquella compañera y en la futura reina.

―Estúpidas ―murmuró Anna colocándose debajo del chorro

El hecho de que una completa desconocida saliera de la nada y se convirtiera en, no sólo la criada personal del futuro rey, sino que también en su favorita, había puesto furiosas a todas las jovencitas del palacio que se habían esforzado por tomar aquel lugar, por lo que, al ser rechazadas, ahora parecía que su única misión en su vida era la de hacer la de Anya una miseria.

― “Sólo vienes por tu padre, solo vienes a rescatarlo, no dejes que esas bromas te afecten” ―se decía una y otra vez cuando caía en una de sus trampas

Sin embargo, Anna tenía ya dos semanas en el palacio, lo que, combinado con el resto del tiempo que había estado planeando atraer la atención de Aidée, se convertía en un mes desde que había llegado a Arcadia, y tristemente, no había logrado descubrir absolutamente nada.

―Al menos ahora sé donde estás papá ―murmuró ―Resiste, te juro que te sacaré de aquí ―

Sin poder controlar más su llanto, Anna se dejó caer bajo el chorro de agua, abrazó sus rodillas y lloró desconsoladamente.

Desde que había logrado entrar al palacio, había intentado hablar con Alastor por medio del enlace, sin embargo, cada vez que estaba en el interior, su vínculo con él se debilitaba y no conseguía nada.

―Un mes ―murmuró Anna ―Un maldito mes ―

Decir el tiempo que había pasado desde que había abandonado su hogar, provocó que todos los recuerdos del día en que se había marchado de Loto de Luna volvieran a su mente.

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