Primer acto: Recuerdos.

Eran alrededor de las ocho de la mañana en la hermosa isla de Arcadia, donde sus habitantes, iban y venían por las calles de los diferentes distritos para cumplir con sus deberes diarios.

Al igual que los civiles, en el sagrado palacio de Interlunio, todos sus habitantes habían comenzado a realizar sus tareas desde muy temprano, sobre todo, el ejército imperial, el cual, cumplía con su rutina diaria de entrenamientos y vigilancia, pues, tras el secuestro del rey, esta se había endurecido.

Pese a que habían capturado al culpable, el paradero del rey era aún desconocido, por lo que, el palacio, se vigilaba incluso tras sus murallas.

Los encargados de aquella tarea, eran los nuevos cadetes, los cuales, eran supervisados por los soldados más experimentados.

― ¡Oye! ¡Damián! ―le gritó un joven de tez morena a un joven de cabello oscuro que tenía algunas mechas grises ―Deja de distraerte con las criadas, te meterás en problemas si Aidée te descubre ―

― ¿Qué sucede? ¿Acaso te gusta la nueva? ―le preguntó otro joven ―Desde que llegó, no le quitas los ojos de encima ―

―Bueno, es guapa, no puedes negarlo ―dijo el moreno ―Lástima que es una omega ―

― ¿Y? Eso no… ―

― ¡Eh! ¿Qué están haciendo ahí trío de holgazanes? ―

―Carajo, el mayor Svein ―dijo el moreno ―Rápido, vámonos ―

Ante la presencia del nuevo mayor de las fuerzas imperiales del rey, los dos jóvenes que habían estado hablando con el de cabello oscuro, salieron disparados de su escondite para continuar con su patrullaje.

Al quedarse solos, el mayor soltó un suspiro.

―Ellos tienen razón joven Damián, además, no sólo se buscará problemas usted, también podría causarle problemas a la señorita Anya ―dijo Svein acercándose a él

El soldado Damián, observaba atentamente como una joven castaña vestida con un atrevido uniforme de criada, separaba la basura en tres enormes contenedores.

―No puedo evitarlo Svein, estoy preocupado, Gabriel dice que las otras criadas la molestan por ser la nueva y encima, por ser la favorita de Zeth ―

―Lo sé, Sander me lo contó, me dijo que… ―

Interrumpiendo sus palabras, ambos lobos soltaron un gruñido al ver cómo una criada de cabello rojizo dejaba caer agua sucia deliberadamente sobre la joven desde una ventana.

―Rayos… ―murmuró la castaña ―Habría apostado que la gente en este lugar sería más madura ―

―Demonios, Anya, ¿Estás bien? ―le preguntó un joven de cabello castaño claro y ojos cobrizos al mismo tiempo que corría en su dirección

―Sí, tranquilo ―masculló la joven mientras intentaba quitarse el exceso de agua

― ¿Por qué demonios hiciste eso Mikaela? ―le preguntó el joven a la pelirroja, la cual, se había asomado por la ventana

― ¡Lo siento mucho joven! ―se disculpó la mujer, la cual, intentaba contener su risa ―No me fijé en si había alguien allí abajo ―

― ¡Vuelve a tus deberes! ―le gruñó el lobo

Sin decir nada, la mujer asintió y se apresuró a desaparecer.

―Espero sólo sea agua ―dijo Anya algo asqueada

―No quiero ser negativo Anya, pero ese es el baño de los cadetes… ―

―Por Selene… ―masculló la joven intentando olfatearse, lo cual, le provocó náuseas

―Ve a ducharte, yo me encargo de esto ―dijo el chico recogiendo la basura que Anya había dejado caer debido al sobresalto

―No quiero causarte problemas Nero, recogeré esto primero y después me iré a las duchas ―dijo Anya agachándose para poder ayudarle

―No voy a meterme en problemas ―dijo Nero sonriéndole ―Eres la favorita del futuro rey, así que no se molestará conmigo si llego tarde por haberte ayudado un poco con tus deberes ―

―Muchas gracias, gran beta ―dijo Anya sonriéndole

―Basta, aún no lo soy, así que solo dime Nero ―le pidió el joven con un tono más serio

― ¿Por qué te molesta tanto? ¿No te agrada el futuro rey? ―

―No es eso Anya, es sólo que, bueno, admito que tenía la esperanza puesta en la hija del príncipe Alastor, yo… No lo sé, confiaba en que lo que se nos dijo fuera mentira y que ella en realidad estuviese viva ―dijo Nero con melancolía, lo que provocó que el corazón de la joven se estrujara ―El joven Zeth es amable, pero, él no puede llevar el título de rey licántropo ―dijo negando con la cabeza ―Otra cosa sería si el título fuera simplemente de rey… ―murmuró

― ¿De qué hablas? ―preguntó Anya con curiosidad

― ¿Eh? No, no es nada, perdona ―dijo el joven ―Solo divagaba ―

―Pero… ―

―Anya, enserio, ve a ducharte ―dijo Nero intentando alejarse de ella discretamente ―No te preocupes, ni por esto ni por el joven Zeth, yo me encargaré de él hasta que regreses ―

―Vale, gracias, Nero ―dijo Anya dedicándole una sonrisa amable antes de dirigirse a los baños de las criadas.

Si bien Zeth se había encargado de asignarle una habitación propia con baño incluido, esta se encontraba del otro lado del palacio, lo que significaría ir apestando por ahí llamando la atención de todos, lo cual, era lo último que ella necesitaba.

―Ojalá pudiera hablar con An, ella sabría cómo lidiar con esta gente ―

―Si lo deseas, puedo conseguirte un teléfono ―dijo quedamente Damián, quien se mantenía oculto en un pequeño callejón

―Rayos… Me asustaste ―dijo Anya llevándose su mano al pecho

―Perdóname, no pude evitar acercarme cuando Mikaela te tiró esa cubeta ―dijo Damián frunciendo el ceño ―Debes ser más cuidadosa, que finjas ser una omega, no significa que seas una ―

―Ya lo sé, pero, trato de pasar desapercibida, además, Ceres me dijo que sus reflejos son mucho más lentos que los de un lobo normal, así que, si debo soportar estas cosas de vez en cuando, pues entonces, sin remedio ―dijo Anya encogiéndose de hombros ―Además, Zeth dijo que trataría de protegerme, pero creo que ya tiene suficiente con Arioch y Mendel ―

― ¿Cuántas veces te han llamado? ―preguntó Damián tomando su mano para guiarla al armario donde las criadas solían guardar algunos instrumentos de limpieza

―Me meterás en problemas ―dijo ella en un jadeo cuando Damián, tras cerrar la puerta, la arrinconó contra ella y comenzó a besar su cuello con ferocidad

―Me haces falta Anna ―gruñó el joven ―No puedo evitar morir de celos cuando otros lobos se te acercan pensando que no tienes compañero ―

―No importa que ellos no lo sepan, yo lo sé, Dante ―dijo Anna tomando su rostro con sus dos manos para poder ver sus ojos

―Lo sé, lo lamento ―dijo él en un susurro al mismo tiempo que la tomaba de la cintura ―Dime cariño, ¿cuántas veces te han llamado? ―

―Dos cada uno, aunque Arioch solo me llama para indicarme mis tareas ―dijo Anna soltando un suspiro cuando Dante, volvió a atender su cuello ―Mendel por otro lado, me llama para puras tonterías, Diosa, cada vez que lo veo quiero arañarle la cara… ―

―Nena, ¿hoy duermes en casa? ―preguntó Dante con la voz bañada en deseo

―Sí, mañana es mi día libre, puedes ir a buscarme en la noche, aunque, cariño, creo que debes tener cuidado con el abuelo, está en modo guardián ―

Al escucharla, Dante se apartó bruscamente de ella, lo que le arrancó una suave risita a la joven.

―Maravilloso, ahora no sólo debo preocuparme por Gabriel… ―gruñó Dante

Ante su rostro compungido, Anna rio más fuerte y tiró suavemente de él para poder besarlo.

―Te amo ―susurró Anna―Tengo que irme, Damon debe estar sufriendo por mi aroma, incluso Amara dice que quiere vomitar ―

―Está bien nena ―dijo Dante suspirando ―Dime cuando llegues a las duchas, entonces, saldré de aquí, Svein me está cubriendo ―

―Vale, salúdalo de mi parte ―

―Lo haré ―dijo Dante observando como la chica se apresuraba a escabullirse por la puerta

Tras asegurarse de que no había nadie, Anna salió del armario y prácticamente corrió hacia los baños para las criadas, sin embargo, apenas abrió la puerta del lugar, la joven fue recibida por una mujer algo regordeta y de mediana edad, la cual, la miró de pies a cabeza antes de chasquear la lengua.

―Te contraté porque pensé que eras más dura, Anya ―

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