Ninguno de los dos bajo la guardia, la mano izquierda de Briana agarrada con fuerza por el desconocido sostenía la daga a centímetros del cuello de este y su brazo derecho también estaba apresado por las cálidas manos de este imponente y gran hombre.
Se observaban en silencio, sus miradas estaban hipnotizadas la una de la otra, ambos eran incapaces de apartar la vista, queriendo, deseando ver el alma del otro. La tensión que se había formado mantuvo a todos los presentes en silencio, nadie se atrevía a hablar.
—¿Quién eres? — cuestionó con voz grave y profunda el desconocido.
—¿Quién es usted? — contestó Briana desafiante, sin bajar la daga, aguantando el dolor que le provocaba el fuerte agarre del hombre.
—El que hace las preguntas aquí soy yo — Briana hizo una mueca de burla
—Muy autoritario para ser un simple bárbaro — dijo soltando su brazo derecho de un fuerte tirón. El hombre sonrió con sorna.
—¿Un bárbaro? —cuestionó con una mueca burlona en sus labios.
—¿No viene a por sus hombres? — señalo a la montaña de hombres inconscientes con el mentón— supuse que el líder no estaba entre ellos, ha sido demasiado fácil vencerlos.
El hombre se mantuvo en silencio observando a los tres personas que custodiaban los cuerpos.
—No espero que un líder que permite a que sus subordinados hagan el trabajo sucio mientras él se esconde se preocupe por ellos — Briana miro fijamente al hombre, tenía el rostro un poco sucio y las ropas que llevaban eran de un plebeyo.
—Ha usted asumido que son mis subordinados — rompió su silencio, sin soltar su agarre.
—¿Acaso no lo son? — cuestionó arqueando una ceja, no entendía que hacía solo en medio de un bosque si no estaba con esos delincuentes.
—Mis subordinados son más competentes y mucho más difíciles de vencer — añadió el hombre analizando el rostro de Briana.
—¿Quién es usted? — volvió a preguntar.
—Las preguntas las hago yo — repitió— recuerdo haberlo dicho.
—Responda o haré que responda — amenazó Briana perdiendo la paciencia, el dolor en su brazo izquierdo empezaba a ser insoportable.
—Inténtelo — la desafió el desconocido
—Suélteme
—Suéltese — añadió igual de desafiante — vamos inténtelo si puede — Briana sintió algo que pocas veces sentía ganas de lastimar a alguien — se ve indecisa, dejare mi otro brazo en la espalda, inténtelo, vamos, ha dicho que vencer a esos hombre fue fácil — la seguridad con la que Briana dijo que vencer a esos hombres fue fácil llamo la atención del hombre, quería probar que tan fuerte era.
Briana intentó quitar su brazo de ese férreo agarre fracasando, no podía con la fuerza de ese hombre.
—¿No puede? — cuestionó en un tono burlón y un poco decepcionado, esperaba que fuese más fuerte. La pregunta la enfureció, saltó con rapidez y con sus rodillas golpeo el abdomen del hombre, desplazándolo a varios centímetros de ella. El inesperado movimiento hizo que soltará su brazo.
Briana lo acarició mientras observaba al hombre sujetar la zona de impacto, parecía sorprendido.
—¿Su Majestad? — preguntó el señor Jones observando el rostro que hasta entonces había permanecido oculto a su vista.
La pregunta congelo a Briana, miró al hombre enfrente suya, un hombre alto e imponente, con un aura poderosa que no iba a juego con su vestimenta. “No puede ser este el Rey, sería tener mala suerte” pensó.
Los tres hicieron una reverencia al desconocido que resulto ser el Rey, Briana lo miró, deseando clavarle la daga, el brazo le dolía mucho.
—¿No va a reverenciar a su Rey, señorita? — pregunto él observando como apretaba los puños.
—Un saludo su Majestad — dijo con simpleza un extraño sentimiento le impedía reverenciarle, sentía que hacerlo sería igual a perder un combate, y ella nunca había perdido uno.
—Eso no es lo que he pedido —la actitud desafiante de Briana le provocaba inmensas ganas de doblegarla, esto le sorprendió incluso a él, no comprendía la intensa necesidad de dominar a la mujer que acababa de conocer.
—Eso es lo único que obtendrá — declaró caminado hacia los otros tres presentes. —Señor Jones, ¿qué hacemos con los hombres? — cuestionó Briana acariciando a Elijah.
—Mis hombres se harán cargo de ellos — declaró — supongo que van a la Cabaña Azul
—Si su Alteza— respondió entusiasmada la pelirroja.
—Entonces acudimos al mismo destino, es más seguro si vamos juntos.
—Su Alteza reciba mi humilde corcel — ofreció el otro joven.
—No es necesario, joven — silbó fuerte y poco después apareció un hombre fornido montado a caballo sujetando un semental negro.
—Encárgate de los delincuentes y reúnete conmigo de acuerdo al plan.
—Sí, su Alteza — el hombre hizo un gesto y aparecieron otros soldados de la oscuridad.
—En marcha — ordenó el Rey.
Los cinco jinetes cabalgaron hacia Cabaña Azul acompañados del silencio de la noche y sin saber que sus destinos se entrelazaron en ese oscuro y denso bosque.
La Cabaña Azul, una mole de piedra y madera que se erguía imponente en medio del claro del bosque, era un oasis para los viajeros. Sus amplias salas, siempre llenas de bullicio y aromas de comida, ofrecían un refugio acogedor para quienes cruzaban aquellas tierras.Los cinco jinetes llegaron y fueron recibidos por un joven de baja estatura:—Buenas noches viajeros — saludo con voz alegre.—Buenas noches — saludaron los cinco jinetes.—¿Van a hospedarse en Cabaña Azul? – pregunto con una gran sonrisa en el rostro.—Si, joven — al escuchar esa potente voz levanto la cabeza aun más y enfoco la vista, abriendo la boca de la sorpresa.—¡¿Su majestad?! — gritó tapándose la boca e intentando contener la emoción de salir corriendo y decirle a todo el mundo que el mismísimo Rey estaba ahí.—Shhh, no grite joven, es tarde y hay viajeros descansando.—Si su Alteza — obedeció bajando la voz y haciendo una reverencia — permita que le acompañe al establo.Los cinco jinetes siguieron al joven al est
Briana:Mi pecho se estrujo al oír la comparación, sabía que eso era lo que pasaría al obedecer las órdenes de mis abuelos. No quería ser comparada con la difunta Reina, una mujer fuerte, poderosa y amada, todo lo contrario a mí.Caminé cabizbaja detrás del señor Jones hasta llegar a una habitación del segundo piso, me entregó unas llaves:— Señorita Lewis, este es su aposento — la mirada del señor Jones era neutra, parecía que no tenía emociones — Saldremos mañana por la mañana con el Rey y sus hombres, pasaré a buscarte, intenta descansar.—Sí, señor Jones — abrí la puerta del dormitorio y antes de ingresar escuché su voz a mis espaldas.—Ha sido una suerte encontrarnos con su Majestad, aprovecha esta oportunidad para acercarte más a él, no tendrás tanta suerte de encontrarte con el una vez lleguemos a la Capital. Has conseguido llamar su atención, no lo estropees y cumple con las órdenes de mis Señores.Asentí sin darme la vuelta y cerré la puerta a mis espaldas, la habitación esta
El sonido de sus pasos descendiendo por las frías escaleras de mármol resonaban por la mansión. Briana avanzó por el pasillo, sus ojos recorriendo los cuadros que decoraban las paredes. Paisajes nevados en su mayoría, pintados con una paleta de blancos y azules, reconocía cada uno de ellos, había dedicado incontables horas de su vida creando esas obras que la acompañaban en la soledad de esa aislada mansión. Cada pincelada era un recuerdo, un pedazo de su tristeza plasmada en el lienzo.Al llegar al salón, la calidez de la chimenea y el aroma a madera quemada la envolvieron, respiró profundamente. Sus abuelos, figuras imponentes y de mirada penetrante, la esperaban sentados en dos sillones de terciopelo negro, situados a los lados de la chimenea.Cuando sintieron sus presencia, sus oscuros ojos se posaron en ella, sintió como el calor de la chimenea quedaba sepultado por la frialdad de sus miradas, se irguió y agarró sus manos, esperando que el frío causado por estas desapareciera.—T
Briana suspiró sentándose en su cama, cansada de que sus abuelos la usaran como una marioneta. Deseaba ser libre y feliz algún día, pero cuánto más crecía más se alejaba de ese sueño.—¿Cuándo podré decidir cómo vivir mi vida? — la tristeza en su voz la hizo sentirse pequeña, en esa enorme y solitaria mansión siempre se sentía pequeña.Toc, toc, toc el sonido de la puerta hizo que se levantará y caminará hacia ella, la abrió a vio a su nana con tres doncellas más.—Señorita, es hora de su baño — asintió y dejo que llenaran la bañera. Cuando las doncellas se retiraron cerró la puerta con pestillo y camino al cuarto de baño.—Nana, los señores Lewis me quieren enviar a la capital para enamorar al Rey — se rio de sus propias palabras, sonaban absurdas.—Niégate a ir si no quieres — su nana la ayudo a quitarse el vestido de terciopelo negro.Se adentró en la bañera de cerámica negra y hundió la cabeza en el cálido agua:—Lo que yo quiera no importa — dijo sacando el exceso de agua de su r
La noche se cernía sobre el bosque, envolviendo en un manto oscuro las copas de los árboles y los senderos tortuosos. Una luna menguante luchaba por perforar la espesa bóveda de hojas, proyectando sombras alargadas que danzaban al compás del viento. Una gruesa voz rompió en el bosque:— ¿Qué tenemos aquí? — una desconocida voz sonó a sus espalda, Briana se estremeció.Los cuatro se habían colocado en círculo al oír la masculina y amenazadora voz, esperando a que empezase la lucha.Un solitario jinete apareció de entre las sombras, su rostro estaba oculto por la capucha que llevaba.—Le recomiendo que no se atreve a atacarnos, pertenecemos a la familia Lewis y cualquier daño a nuestra persona será el fin de vuestros días — amenazó el señor Jones sin ningún ápice de miedo.—Chicos, pertenecen a la Casa Lewis — vítores de emoción resonaron por el bosque — buscábamos un poco de plata y hemos encontrado la fuente del oro, hoy es nuestra noche de suerte — se oyeron más aplausos y vítores.—