Meses después
Los días han trascurrido más que geniales, debo confesar que temía que todo se fuera a la m****a, ¡pero no! He hablado con mis padres seguido y lo que más he amado son las video llamadas en los diferentes puntos del país. Quitándole lo duro de los entrenamientos a los que me ha sometido como si me preparara para la guerra, debo decir que estas semanas han sido de ensueño.
Y hoy nos encontramos en el puerto de Manaos a punto de subir a un crucero por el río negro y tener una última aventura recorriendo la Amazonia antes de volver a casa.—Llegó el momento de hablar de algo muy importante. —Me lleva a un lado apretándome fuerte del brazo. ¡Joder! De esta manera tan brusca cualquiera deja sus más profundos pensamientos y vuelve a la realidad.Dejo salir mi agudo grito de dolor, pero parece no importarle, me arrastra hasta un pequeño callejón, como escondiéndose.— ¿Qué sucede? Me estás lastimando—chillo tratando de zafarme de su agarre.—Ya viene por ti. —Su mirada lanza un grito de preocupación—Y no pudo hacer nada para evitarlo.— ¿De qué hablas? No entiendo. ¿Es otra de tus bromas de entrenamiento? —estoy aterrándome.— ¡Escúchame! —Me toma por los hombros sacudiéndome, elevando el tono de voz— te traje aquí para prepararte. No hay tiempo para contar detalles. Solo que van a secuestrarte y todo lo que has aprendido hasta el momento te servirá…— ¡De qué diablos hablas! —lo interrumpo.— ¡Presta atención! —Grita— Te amo y te juro que iré a buscarte, no preguntes como, pero cuando llegue el momento lo sabrás.Inesperadamente me besa con ese fuego único en sus labios quitándome todo el miedo. Vuelve a mirarme a los ojos repitiendo que me ama. Es entonces que nos vemos rodeados por muchos sujetos armados y con máscaras pasamontañas. Retrocedo apegándome al pecho de Armando que permanece inmóvil. De entre los hombres a nuestro alrededor aparece un tipo con traje elegante y lentes oscuros.
—Me estaba preguntado las razones por las que te encuentras aquí, Armando. —Se acerca más a nosotros— ¿Pensabas, quedártela? —se quita los lentes y sonríe.—Todo era parte del plan y has terminado jodiéndolo. —responde mi amado con voz gruesa tomándome por los hombros y llevándome hacia el sujeto de mirada perversa.— ¿Qué sucede? —grito intentando poner resistencia ante lo evidente, el idiota de Armando estaba entregarme a unos extraños o era parte de su plan para salvarme.—La orden era llevarla directo a Colombia, no perderte a medio camino —responde el hombre haciendo un movimiento con su mano y de inmediato uno de los hombres armados me arranca de su lado. —Pero debo agradecerte esta jugada, pude investigarte a fondo y que crees—saca un arma de su saco y le apunta. —Ya sé quién eres en realidad.— ¡No! ¡Esperen! —Forcejeo gritando con todas mis fuerzas mientras disparan contra él.
En cuestión de segundos aparecen unas camionetas donde rápidamente los sujetos armados ingresan ante la vista de algunos civiles que solo atinan a ignorar el suceso, sigo forcejeando con el sujeto fornido que me aprisiona cubriéndome la boca para que no grite más de lo que ya lo hice.
El sujeto de traje elegante con cara de mono me sonríe y caminando a una de los autos abre la puerta para indicar que iría con él, a arrastras terminan lanzándome dentro.Y en cuanto el estúpido pendejo entra, se pone en marcha seguidos por tres autos más. Todo ha pasado tan rápido, las personas que antes transitaban por los alrededores simplemente desaparecieron, quizás se escondieron al ver las armas. Recuerdo que Armando dijo que ese lugar era peligroso de noche y que era común ver a algunas organizaciones reunirse de vez en cuando.Mis ojos están llorosos, mi corazón late descontrolado, mi cuerpo parece ser ahora una gelatina, no voy a negar que estoy aterrada imaginándome el peor de los destinos. Pero intento no demostrarlo, aun cuando ese tipo tan desagradable me observa de una manera burlona limpiando el arma con la que asesino a Armando. Me sonríe tranquilamente, que ganas incontrolables tengo de matarlo, más no debo ser imprudente, estoy a su merced.Lo veo sacar algo del interior de su saco, por impulso retrocedo un poco pegándome a la puerta. Al fin veo un pañuelo en su mano y la sonrisa de idiota pintada en su rostro es seguramente por el miedo reflejado en mis ojos.Se acerca un poco para secar mis lágrimas, de inmediato la aparto de un manotazo, sonríe y vuelva a su lugar carcajeándose. Trato de mirarlo con frialdad aunque las lágrimas que ruedan por mis mejillas demuestran el terror que siento.—Me recuerdas a tu madre; siempre tan a la defensiva. ¿Sabes? Sin ese tinte rubio en tu cabello te pereces más a ella. —Dice clavándome esa mirada extraña —igual de atractiva —Se acerca pasando el arma por mi cara — y tan apetecible.Le sostengo la mirada mientras el cañón del arma baja por mi pecho, mi respiración se agita cuando el sujeto se acerca más y roza la punta de su nariz con mi mejilla. Ya no lo soporto y le doy un empujón inesperado con todas mis fuerzas, cae sobre el asiento y sin dejar que reaccione me le tiro encima, no sé lo que estoy haciendo, solo quiero arrebatarle el arma a como dé lugar, los dos sujetos armados de adelante reaccionan y girándose tratan de apartarme, pero yo sigo como gata en celo aferrándome con las uñas al traje del asqueroso hombre. De repente un tirón de cabello me frena, dándole oportunidad de tomarme por las muñecas. Logra levantarse y arrinconarme una vez más.
— ¡Así me gustan, rudas! —gruñe apretándome fuerte las muñecas, ya estoy sintiendo mis dedos adormecidos, pero no quiero gritar, solo forcejeo gritando por dentro. El malnacido se mantiene cerca, respirándome en la cara.Entonces ¡zaz! Le doy un cabezazo, ¡joder! Todo se me movió dentro, por un segundo todo se puso negro, pero logro romperle la ceja. No se lo esperaba, me suelta las mano y grita “¡Maldita perra!”Por un segundo intenta apartarse para limpiarse, pero se lanza sobre mí apretándome el cuello. El intentar apartar sus manos de mi cuello es imposible, estoy perdiendo el aire.—Eres igual a la perra de tu madre, hermosa y peligrosa, pero yo te enseñaré a mantenerte en tu lugar.Un zumbido ataca mis oídos y el maldito dolor de cabeza se hace más intenso, solo me queda atacar la cara y esos hago, clavo mis uñas largas en rostro, lo aruño con rabia y él aprieta mi cuello con más fuerte. Entonces voy a sus ojos, los aprieto con fuerza y siento que va cediendo hasta soltarme. Se aparta gritando y mientras yo recobro el aliento con las manos puestas en el cuello saca su arma.
—¡Te mataré maldita! —grita.—Hazlo—también grito tosiendo —porque si no lo haces, te juro que te mataré a la primera oportunidad que tenga. —lo reto.Esta por jalar el gatillo cuando uno de los hombres de adelante lo detiene “¡Señor! Debo recordarle que el jefe pidió a la chica sin un rasguño!”
Me mira furioso y grita de rabia guardando el arma. ¿Quién era el jefe? ¿Por qué me quería y porque Armando me entregó sin pelear? ¡Dios! Tengo la cabeza llena de preguntas. ¿Qué debo hacer?—¿A dónde me llevan? —me atrevo a preguntar.
—Lo sabrás cuando lleguemos. —Responde fastidiado el hombre tocándose su horrible cara —entonces veremos qué tan ruda eres—me mira con rabia.—Si soy la mercancía preciada, más te vale no amenazarme, cara de gorila.—¿Qué me dijiste? —eleva la voz.—Que eres horrible y una persona muy desagradable —me cruzo de brazos y hablo de manera burlona — y estás encabezando la lista de quienes voy a asesinar.—¿Tú me matarás?Se sonríe acercándose, justo como lo quiero, lo sigo mirando burlona y en un pestañeo le escupo en la cara, en ese segundo que le toma llevarse la mano al rostro, lo empujo y abro la puerta a mi espalda, a la que ya le he quitado el seguro y me lanzo al vacío sin pensarlo dos veces.ArleneNo pienso en lo que pasara conmigo al salir del auto, solo activo mi instinto de supervivencia como me lo enseñó Armando, sin miedo, sin dudas y a lo que Dios quiera. Por suerte empiezo rodando por una pequeña colina, ¡mierda! En las películas de la tele no se ve si hay rocas, ramas, insectos, espinos. ¡Maldita sea! Pero son ellos o mi vida, no quiero acariciar la idea del lugar la que iré si me atrapan. Mi corazón está acelerado, estoy muriendo de miedo y terror al escuchar a los malditos autos detenerse y al estúpido,carade mono gritar “¡Vamos, sepárense y busquen a esa maldita perra! ¡Muévanse, que estamos retrasados!”Solo trato de cubrir mi cara y aguantar el dolor de los raspones, ¡créanme que poner la mente en blanco no ayuda! Pero si lo hace el miedo a ser asesinada. Me leva
Alex —Perú Hace unos días Armando se puso en contacto conmigo; cosa extraña, pues dijo que solo lo haría cuando estuviese en peligro. Pero no se escuchaba como un desesperado agente descubierto;sinocomo un hombre preocupado por el futuro de su mujer.—Quiero que me prometas que llegado el momento cuidaras deArlene.—¡Espera! ¿Estás comprometido? —Me resulto extraño que en su trabajo tan arriesgado decidiera darse un tiempo para el amor, cuando había renunciado a ese sentimiento.—Ella es especial y está en peligro. Te enviaré algunas direcciones y contactos en Colombia. Por ahora estamos en Brasil, pero no por mucho. Memoriza o codifica los datos, tienes que deshacerte de todo.—¿Estás enviándome una misión acaso? No estoy de vacaciones, sabes que…—No te preocupes por el jefe, hablaré con él.— ¿En qué líos te metiste ahora?—En los peores mi amigo, los del corazón.
ARLENEEn manos de Ramiro Gaviria o “Tiberio” como se le conoce en la zona, en estos días he llegado a conocer mucho de mi padre; el famoso Dios de la heroína. Ahora sé perfectamente de donde ha salido cada centavo de la fortuna que amasado y lo que pretende hacer conmigo y pues, en cualquiera de los dos bandos estoy perdida. Lo que aún no sé es quien es mi madre y es un tema que no me quita el sueño, en estos momentos lo que me interesa es buscar la mejor manera de escapar. Estos días me han servido para estudiar y analizar el panorama, he sido buena niña, he dicho solo lo que quiere escuchar y después de ver todas las posibilidades para lograr un buen escape; al fin puedo decir que tengo una pequeña probabilidad con un mínimo margen de error. Ya estoy lista para irme de este maldito infierno.Según Tiberio, parece que mi famoso padre tiene gente infiltrada en sus filas, por eso corrió
Alex —tres semanas después Los días han transcurrido rápido y no puedo decir que me he aburrido, mis grandes nuevos amigos se han encargado de desvelarme todos los días para torturarme con los rudos entrenamientos, obviamente que mi preparación me ha ayudado a deslumbrarlos con mi rápido aprendizaje. ¡Joder! Puedo presumir que soy un maldito genio.¡Si tan solo supieran quien soy en realidad!En fin, he recorrido la hermosa Cartagena y sus alrededores en mi propio automóvil, digamos que me han dado libertad para trasladarme y no por confianza, sino porque saben que no puedo escapar.¡Qué locura! No quiero hacerlo, ahora que sé que Arlene está en la ciudad desde hace varios días huyendo de Tiberio. Tal como lo dijo Armando, la pequeña princesa se las ingenió para escapar de sus garras y ahora tanto ellos como nosotros la buscamos.La gente de Dionisio ha peinado el área al centí
En cuanto entramos por la parte de atrás del Club Placeres, coloco el seguro a la puerta. Y la miro silenciando mis labios con un dedo, dejándole entender de que no debe hacer ruido, los hombres están afuera y lo primero que hicieron fue intentar abrirla. Nos quedamos mirando la puerta unos segundos hasta que la voz de mi contacto nos sobresalta—¡Ah, eres tú! —Al girar notamos que nos apunta con una escopeta. — ¿Quién es ella? —Su voz ronca de sargento no va con esa cara linda con exceso de maquillaje. Arlene me apriete la mano, quizás fue solo por la tensión del momento, porque un segundo después se aparta dejando un gesto de desagrado.—Es la mujer de la que te hable. —respondo caminando al interior del local, no sin antes arrastrar conmigo a la pequeña gatita.—Puedo caminar sola —aparta su mano enojada.—Y es tan desagradable como la describiste. —Agrega Luca con su voz dulce, caminando delante meneando las caderas.— ¿Qué?
Alex Deja de forcejear, su cuerpo se relaja, es entonces que insisto en repetir que no quiero entregarla con su padre. Su mirada cambia y creí que podíamos empezar a tener esa charla amena; pero me equivoqué. Me hizo creer eso y sin esperarlo me deja un rodillazo en la entrepierna que me aleja lo suficiente para dejarme ese agradable golpe en la mandíbula. ¡Joder! Pierdo un poco el equilibrio por lo inesperado del movimiento. La veo saltar como liebre en dirección a la salida. Cuando creo que se saldrá con la suya; Luca aparece para salvar la situación.Antes de que sus manos tocasen la puerta, se abre y veo la cara sonriente de mi buen amigo. “ No dejes que vaya” grito reincorporándome.Mi contacto reacciona como un ninja y sin soltar la bandeja que trae en las manos. Levanta la pierna sin importar su falda corta y ceñida que se levanta dejando ver su bulto entre las piernas bajo
Dionisio No puedo creer que haya perdido más de tres docenas de mis mejores hombres en una búsqueda que la teníamos ganada. La tenía tan cerca simplemente estos incapaces la perdieron y se atreven a ponerse frente a mí suplicando clemencia por su vida cuando el precio por el fracaso es la muerte y mi decisión jamás es cuestionada. —No requiero en mis filas a una bola de inútiles como ustedes —saco mi arma y les a punto —Tengo jóvenes que se preparan desde hace mucho para ocupar sus lugares. Así que si no tienen un argumento válido, morirán. Muevo el arma apuntando a la fila de izquierda a derecha, viendo como el miedo en aquello cobarde sale a flote. Y de repente inicio con el primero de la izquierda; un tiro perfecto en la frente termina con la vida de… ¡Al diablo! Ahora me doy cuenta de que ninguno de estos perro tiene nombre en cuanto se puso el uniforme, solo fue un número más en mi cuartel.
Arlene El plan brillante de Alex me llevo a ponerme cara a cara con el imbécil de mi verdadero padre. Tuve la desdicha de oír parte de esa historia de boca de Tiberio, creí que la crueldad con que la contaba era porque quería que lo odiara como él lo hacía, a decir verdad, no le tome importancia, hasta que Alex dijera quien era mi madre. Alma Bravo, la indomable dama de sociedad, la elegante princesa de la casa Molina, la ambiciosa y fría mujer que llenó mi alma de odio con su trato agrio y exigencias de perfección.Ahora entiendo por qué lo hacía, de alguna manera seguía detestando a Dionisio y no la culpo, en este instante que lo estoy mirando directamente a los ojos tengo ganas de matarlo. Su casa es enorme, llena de lujos y salones grandes, como este, que al parecer es su despacho. —Me alegra que al fin estés en casa, hija mía —intenta acariciar mi rostro y me alejo, solo sonríe y pide que me quiten las espo