Alex —tres semanas después
Los días han transcurrido rápido y no puedo decir que me he aburrido, mis grandes nuevos amigos se han encargado de desvelarme todos los días para torturarme con los rudos entrenamientos, obviamente que mi preparación me ha ayudado a deslumbrarlos con mi rápido aprendizaje. ¡Joder! Puedo presumir que soy un maldito genio.¡Si tan solo supieran quien soy en realidad!En fin, he recorrido la hermosa Cartagena y sus alrededores en mi propio automóvil, digamos que me han dado libertad para trasladarme y no por confianza, sino porque saben que no puedo escapar.¡Qué locura! No quiero hacerlo, ahora que sé que Arlene está en la ciudad desde hace varios días huyendo de Tiberio. Tal como lo dijo Armando, la pequeña princesa se las ingenió para escapar de sus garras y ahora tanto ellos como nosotros la buscamos.La gente de Dionisio ha peinado el área al centíEn cuanto entramos por la parte de atrás del Club Placeres, coloco el seguro a la puerta. Y la miro silenciando mis labios con un dedo, dejándole entender de que no debe hacer ruido, los hombres están afuera y lo primero que hicieron fue intentar abrirla. Nos quedamos mirando la puerta unos segundos hasta que la voz de mi contacto nos sobresalta—¡Ah, eres tú! —Al girar notamos que nos apunta con una escopeta. — ¿Quién es ella? —Su voz ronca de sargento no va con esa cara linda con exceso de maquillaje. Arlene me apriete la mano, quizás fue solo por la tensión del momento, porque un segundo después se aparta dejando un gesto de desagrado.—Es la mujer de la que te hable. —respondo caminando al interior del local, no sin antes arrastrar conmigo a la pequeña gatita.—Puedo caminar sola —aparta su mano enojada.—Y es tan desagradable como la describiste. —Agrega Luca con su voz dulce, caminando delante meneando las caderas.— ¿Qué?
Alex Deja de forcejear, su cuerpo se relaja, es entonces que insisto en repetir que no quiero entregarla con su padre. Su mirada cambia y creí que podíamos empezar a tener esa charla amena; pero me equivoqué. Me hizo creer eso y sin esperarlo me deja un rodillazo en la entrepierna que me aleja lo suficiente para dejarme ese agradable golpe en la mandíbula. ¡Joder! Pierdo un poco el equilibrio por lo inesperado del movimiento. La veo saltar como liebre en dirección a la salida. Cuando creo que se saldrá con la suya; Luca aparece para salvar la situación.Antes de que sus manos tocasen la puerta, se abre y veo la cara sonriente de mi buen amigo. “ No dejes que vaya” grito reincorporándome.Mi contacto reacciona como un ninja y sin soltar la bandeja que trae en las manos. Levanta la pierna sin importar su falda corta y ceñida que se levanta dejando ver su bulto entre las piernas bajo
Dionisio No puedo creer que haya perdido más de tres docenas de mis mejores hombres en una búsqueda que la teníamos ganada. La tenía tan cerca simplemente estos incapaces la perdieron y se atreven a ponerse frente a mí suplicando clemencia por su vida cuando el precio por el fracaso es la muerte y mi decisión jamás es cuestionada. —No requiero en mis filas a una bola de inútiles como ustedes —saco mi arma y les a punto —Tengo jóvenes que se preparan desde hace mucho para ocupar sus lugares. Así que si no tienen un argumento válido, morirán. Muevo el arma apuntando a la fila de izquierda a derecha, viendo como el miedo en aquello cobarde sale a flote. Y de repente inicio con el primero de la izquierda; un tiro perfecto en la frente termina con la vida de… ¡Al diablo! Ahora me doy cuenta de que ninguno de estos perro tiene nombre en cuanto se puso el uniforme, solo fue un número más en mi cuartel.
Arlene El plan brillante de Alex me llevo a ponerme cara a cara con el imbécil de mi verdadero padre. Tuve la desdicha de oír parte de esa historia de boca de Tiberio, creí que la crueldad con que la contaba era porque quería que lo odiara como él lo hacía, a decir verdad, no le tome importancia, hasta que Alex dijera quien era mi madre. Alma Bravo, la indomable dama de sociedad, la elegante princesa de la casa Molina, la ambiciosa y fría mujer que llenó mi alma de odio con su trato agrio y exigencias de perfección.Ahora entiendo por qué lo hacía, de alguna manera seguía detestando a Dionisio y no la culpo, en este instante que lo estoy mirando directamente a los ojos tengo ganas de matarlo. Su casa es enorme, llena de lujos y salones grandes, como este, que al parecer es su despacho. —Me alegra que al fin estés en casa, hija mía —intenta acariciar mi rostro y me alejo, solo sonríe y pide que me quiten las espo
Arlene No sé cuánto ha pasado, creo que me quedé dormida de tanto llorar, al volver abrir los ojos intento moverme, la luz del sol entrando por la ventana, dice que ya es otro día, un más de sufrimiento y tortura. ¡Ya no quiero estar aquí! Tengo miedo, mucho miedo.Me pongo de pie y camino hasta el baño sin atreverme a tocar la espalda.Doy un respiro mirándome frente a ese espejo gigante que hay dentro. Sigo siendo yo, la misma niña débil asustada que fingía ser ruda para ser respetada y temida. Mis ojos están hinchados y hasta tengo un poco hinchado, vuelvo a dejar correr mis lágrimas en tanto me quito la ropa, necesito meterme bajo el agua y limpiar un poco el ayer.Ya desnuda me giro un poco y puedo ver las marcas rojas en mi piel blanca reflejadas en el espejo. Camino hasta la regadera y abro la llave, el agua fría cae sobre mi piel haciéndome temblar ¡maldita sea! Los gritos de ese hombre re
AlexArleneno es la clase de chicas que se intimida ante una fiera; no les huye, las enfrenta como puede. Aunque antes de llegar a Colombia era todo lo contrario, yo pude haber estado cerca de ella en la universidad, solo que las chicas engreídas y maleducadas no van conmigo. ¡En fin! Volviendo al presente y analizando el cruel panorama que vive, quiero darle la razón, sé que su actuar es imprudente, pero no la culpo por querer escapar de este infierno. Jugó sus cartas a ciegas y está encontrando una salida fácil, sin ver las garras del próximo monstruo al que cae.Mi responsabilidad era mantenerla a salvo como se lo prometí a Armando y no lo hice, ahora sus palabras resuenan en mi cabeza apuñalándome el alma.“Prométeme que la cuidarás, pase lo que pase la mantendrás a salvo y sobre todo, no dejarás que Dionisio llegue a ella”¡Dios! No moví ni un dedo cuando la abofeteó frente a to
ArleneSé que me he puesto la soga al cuello con este hombre, pero por lo menos estoy segura de salir por mis propios medios de esta maldita casa, sin la gran ayuda del desgraciado de Alex, que hasta el momento no se para quien trabaja. Carlos ha dispuesto hombres para mi seguridad estos días, pues tras cerrar las negociaciones, se debe firmar el tratado en reunión con todos los socios y en dos días nos iremos para siempre. A Dionisio esto no le agrada, pero solo le queda aceptar las nuevas condiciones y mientras los hombres de Carlos resguardan la casa y alrededores parecen prepararse para algo grande. Según escuché esta sobre su territorio, no puede negarse a nada y eso incluye, el meterse la lengua al culo y no poner alguna traba para dejarme ir. Por eso hasta el momento no ha dicho nada a pesar de que su mirada de ogro lo delata. Lo bueno es que después de mucho puedo dormir feliz, tranquila, sobre una cama tan suave y cómoda, con la
ArleneLa sangre hierbe en mi interior mientras me alejo de ese cretino, me da igual si es el hombre que Armando envió para protegerme. Francamente esperé más del bendito salvador; corrí por mi vida por más de una semana en este maldito lugar. Estos días aterradores los superé porque tenía esperanza en ese hombre, me escondí como una rata asustada en una cabaña sin servicios básicos, soporte frío, lluvia y calor; solo porque sabía que pronto aparecería mi héroe sin capa para llevarme a casa.Creí que pronto sería libre, las lágrimas que derrame a mares en mi inmensa soledad; valían la pena, porque alguien allá afuera me buscaba sin descanso. Creí en la palabra de mi amado tormento, prometió jamás dejarme sola y lo sigo esperando sabiendo que nunca se levantará de su tumba para ayudarme. Me aferré con todas mis fuerzas a ese sueño y ahora, estoy donde nunca quise estar.Si desde el principio hubiese sabido que Alex trabajaba para Dionisio, n