En el bosque, cerca de la madriguera, Clair cerraba las puertas de las catacumbas. Al verificar que todos los que se le había ordenado resguardarse ahí habían salido, al ver las puertas selladas, se agachó tocando aun costado la vegetación, y estas inmediatamente cubrieron la entrada frente a ella, dejando esta oculta. Ella tragó hondo, inhaló y exhaló un par de veces, sintiendo el vínculo débil de su luna. Clair sabía que la luna Lynn se encontraba haciendo todo lo posible para que Cristal sobreviviera a ese terrible tormento propinado por su propia pareja descontrolada. Su cuerpo se volvió a estremecer al sentir mucha culpa, ya que ella, como esmeralda, sentía que le había fallado a todos y a su luna. Por esa razón, Clair no deseaba ver a Cristal. Ella estaba angustiada y preocupada; el temor de verla y que se cumpliera su visión la destruía por dentro. — No debes sentirte mal — le habló Acua, al ver a Clair con un semblante de tristeza, cuando iba a ella a corroborar que las puert
Tou muy ágilmente había logrado que los lobos de la manada de su hermano no lo detectaran, pero lo estaban alejando cada vez más de la madriguera y de donde se encontraba Cristal. Por su vínculo, sentía la debilidad de Lynn; ella no resistiría por mucho tiempo, se encontraba exhausta por curar a los miembros de la manada que su hermano casi mata y a él. Esto sería terrible para Cristal, porque en su estado, sin ayuda de las habilidades médicas de un licántropo con mucho poder, seguiría debilitándose hasta morir. Con este conocimiento, Tou debía actuar rápido; agudizó sus sentidos para percibir a los lobos que evidentemente intentaban rastrearlo. Analizó sus movimientos y empezó a moverse, logrando evitarlos. Este apenas era un grupo; sabía que había varios más patrullando la zona y estaban listos para atacarlo. ____________________________________________________________ Luego de la confirmación de que la luna estaría bien, todos dejaron de preocuparse. Sam, Clair, Xander y Ahir, a p
Xander, quien se encontraba con un grupo de guerreros vigilando los alrededores, sintió la presencia de Tou cerca de donde se encontraba su luna, y rápidamente todos se dirigieron hacia ella. Al ir llegando, sintió la presencia de su alfa; inmediatamente lo supo, él estaba haciéndose cargo del enemigo. El rugido de Rax hizo que todos se detuvieran, y el grupo de guerreros que estaban con el quinto beta respondieron a su llamado. Xander, al percibir que el vínculo de su luna no estaba tan estable como antes, fue directo hacia ella. Al llegar, visualizó a la luna Lynn llorando en una esquina de la habitación y vio sangre correr por la boca de Kalium. — Detente... — dijo Xander, pero dudó en su palabra al sentir el vínculo de su luna debilitándose.— ¡Tengo que resistir! — mencionó Kalium, manteniendo sus manos extendidas sobre su luna, soportando el dolor que sentía por todo su cuerpo — Tengo que concentrarme hasta que lleguen los lobos médicos — y continuó, él se encontraba preocupado
Horas habían transcurrido; en pocos minutos, la luz del alba del amanecer rodearía todo el vasto territorio de Kogan, se escuchaba la melodía de la brisa recorrer por toda la silenciosa madriguera. Jamás, en las miles de décadas de siglos que los licántropos han existido, nunca un lobo había aullado tantas veces de dolor, y se podía sentir la inmensa aflicción de su alfa junto con todos los miembros de su manada. Elena, junto a Lynn, quienes habían permanecido una a la par de la otra, no quitaban la vista donde se encontraba Cristal; sus ropas estaban manchadas de su sangre, junto con algunas partes de sus rostros. Hiro, quien había permanecido cerca de ellas, les llevaba algo de beber y comer, ya que nadie había pensado en alimentarse en los dos últimos días. Kalium, quien se mantenía muy de cerca vigilando a un grupo de lobos médicos que habían llegado hace un par de horas, procuraba que no se excedieran sus límites. El territorio de los Real Blood es extenso, tanto que solo el domi
Muy tarde por la noche, en un inmenso prado rodeado de grandes árboles, los pasos lentos y el sonido de una respiración exhaustiva indican el agotamiento del alfa Tou. Después de correr durante horas sin detenerse, finalmente llegó a los límites de sus dominios. Tras unos minutos recuperando el aliento, Tou giró su rostro hacia atrás, cruzando su mirada con Leandro, quien estaba detenido en el punto exacto donde se dividían los límites del territorio de Hiro y el suyo.Tou sabía lo que significaba esa acción. Cuando un guerrero de la manada detecta a algún intruso cerca, Leandro lo consideraba una amenaza y esperaba que Tou desapareciera de su vista para retirarse. Este acto también indicaba una advertencia: si Tou cruzaba esa línea, él lo atacaría sin importar su rango como alfa.Probablemente, el beta de su segundo hermano carecía del conocimiento de sus acciones. En la gran manada de los Real Blood, se les enseña y se les entrena de la mejor manera posible. Tou comprendía que Leand
Un oscuro sendero acompañado de una densa neblina se extendía ante ella, absorbiendo los pequeños rastros de luz. El silbido del viento movía todo en su entorno e indicaba la presencia de numerosos árboles.Cristal daba pasos lentos, llenos de temor, sin tener idea de su ubicación. La sensación de estar perdida la envolvía y se preguntaba: ¿Cómo había llegado hasta este lugar? Continuó caminando, esperando alcanzar uno de los muchos árboles que podía percibir cerca.De repente, un aullido resonó por todo el lugar, disipando instantáneamente la neblina. Cristal miró a su alrededor con asombro, reconociendo este extraño sitio como familiar. Los árboles mantenían un hermoso color oscuro, y la hierba que rozaba sus pies parecía tener la misma tonalidad.Cristal continuó su camino examinando con más detalle su alrededor, y después de unos minutos, reconoció como el lugar donde había visto por primera vez a esa gran bestia de pelaje negro. En ese momento, la necesidad de estar junto a él in
La mañana llegó. Los primeros rayos del sol se filtraban tímidamente por la ventana, pintando suaves tonalidades doradas sobre los muebles de madera y las paredes de piedra. Cristal, quien yacía en la cama, miraba los árboles moverse por la brisa de la mañana; su rostro tranquilo apaciguaba la angustia que la había asaltado horas atrás. Ella había vuelto a despertar en horas de la noche, volviendo a pedir agua junto con un poco de alimento. Kogan, quien permanecía con deseos de estar a su lado, hizo un intento en acercarse, pero Cristal volvió a entrar en ese estado de terror, haciéndolo a él retroceder y alejarse de su vista para que ella se calmara. Pero no fue suficiente; Lynn nuevamente tuvo que aplicarle el medicamento para hacerla dormir. El alfa se mantenía en silencio en el pasillo frente a la habitación de su luna; en muchas ocasiones se asomaba levemente para contemplarla, sin que ella pudiera verlo para no perturbar su tranquilidad. Kogan, con su cabeza agachada, suspira a
En la cúspide de un cerro, el alfa en su forma lobuna se encontraba recostado con los ojos cerrados, sintiendo la fuerte brisa mover todo su pelaje. En los tres días transcurridos, Kogan y Rax, se habían apartado a ese alejado lugar. Al principio, intentaba despejar la mente, consciente de ser paciencia, pero esta se desviaba hacia una dolorosa decisión que los lastimaría de por vida. Reconoció que mantener a su añorada luna a salvo de él y de sus enemigos era primordial. La horripilante idea, inicialmente descartada, se aferraba a sus pensamientos con el pasar de los días, comprendiendo que era lo mejor para el bienestar de Cristal. Aunque no habían compartido su decisión con nadie, pronto debían hacerlo. En su mente, recordaba cómo se apartaba de la presencia de Cristal cada vez que ella despertaba, alejándose kilómetros para despejar y relajar su mente. Pero la tristeza invadía su ser mientras los recuerdos de los gritos suplicantes de su luna lo atormentaban. Durante esos tres dí