—Solo quiero acabar con esto de una vez —susurré, mi voz quebrándose bajo el peso de todo lo que sentía. La lluvia caía con fuerza, empapando nuestras ropas, pegándolas a nuestra piel. Mis lágrimas se confundían con las gotas que rodaban por mi rostro, y aunque mi cuerpo temblaba, no sabía si era por el frío o por la desesperación que me consumía. Garret me miró con esos ojos serenos que parecían verlo todo, como si pudiera leer cada grieta en mi alma. No dijo nada al principio, solo acercó su mano con delicadeza y limpió mis lágrimas con la yema de sus dedos. Luego, sin apartar su mirada de la mía, inclinó su cabeza y besó mi frente con ternura. —Todo estará bien —susurró contra mi piel—. No te preocupes. Quise responderle, pero las palabras se quedaron atrapadas en mi garganta. —Solo sigue adelante... —continuó él, su voz profunda y segura—. Cruza los valles, atraviesa las montañas… y lograrás lo que sueñas. Solo toma el control. El peso sobre mis hombros pareció aligerarse ape
"Despues de ciertos demonios, no cualquier infierno quema"Oshin Itreque Una profunda molestia se apoderó de mí al verla tomada de la mano de ese hombre. No entendía quién era, ni por qué estaba así con ella… No quería sacar conclusiones precipitadas, pero una sensación amarga me recorría el pecho. ¿Qué significaba todo esto? ¿Qué estaba pasando entre ellos? La rabia crecía en mi interior, pero también una sensación de impotencia que me ahogaba. Miré su rostro, pero ella no me vio. Estaba tranquila, casi serena, con una pequeña chispa en sus ojos que no podía ignorar. Aquella lucecita de felicidad que no veía desde que estábamos juntos. Era el mismo brillo que antes, cuando estaba conmigo, cuando compartíamos momentos llenos de sueños y promesas. Ahora, ese brillo parecía exclusivo para él, ese hombre al que no conocía. La duda, como un peso, se coló en mi mente y me destrozó por dentro. Gruñí un poco, apretando mis puños y mi mandíbula para ahogar el gruñido en mi boca. Cerré los o
- Pa... papi - murmuró al verme, con la voz quebrada. Fumiko entró corriendo a la casa, abriendo los ojos de par en par al ver lo mismo que yo. - ¡Ai! - gritó, corriendo hacia ella y pasándome por un lado. Se tiró al suelo junto a ella, frente a Roderick. Me acerqué también. Fumiko subió su cuerpo a sus piernas, dejando la cabeza de mi hermana en su abdomen. Llevó sus manos a su abdomen y suspiró pesadamente. Me coloqué junto a Roderick para quedarme frente a ellas, y él se lanzó a mí, ocultando su cara en mi pecho, aferrándose a mi camisa. Lo abracé, subiéndolo a mi regazo mientras las lágrimas se acumulaban en mis ojos. Los ojos de Fumiko se volvieron completamente blancos y sus manos brillaron. Dos lágrimas de color dorado se deslizaron por sus mejillas. - Estará bien, solo... necesita descansar - dijo mi pequeña con un tono completamente neutro. Sus ojos regresaron lentamente a la normalidad. Me miró y luego bajó su vista a la espalda de Roderick. Suspiró y limpió sus mejillas
"Necesito que me salven, realmente me gustaría que intervinieras"Fumiko Ibars Aparecí en la cabaña, mi corazón latía de manera desesperada. No quería que eso pasara, no quería que ella estuviera herida, no quería ser la causante de que algo tan terrible le sucediera. -¿Por qué no pensé que la habían lastimado? No pensé en ello... Si hubiese llegado antes... ella...- me martillaba a mí misma mientras frotaba mi rostro con las manos, desesperada, como si de alguna forma pudiera borrar lo sucedido. Mi cabeza daba vueltas, la ansiedad me consumía. No estaba acostumbrada a usar mis poderes de esa manera; el enojo casi me había dominado y, aún así, no había logrado controlar todo lo que sucedió. Un frío sudor recorría mi espalda mientras trataba de calmarme, de razonar que estar de esta manera no me iba a ayudar en nada. Me tambaleé un poco y caí al suelo con un golpe sordo, el agua fría me caló hasta los huesos. Respiré profundamente, tratando de estabilizarme, de encontrar alguna paz
"Nunca ha sido culpa de quien hiere o de quien llora. Culpa del que se enamora"Oshin ItrequeEl jardín estaba silencioso, apenas interrumpido por el susurro del viento entre los árboles. La luna brillaba tenue en el cielo, y yo estaba allí, sentado en una de las viejas bancas de madera, sintiéndome más miserable de lo que jamás me había sentido en mi vida. Si lo que temía se hacía realidad, entonces no solo sería infeliz... sino que perdería la única razón por la que mi corazón aún latía con sentido.Jugueteaba con la cadena que iba a obsequiarle aquella noche en la presentación. La dejaba deslizarse entre mis dedos, sintiendo el frío metal contra mi piel, tratando de distraerme de la idea que me atormentaba.El dije que colgaba de ella, un pequeño corazón de cristal rosa con vetas doradas en su interior, capturaba la luz de la luna y la reflejaba en destellos suaves. Había elegido esa cadena con esmero, buscándola durante semanas hasta encontrar la perfecta, la que representara lo q
"Bórrame la memoria, bórrame de nuestra historia. Olvídame que puedes, cura tus heridas..."Fumiko Ibars Me aferraba a su pecho con fuerza, sintiendo el latido pausado de su corazón bajo mi mejilla. Su respiración, lenta y profunda, subía y bajaba con un ritmo que en otro momento habría sido tranquilizador, pero ahora solo lograba hacerme sentir más vulnerable. Ambos llorábamos en silencio; él, por tristeza, y yo, por una mezcla sofocante de emoción e impotencia. "Eres un injusto..." pensé con el rostro oculto en su pecho, sintiendo cómo su calor me envolvía. "¿Cómo esperas que te deje si me dices estas cosas? Eres un maldito injusto..." Una parte de mí quería gritarle, zarandearlo, pedirle que dejara de hacerme esto, que dejara de confundirme, que dejara de torturarme, pero la otra simplemente deseaba quedarse ahí para siempre, sumergida en la sensación de que aún me pertenecía. Su mano acarició mi cabeza con delicadeza, un gesto que hizo que mi cuerpo se estremeciera. Lentamen
"Podria decir que te llevare, podria decir lo que hare, pero en el fondo todo lo que deseo es romperte "Fumiko sentía que el peso del mundo caía sobre sus hombros. Una tormenta rugía en su mente, llena de culpas y arrepentimientos, asfixiándola con pensamientos de lo que pudo haber hecho diferente. Se repetía una y otra vez que debía encontrar una manera de corregir su error, de reparar el daño causado, pero en el fondo sabía que no había vuelta atrás. El dolor se instalaba en su pecho como un veneno lento, cada latido era una punzada recordándole la magnitud de su equivocación. Mientras tanto, Ai cargaba un vacío inexplicable, una tristeza que la consumía desde adentro. Pero no podía mostrarlo, no podía permitir que su familia viera lo rota que estaba. Así que sonreía, fingiendo con la naturalidad de quien ha perfeccionado el arte de ocultar el dolor. Riu, por su parte, podía sentirlo. La conexión que compartían como mates le permitía leer su angustia como si fuera su propia piel,
"¿Estas loco como yo? ¿Has sufrido como yo? ¿Has comprado un champaña de 100 dólares como yo? ¿Solo para tirar al desagüe a ese hijo de puta como yo?" Garret Exovarion Luxverum Las calles de Grecia se extendían frente a mí, bañadas por la luz de un sol perezoso que se ocultaba tras el horizonte. Caminaba sin rumbo fijo, sintiendo el peso de mis propios pensamientos hundirme en una tormenta que no parecía tener final. Tanto tiempo esperándola... Tanto tiempo deseando que me mirara de la forma en que yo la miraba... ¿Para qué? Para que terminara enamorándose de otro. El viento arrastraba consigo el aroma salino del mar, mezclado con el dulzor de las bugambilias que adornaban los balcones de piedra. Atenas, con su mezcla de antigüedad y modernidad, con sus calles empedradas y murales gastados por el tiempo, parecía un escenario ajeno a mi pesar. Mi pecho se sentía pesado, y aunque mis pasos avanzaban con firmeza, en mi interior todo parecía tambalearse. No podía hacer nada... Por