La puerta del cuarto fue golpeada con fuerza por Ai mientras yo permanecía tumbada en el suelo, recostada contra la puerta, con la cabeza hundida entre mis rodillas, mis manos aferradas a mi cabeza, y las lágrimas que no cesaban de deslizarse por mis mejillas. Mi cuerpo temblaba, pero no de frío; era un temblor de dolor, de desesperación. Sentía un vacío tan grande en mi pecho, como si mi alma misma estuviera desmoronándose. -Tienes que estar en la ceremonia, Fumiko. ¡Él era tu mate! -me rogó Ai desde el otro lado de la puerta, con una voz que intentaba sonar firme, pero que estaba teñida de preocupación. -No... -respondí con voz quebrada, negándome nuevamente. El sonido de su voz retumbaba en mis oídos, pero mi mente no podía procesarlo. La idea de asistir a la ceremonia me resultaba insoportable. ¿Cómo podría estar allí, celebrando algo que no podía aceptar? ¿Cómo podría aceptar la realidad de que Oshin ya no estaba? -¡Fumiko, por favor! -insistió, golpeando la puerta una vez más
"A veces, el dolor es tan profundo que preferiríamos escapar de todo, pero lo único que nos queda es enfrentarlo, aunque eso signifique perder una parte de nosotros mismos."Fumiko IbarsMi cuerpo estaba levantado, moviéndose levemente de un lado a otro. A pesar de todo el cansancio, mi mente no se detenía. Podía sentir cómo mi cuerpo, pesado como plomo, apenas lograba mantenerse en pie. Pero la angustia era más fuerte que el sueño que me reclamaba. Mis pensamientos se disparaban a mil por hora y mi corazón latía tan fuerte que era todo lo que escuchaba. Con cada latido, parecía que algo dentro de mí se rompía aún más.Abrí los ojos, pero la luz que entraba por la ventana los quemaba, así que los cerré de inmediato. La oscuridad era lo único que me ofrecía algo de calma, un respiro para el caos que sentía dentro de mí. La pesadez de todo lo que había pasado en estos días era tan abrumadora que ni siquiera podía distinguir si estaba despierta o soñando.-Vuelve a dormir -dijo una voz t
-Muy bien, Rodic.- Festejé con él cuando me leía las palabras. Aprendía rápido y Oshin lo había inscrito en el kínder de aquí antes de todo lo que había ocurrido. Verlo tan concentrado en sus libros me hacía sentir un nudo en el corazón. Había crecido tanto en tan poco tiempo, y no podía evitar sentir un dolor profundo por todo lo que había perdido. -Quisiela que mi papá me escuchala -dijo en voz baja, mirando el libro en sus manos con nostalgia. Sus ojos brillaban, pero no era la misma chispa que antes, esa luz pura y alegre que lo caracterizaba. La felicidad en su tono no llegaba a sus ojos. Me acerqué a él y me agaché frente a él para tomar su rostro con delicadeza. Se sentía tan frágil, tan vulnerable en ese momento. Secué sus lágrimas con los pulgares, intentando que no se sintiera solo en ese instante. -Seguro que estaría muy emocionado, igual que yo -le dije con voz suave, tratando de darle algo de consuelo. Él sonrió un poco, pero fue una sonrisa débil, forzada. Asintió len
-Se durmió... -afirmé, mirando a Roderick en mi pecho. Su pequeño cuerpo estaba relajado, acurrucado contra mí como un refugio en medio de la tormenta. Garret asintió, observando la escena con una calma que contrastaba con el torbellino de emociones que sentía en mi interior. -Es hora -dijo, con una suavidad que parecía envolverme. Su voz era baja, casi como un susurro. Asentí, sin poder evitar una última mirada a Roderick. Con cuidado, lo acomodé en la cama, asegurándome de que estuviera cómodo. Le besé la mejilla, acariciando su rostro con ternura, como si quisiera grabar en mi memoria cada uno de sus rasgos. Esa sería la última vez que lo vería así, tan tranquilo, sin saber lo que venía. -Te echaré mucho de menos, Rodic -dije, con nostalgia en la voz. El vacío se sentía en cada palabra. -Tengo que despedirme de ellos y pedir disculpas también -añadí, mientras lo arropaba con suavidad. Mis manos temblaban ligeramente, como si no pudiera aceptar la magnitud de lo que estaba a punto
Seis puertas gigantes se alzaban frente a mí, cada una imponente y misteriosa, dispuestas en un semicírculo perfectamente simétrico. La escena ante mis ojos parecía salida de una realidad alterna, como si el universo mismo me estuviera presentando una encrucijada final. Cada puerta tenía un color distinto, un tono vibrante y vivo que contrastaba con la oscuridad del entorno. Sin embargo, lo que más llamaba mi atención eran los símbolos grabados en cada una de ellas, marcas que no reconocía, pero que parecían esconder secretos ancestrales. Sabía, en lo más profundo de mi ser, que detrás de esos símbolos se ocultaban significados poderosos, algo que tenía que descubrir, pero no en ese momento. El aire era gélido, casi cortante, y la atmósfera estaba impregnada de una quietud tan absoluta que me hacía sentir como si estuviéramos suspendidos en el tiempo, fuera de cualquier línea temporal conocida. El silencio era tan profundo que sentía cómo me envolvía, opresivo, como un manto pesado.
"¿Se cierran ciclos o se abren nuevos?, esos son los caminos de la vida y el destino y solo ellos marcaran como continua esta historia."El silencio reinaba en la sala, pesado y profundo, mientras los dioses observaban en completo desconcierto la escena ante ellos. La chica, ahora en brazos del creador, estaba completamente inconsciente, su cuerpo rodeado de una energía vibrante que parecía ser la única presencia tangible en el aire. La confusión era palpable, tanto en los ojos de los dioses como en el semblante del propio creador, quien se mantenía firme, pero claramente desconcertado por lo que acababa de suceder.-Eso explica por qué tiene dones de ángel -murmuró el creador, su mirada fija en la joven en sus brazos, ahora transformada. Su cabellera, antes oscura, ahora brillaba con un rubio casi blanco, resplandeciente como la luz del amanecer, y en su espalda, dos enormes alas blancas se desplegaban con una suavidad que parecía desafiar la gravedad.-¿Qué significa esto? -preguntó
El amor de su vida, la pequeña chispa de esperanza que había estado esperando, nacería nuevamente en pocas horas. Ella ya lo sabía. La certeza que emanaba de su interior era irrefutable. El universo había conspirado para que todo lo que había sido destruido pudiera ser restaurado.-Ahora sí, todo estará bien -se dijo a sí misma, mientras sus pasos la llevaban hacia el lugar donde todo comenzaría de nuevo. Aunque las líneas del destino habían sido alteradas, el amor seguía siendo un faro que brillaba, esperando ser encontrado de nuevo.Ella sabía que, como todo en este mundo, el amor estaba destinado a renacer.-¿Lista? -preguntó el creador, sonriendo mientras la observaba bajar las escaleras con su cabello atado en una coleta. Ignoraba el nuevo color de el, pero asintió.-Más que nunca -respondió, con entusiasmo, aunque un sentimiento de tristeza le nublaba el corazón. Sabía que esta sería una despedida definitiva hacia él y hacia todos aquellos que hasta ahora habían sido su vida.-B
Todo, absolutamente todo, había sido complicado desde que salí de la manada. Nunca imaginé que todo lo que conocía, todo lo que daba por sentado, se desmoronaría tan rápido. Los libros que había tomado me ayudaron a comprender una historia mucho más compleja de lo que había imaginado. Me hablaban de la verdadera creación, de las líneas que separaban a los mundos y de los dioses o gobernantes que los regían, seres tan poderosos que su presencia misma parecía afectar la realidad. No era solo una historia, era una verdad oculta, algo que había estado esperando a ser revelado, y yo, sin quererlo, era la pieza clave de ese rompecabezas. Los sueños con Garret, el creador, se hicieron más frecuentes. A veces sentía que no era solo un sueño, sino una especie de comunicación más profunda. Él me guiaba, me ayudaba a despejar las dudas que los libros no podían responder, me enseñaba lo que era necesario para entender todo lo que me rodeaba. Había algo en su presencia que me inquietaba, una sensa