Las semanas siguientes fueron una locura para Mikhail Kasparov. Aunque esperaba organizar un gran evento para su casamiento, a pesar de la insistencia de Agnes por hacer algo más íntimo, una serie de pérdidas inesperadas lo mantuvieron extrañamente ocupado.No era un tonto. Sabía que, la realización de cada pequeño atentado y cada información filtrada a su competencia o la policía, tenía que ver con la pasada presencia de Loren entre su personal. Algo que debía reprocharse a sí mismo, que creyó poder manejarlo todo.Lo que no tenía claro, era quién la estaba respaldando, ahora que Yuri la había dejado por su cuenta.Agnes entendía que para él, la boda no era sólo por amor a ella y que por eso le preocupaba hacer algo importante. Había detrás de ese evento una afirmación de poder que Kasparov necesitaba hacer y que ella respaldaba completamente, pero lo veía agobiado por preocupaciones más urgentes, sacando a sus hombres emboscados de prisión, o disculpándose con proveedores y comprad
Cuando Mikhail por fin salió de su oficina, ofuscado por la demora, para encaminarse a la comisaría junto a Agnes, con un mal presentimiento, se chocó directamente con su ayudante, Karl, cuya expresión era más que elocuente. -Lo siento, señor Kasparov. Hubo una filtración importante…El joven jefe lo fulminó con la mirada. Sus sospechas se cumplían y un escalofrío le recorrió la espalda.-¿Qué clase de filtración?-La señora Kasparov está desaparecida…El aura de furia de Mikhail era tan intensa que quienes estaban cerca se alejaron por instinto, incluso su subordinado, aunque no lo suficientemente rápido para evitar que él lo tomara del cuello y apretara con fuerza.Si algo le pasaba a su mujer… las entrañas se le revolvían de sólo pensarlo…-Me aseguraste que los guardias eran de tu total confianza… - siseó entre dientes el líder-. Esto te costará caro, Karl… ¿Qué hay de nuestro dispositivo?...El ahorcado se removía buscando aire para responder mientras su rostro se enrojecía. No
Agnes apretaba los dientes, dispuesta a resistir todo lo que pudiera hasta que Mikhail la encontrara al fin. Tenía la esperanza de lograrlo, mientras trataba de bloquear su miedo.Si sospechaba bien lo que se esperaba de ella, no permitirían que se desmayara. Sería largo y podía ver en los ojos de la ex amante de su esposo, un odio irracional.Loren, con una sonrisa maligna, se dispuso a acomodarse para observar.Sin embargo, antes de que todo comenzara, el hombre que había desvestido bruscamente y amordazado a la señora Kasparov, sugirió con calma:-Esto puede demorar, señora Loren, tal vez sería buena idea que buscara un trago para usted. Así estaría más cómoda.La aludida sonrió. -Tienes razón… Enseguida regreso. No empiecen sin mí. En cuanto la mujer salió de frío habitáculo, en el que el escaso moviliario que constaba de un sillón, un catre con esposas y la silla en la que estaba, por fin era visible para Agnes, el sujeto susurró al oído de su víctima:-No se preocupe, estoy de
Mikhail observaba al hombre frente a él. Sí, le parecía familiar, pero no estaba seguro. Su cerebro le enviaba señales contradictorias y eso le generaba grandes dudas.Como si frente a él se materializara un fantasma inesperado. -¿Reconocerte? ¿Por qué debería?Sergei sonrió, sin atisbo de maldad o sarcasmo:-Si no me matas, tendremos tiempo de hablar y de aclararlo. Pero por ahora, me parece que es más urgente subir a ese helicóptero tuyo y atender la salud de tu esposa, se ve pálida y agotada… Aunque no era mi intención, tuve que lastimarla un poco...Kasparov miró a Agnes. De verdad se veía mal, aunque sonreía.-Sergei tiene razón, Mikka. Vamos a un hospital, me siento exhausta. No lo mates, fue una suerte que Loren le diera a él la tarea de torturarme y someterme.El hombre sonrió. -En realidad, no fue azaroso, pero ya hablaremos luego, si el señor Kasparov lo permite.La señora Kasparov asintió apenas con la cabeza, antes de desmayarse en brazos de Mikhail.Cuando por fin abri
Sergei entró con un inusual aplomo a la habitación del hospital, donde su "víctima", Agnes Kasparov, se recuperaba de sus heridas.Lucía algo diferente ahora que estaba bañado, afeitado y con otra ropa, más formal y que además le sentaba muy bien.Tenía un porte que a la joven le parecía conocido. Es que el hombre no sólo se veía diferente ahora que su rol había cambiado drásticamente, si no que también se veía muy familiar.Demasiado.Mikhail lo observaba entrecerrando los ojos con una notoria desconfianza, mientras Agnes aguardaba en silencio a que él tomara la iniciativa en ese asunto.Después de todo, parecía tratarse de algo entre ellos dos, y ella prefería darles su espacio, por ahora.Finalmente, fue el propio verdugo el que decidió cortar el espeso mutismo, diciendo con un tono tranquilo y relajado que contrastaba con el fastidio del señor Kasparov:-Veo que tu esposa se encuentra mejor, Mikhail Kasparov. Y que decidieron entrevistarme en un lugar algo inesperado, esta habita
Por razones de seguridad, Alexei no viviría en la casa de Mikhail, aunque el resultado del ADN había confirmado su identidad. Fiel a su costumbre, el menor de los hermanos era desconfiado. Así que se le asignó un departamento diferente, aunque cercano a la mansión, por si requería su presencia con urgencia.Aunque el hermano mayor hubiera preferido estar más en contacto, para restablecer su relación, era consciente de que eso requeriría tiempo.Y también debería esforzarse por ganarse la confianza de un hombre tan frío como el joven mafioso.Después de todo, él no era más que el resultado del camino que Alexei lo había forzado a recorrer. En cuanto Agnes recibió el alta, regresó a la gran mansión más que feliz de estar allí, viva, con una novedad que la hacía sentir con tanta alegría como miedo, y su hermana menor la recibió con una enorme sonrisa.Pero Sara volvía a mirar a Mikhail con odio renovado. Después de todo, había sido una de sus ex amantes la que había atacado a su hermana
Era imposible saber exactamente quién estaba detrás del mensaje que recibieron, ya que les llegó a través de un número fantasma. Además, el texto no tenía demasiadas palabras. Tan sólo había escritas unas coordenadas, no muy alejadas, en las afueras de la ciudad, y un ultimátum que era breve y específico:"INTERCAMBIO. DOSCIENTOS MIL EUROS. SEÑORA KASPAROV. SOLA. O REHÉN MUERE. EN UNA HORA".Kiana estaba angustiada y sabía de qué era capaz su amiga por ayudarla.-De ninguna manera, Agnes. No puedes ir allí sola, aunque se trate de mi propio hermano. Es obvio que es otra trampa para capturarte, o peor aún, asesinarte de inmediato. No te pediría jamás algo así…Agnes suspiró. Le costaba tomar una decisión rápida. Si sólo se tratara de sí misma, probablemente iría sin pensarlo mucho. Pero esperaba un hijo de Mikhail, y eso la frenaba. -Ya lo sé, Kiana… Pero tengo que pensar en algo y el tiempo corre…Unos segundos después, alguien tocó el timbre de la casa. La señora Kasparov ordenó a
Demian caminaba, yendo y viniendo nervioso, en la sala de su enorme y solitaria residencia. Estaba sin duda en una disyuntiva compleja, incapaz de tomar una decisión. Por un lado, si ayudaba a Miguel Murano, se expondría directamente frente a Yuri, revelando que había estado negociando con el traficante a sus espaldas y boicoteando a Mikhail a pesar de las repetidas advertencias. Sería un enfrentamiento abierto y no tendría dónde esconderse.Pero si no lo ayudaba, su aliado finalmente caería bajo la fuerza de Kasparov y entonces él perdería el escaso apoyo externo a Zorro Blanco que pudiera recibir, y quedaría con pocas opciones disponibles, por no decir ninguna.Se inclinaba a ir hasta la casa de Murano, motivado por el odio, arremeter contra las fuerzas de su oponente y darle luego el tiro de gracia a su entrometida esposa, pero lo frenaba una fuerza muy poderosa y que lo avergonzaba: era un cobarde.No deseaba luchar cara a cara con su adversario, porque le tenía un miedo atroz q