Agnes tenía mucha paciencia con su hermana y estaba feliz de haberla encontrado, pero luego de algunas semanas necesitaba salir de la mansión o perdería el control. Sara no era una niña fácil de tratar, nunca lo había sido, influenciada por la pérdida de su madre, un padre desbordado y una salud delicada que padecía en el clima de Viborg. Pero desde su regreso a su lado, parecían intensificados los peores rasgos de su carácter, posesiva, contestadora y con unos modales que dejaban mucho que desear.Claro que había sufrido, la joven señora Kasparov se culparía por eso toda la vida. Sin embargo, necesitaba aire o pronto su tolerancia se quebraría.Por eso, cuando su amiga y socia, Kiana, le anunció por un mensaje de texto desde su móvil privado, que necesitaba de su presencia para tratar con algunos de sus proveedores, que mostraban cierta hostilidad debido a sus días de ausencia, no dudó un instante en acudir a su llamado.Deseaba trabajar, conversar con la joven y tal vez incluso comp
Mikhail Kasparov hacía una guardia eterna junto a la cama de su esposa.Era difícil reconocer al joven líder mafioso detrás de sus grises ojos apagados, expectantes, impacientes… que aguardaban una señal que le devolviera la esperanza.Le hablaba con un amor casi doloroso, susurrando, esperando que en su mundo de entresueños no se olvidara de él.Aunque no era el único que esperaba el despertar de Agnes, sí parecía ser el que más sufría, aún más que su hermana.El hombre se culpaba. Claro que se culpaba de todo lo que había pasado, y sabía que la pequeña Sara también lo hacía.Agnes había quedado en medio de un ajuste que Kasparov debió evitar, en una venganza personal y casi pasional. Loren los había traicionado, Malik como agente de Oso Negro se había involucrado y Mikhail… él simplemente había llegado tarde. Tal vez demasiado tarde.Acariciaba en silencio la pequeña mano de su mujer, mirando con nostalgia el anillo en su dedo. Estaba muy orgulloso de ella que, ágil y fuerte, hab
Sara estaba feliz de que su hermana hubiera sobrevivido a la trampa que le habían tendido, y de que estuviera de regreso en la mansión Kasparov. Le sorprendía lo que Agnes había aprendido en ese tiempo y lo importante que parecía ser en la vida del líder mafioso. Pero pronto, la pequeña descubrió que se sentía aún más excluida que antes cuando marido y mujer estaban juntos, como si tuvieran una unión secreta de la que ella se quedaba afuera. Y su resolución de deshacerse del hombre que las protegía, fue creciendo.Aunque para cualquiera en su sano juicio, lo que la niña pensaba era una insensatez, Sara no estaba precisamente en sus cabales.Había crecido aferrada a su hermana como su único bastión y, cuando las separaron, el sufrimiento y el maltrato habían sido tan profundos, que su psique padecería mucho tiempo las consecuencias.Sin contar con que escapar de la adicción y la enfermedad no era tarea sencilla.Por ahora, se dedicó a espiar los movimientos de Mikhail, y descubrir a
Las semanas siguientes fueron una locura para Mikhail Kasparov. Aunque esperaba organizar un gran evento para su casamiento, a pesar de la insistencia de Agnes por hacer algo más íntimo, una serie de pérdidas inesperadas lo mantuvieron extrañamente ocupado.No era un tonto. Sabía que, la realización de cada pequeño atentado y cada información filtrada a su competencia o la policía, tenía que ver con la pasada presencia de Loren entre su personal. Algo que debía reprocharse a sí mismo, que creyó poder manejarlo todo.Lo que no tenía claro, era quién la estaba respaldando, ahora que Yuri la había dejado por su cuenta.Agnes entendía que para él, la boda no era sólo por amor a ella y que por eso le preocupaba hacer algo importante. Había detrás de ese evento una afirmación de poder que Kasparov necesitaba hacer y que ella respaldaba completamente, pero lo veía agobiado por preocupaciones más urgentes, sacando a sus hombres emboscados de prisión, o disculpándose con proveedores y comprad
Cuando Mikhail por fin salió de su oficina, ofuscado por la demora, para encaminarse a la comisaría junto a Agnes, con un mal presentimiento, se chocó directamente con su ayudante, Karl, cuya expresión era más que elocuente. -Lo siento, señor Kasparov. Hubo una filtración importante…El joven jefe lo fulminó con la mirada. Sus sospechas se cumplían y un escalofrío le recorrió la espalda.-¿Qué clase de filtración?-La señora Kasparov está desaparecida…El aura de furia de Mikhail era tan intensa que quienes estaban cerca se alejaron por instinto, incluso su subordinado, aunque no lo suficientemente rápido para evitar que él lo tomara del cuello y apretara con fuerza.Si algo le pasaba a su mujer… las entrañas se le revolvían de sólo pensarlo…-Me aseguraste que los guardias eran de tu total confianza… - siseó entre dientes el líder-. Esto te costará caro, Karl… ¿Qué hay de nuestro dispositivo?...El ahorcado se removía buscando aire para responder mientras su rostro se enrojecía. No
Agnes apretaba los dientes, dispuesta a resistir todo lo que pudiera hasta que Mikhail la encontrara al fin. Tenía la esperanza de lograrlo, mientras trataba de bloquear su miedo.Si sospechaba bien lo que se esperaba de ella, no permitirían que se desmayara. Sería largo y podía ver en los ojos de la ex amante de su esposo, un odio irracional.Loren, con una sonrisa maligna, se dispuso a acomodarse para observar.Sin embargo, antes de que todo comenzara, el hombre que había desvestido bruscamente y amordazado a la señora Kasparov, sugirió con calma:-Esto puede demorar, señora Loren, tal vez sería buena idea que buscara un trago para usted. Así estaría más cómoda.La aludida sonrió. -Tienes razón… Enseguida regreso. No empiecen sin mí. En cuanto la mujer salió de frío habitáculo, en el que el escaso moviliario que constaba de un sillón, un catre con esposas y la silla en la que estaba, por fin era visible para Agnes, el sujeto susurró al oído de su víctima:-No se preocupe, estoy de
Mikhail observaba al hombre frente a él. Sí, le parecía familiar, pero no estaba seguro. Su cerebro le enviaba señales contradictorias y eso le generaba grandes dudas.Como si frente a él se materializara un fantasma inesperado. -¿Reconocerte? ¿Por qué debería?Sergei sonrió, sin atisbo de maldad o sarcasmo:-Si no me matas, tendremos tiempo de hablar y de aclararlo. Pero por ahora, me parece que es más urgente subir a ese helicóptero tuyo y atender la salud de tu esposa, se ve pálida y agotada… Aunque no era mi intención, tuve que lastimarla un poco...Kasparov miró a Agnes. De verdad se veía mal, aunque sonreía.-Sergei tiene razón, Mikka. Vamos a un hospital, me siento exhausta. No lo mates, fue una suerte que Loren le diera a él la tarea de torturarme y someterme.El hombre sonrió. -En realidad, no fue azaroso, pero ya hablaremos luego, si el señor Kasparov lo permite.La señora Kasparov asintió apenas con la cabeza, antes de desmayarse en brazos de Mikhail.Cuando por fin abri
Sergei entró con un inusual aplomo a la habitación del hospital, donde su "víctima", Agnes Kasparov, se recuperaba de sus heridas.Lucía algo diferente ahora que estaba bañado, afeitado y con otra ropa, más formal y que además le sentaba muy bien.Tenía un porte que a la joven le parecía conocido. Es que el hombre no sólo se veía diferente ahora que su rol había cambiado drásticamente, si no que también se veía muy familiar.Demasiado.Mikhail lo observaba entrecerrando los ojos con una notoria desconfianza, mientras Agnes aguardaba en silencio a que él tomara la iniciativa en ese asunto.Después de todo, parecía tratarse de algo entre ellos dos, y ella prefería darles su espacio, por ahora.Finalmente, fue el propio verdugo el que decidió cortar el espeso mutismo, diciendo con un tono tranquilo y relajado que contrastaba con el fastidio del señor Kasparov:-Veo que tu esposa se encuentra mejor, Mikhail Kasparov. Y que decidieron entrevistarme en un lugar algo inesperado, esta habita