Yuri no había llegado al poder siendo un hombre ingenuo y bondadoso. Eso era claro.Por lo tanto, aunque no podía saber los detalles, era claro que los Kasparov estaban creciendo demasiado y en poco tiempo.Era evidente que, si quería sostenerse en lo más alto, debería cambiar de estrategia muy pronto.Agnes y Mikhail usaron con bastante discreción sus recién adquiridos bienes, ampliando sus negocios. Ella le asignó nuevas tareas a Kiana, poniéndola además a cargo de una cadena de clubes y de otros emprendimientos formales y legales, para que funcionaran como una fachada de sus actividades clandestinas. Allí lavarían sus ganancias.La mayor parte de su tesoro permanecería oculta, puesto que el rumor de que había sido obtenido por Oso Negro había funcionado de maravilla. Muchos líderes estaban convencidos de que Boris Kiev acaparaba el oro de Villalobos en sus arcas.En medio de todo este cambio de corrientes de poderío, Yuri sentía que debía hacer algún movimiento que acentuara que Mi
Mikhail se sentía satisfecho con el rumbo que habían tomado las cosas. No necesitaba sacar todas sus armas demasiado pronto.Seguiría como el ahijado favorito de Yuri durante el tiempo que fuera necesario, lo que dejaba todo el relativa calma para crecer a pasos lentos y calculados, y además había dejado bien claro delante de todos esos buitres hambrientos de ojos indiscretos que Agnes era su mujer, formalmente, y para todo el mundo clandestino. Por añadidura, sabía bien que los rumores de lo que le había pasado a Benito Murano por tocar lo que no debía, no dejaban de circular en los bajos fondos, y habían llegado también a la gran fiesta de Yuri, y eso lo hacía sentir el primitivo placer de haber marcado territorio delante de líderes y subordinados.Agnes era suya, indiscutiblemente.Ese placer primitivo, pronto se tradujo en deseo, bajo las luces del gran salón, con la música suave sonando en el aire, el aroma excitante del triunfo sobre sus enemigos y aliados envidiosos.Y el perf
Mikhail salió de las sombras en las que se había quedado para cederle espacio y se acercó a su esposa.Algo en ella estaba mal y tensaba el ambiente a su alrededor. Podía deberse a lo jóvenes que eran esas agentes de Oso Negro y la incomodidad que generaba en todos los presentes. No era una situación en lo absoluto agradablePero algo más le pasaba a Agnes.Posó una mano con suavidad en su hombro y le preguntó con un susurro:-¿Estás bien?Ella no respondió. Su mirada estaba fija en un punto.Él siguió la dirección de sus ojos, tratando de entender.En una de las sillas del lugar, frente a ellos, casi totalmente adormecida por el sopor de algún narcótico, una pequeña que no tendría más de doce años, delgada, pálida, se sostenía a duras penas. Era tan menuda que parecía aún más joven y eso era inquietante.Kasparov se giró hacia su esposa y la tomó de los hombros intentando descifrar sus sentimientos, buscando palabras que pudieran tranquilizarla.-Agnes, cariño, no te preocupes por e
A la madrugada, un golpe en la puerta despertó a Agnes. Era una de las empleadas de la casa, avisando que su hermana parecía a punto de despertarse, moviéndose en la cama.La mujer se cubrió de prisa con un camisón y una bata, echó una mirada con una leve sonrisa al monumento sensual que era su Mikhail desnudo en la cama, y corrió a la habitación contigua, donde reposaba Sonya desde que había llegado. Un dormitorio maravilloso que su esposo había preparado con todas las comodidades.Abrió la puerta aún nerviosa por cómo pudiera reaccionar la niña y entró en el preciso instante en que la niña abría sus ojos y observaba a su alrededor hasta dar con ella, de pie en la puerta, con los ojos llorosos.La miró con incredulidad, como si se tratara de un extraño sueño.Musitó en voz muy baja:-¿Anya?La joven, impaciente, corrió a la cama y la envolvió en un abrazo que llevaba meses guardando, incapaz de contener su felicidad y su emoción a pesar de la enorme culpa.-¡Sonya! Mi pequeña… creí q
Agnes tenía mucha paciencia con su hermana y estaba feliz de haberla encontrado, pero luego de algunas semanas necesitaba salir de la mansión o perdería el control. Sara no era una niña fácil de tratar, nunca lo había sido, influenciada por la pérdida de su madre, un padre desbordado y una salud delicada que padecía en el clima de Viborg. Pero desde su regreso a su lado, parecían intensificados los peores rasgos de su carácter, posesiva, contestadora y con unos modales que dejaban mucho que desear.Claro que había sufrido, la joven señora Kasparov se culparía por eso toda la vida. Sin embargo, necesitaba aire o pronto su tolerancia se quebraría.Por eso, cuando su amiga y socia, Kiana, le anunció por un mensaje de texto desde su móvil privado, que necesitaba de su presencia para tratar con algunos de sus proveedores, que mostraban cierta hostilidad debido a sus días de ausencia, no dudó un instante en acudir a su llamado.Deseaba trabajar, conversar con la joven y tal vez incluso comp
Mikhail Kasparov hacía una guardia eterna junto a la cama de su esposa.Era difícil reconocer al joven líder mafioso detrás de sus grises ojos apagados, expectantes, impacientes… que aguardaban una señal que le devolviera la esperanza.Le hablaba con un amor casi doloroso, susurrando, esperando que en su mundo de entresueños no se olvidara de él.Aunque no era el único que esperaba el despertar de Agnes, sí parecía ser el que más sufría, aún más que su hermana.El hombre se culpaba. Claro que se culpaba de todo lo que había pasado, y sabía que la pequeña Sara también lo hacía.Agnes había quedado en medio de un ajuste que Kasparov debió evitar, en una venganza personal y casi pasional. Loren los había traicionado, Malik como agente de Oso Negro se había involucrado y Mikhail… él simplemente había llegado tarde. Tal vez demasiado tarde.Acariciaba en silencio la pequeña mano de su mujer, mirando con nostalgia el anillo en su dedo. Estaba muy orgulloso de ella que, ágil y fuerte, hab
Sara estaba feliz de que su hermana hubiera sobrevivido a la trampa que le habían tendido, y de que estuviera de regreso en la mansión Kasparov. Le sorprendía lo que Agnes había aprendido en ese tiempo y lo importante que parecía ser en la vida del líder mafioso. Pero pronto, la pequeña descubrió que se sentía aún más excluida que antes cuando marido y mujer estaban juntos, como si tuvieran una unión secreta de la que ella se quedaba afuera. Y su resolución de deshacerse del hombre que las protegía, fue creciendo.Aunque para cualquiera en su sano juicio, lo que la niña pensaba era una insensatez, Sara no estaba precisamente en sus cabales.Había crecido aferrada a su hermana como su único bastión y, cuando las separaron, el sufrimiento y el maltrato habían sido tan profundos, que su psique padecería mucho tiempo las consecuencias.Sin contar con que escapar de la adicción y la enfermedad no era tarea sencilla.Por ahora, se dedicó a espiar los movimientos de Mikhail, y descubrir a
Las semanas siguientes fueron una locura para Mikhail Kasparov. Aunque esperaba organizar un gran evento para su casamiento, a pesar de la insistencia de Agnes por hacer algo más íntimo, una serie de pérdidas inesperadas lo mantuvieron extrañamente ocupado.No era un tonto. Sabía que, la realización de cada pequeño atentado y cada información filtrada a su competencia o la policía, tenía que ver con la pasada presencia de Loren entre su personal. Algo que debía reprocharse a sí mismo, que creyó poder manejarlo todo.Lo que no tenía claro, era quién la estaba respaldando, ahora que Yuri la había dejado por su cuenta.Agnes entendía que para él, la boda no era sólo por amor a ella y que por eso le preocupaba hacer algo importante. Había detrás de ese evento una afirmación de poder que Kasparov necesitaba hacer y que ella respaldaba completamente, pero lo veía agobiado por preocupaciones más urgentes, sacando a sus hombres emboscados de prisión, o disculpándose con proveedores y comprad