Rita la miraba a los ojos llena de incredulidad, mientras las nieblas que durante años habían bloqueado su mente, se iban disipando despacio, como si alguien quitara un velo tras otro, de a uno. De pronto muchos recuerdos sueltos y la familiaridad que el rostro de la joven le había despertado se hicieron tangibles, reales y pudo observarla por primera vez bajo la luz de esa nueva consciencia.Entonces, musitó con la voz quebrada por la emoción, ante esa mujer que no era ya la niña que recordaba:-¿Anya? ¿Mi pequeña Anya?Marcos se acercó a las dos mujeres, mirándolas con nuevos ojos. De pronto, el parecido era tan evidente que parecía un truco de magia. Desde que la joven había llegado a su casa, había notado en ella algo familiar, pero le había resultado imposible hallar el motivo.Se atrevió a intervenir:-¿Podrían aclararme qué sucede?Agnes lo observó. Parecía sinceramente preocupado, y por eso se decidió a hablar frente a él, revelando su identidad a pesar de tratarse de un prov
Al día siguiente, Agnes y Mikhail ya estaban de regreso en su hogar en Helsinki, dispuestos a continuar, más unidos que nunca, aquello para lo que se habían aliado.Y en la mente de la joven se iba formando un plan maestro, destinado a deshacerse de aquellos que la habían menospreciado.No estaba sola. Y eso la volvía temible.Ella se reunió ese mismo día con Yuri, de nuevo en el gran despacho del líder despiadado, poniéndolo al día con meticulosa precisión sobre el resultado de sus negociaciones con Marcos Cortés. Omitiendo, por supuesto, cualquier detalle sobre la presencia de su esposo, su secuestro o el hallazgo de su madre con vida.El hombre la observaba, incapaz de ocultar cierto respeto, aunque con reticencia. No podía ignorar el hecho de que su ahijado hubiera desaparecido también mientras su esposa estaba ausente, sin informar cuál había sido su destino. Mikhail le ocultaba algo, y las fuerzas y subordinados que lo rodeaban, eran silenciosos como rocas. El joven jefe premiab
Yuri no había llegado al poder siendo un hombre ingenuo y bondadoso. Eso era claro.Por lo tanto, aunque no podía saber los detalles, era claro que los Kasparov estaban creciendo demasiado y en poco tiempo.Era evidente que, si quería sostenerse en lo más alto, debería cambiar de estrategia muy pronto.Agnes y Mikhail usaron con bastante discreción sus recién adquiridos bienes, ampliando sus negocios. Ella le asignó nuevas tareas a Kiana, poniéndola además a cargo de una cadena de clubes y de otros emprendimientos formales y legales, para que funcionaran como una fachada de sus actividades clandestinas. Allí lavarían sus ganancias.La mayor parte de su tesoro permanecería oculta, puesto que el rumor de que había sido obtenido por Oso Negro había funcionado de maravilla. Muchos líderes estaban convencidos de que Boris Kiev acaparaba el oro de Villalobos en sus arcas.En medio de todo este cambio de corrientes de poderío, Yuri sentía que debía hacer algún movimiento que acentuara que Mi
Mikhail se sentía satisfecho con el rumbo que habían tomado las cosas. No necesitaba sacar todas sus armas demasiado pronto.Seguiría como el ahijado favorito de Yuri durante el tiempo que fuera necesario, lo que dejaba todo el relativa calma para crecer a pasos lentos y calculados, y además había dejado bien claro delante de todos esos buitres hambrientos de ojos indiscretos que Agnes era su mujer, formalmente, y para todo el mundo clandestino. Por añadidura, sabía bien que los rumores de lo que le había pasado a Benito Murano por tocar lo que no debía, no dejaban de circular en los bajos fondos, y habían llegado también a la gran fiesta de Yuri, y eso lo hacía sentir el primitivo placer de haber marcado territorio delante de líderes y subordinados.Agnes era suya, indiscutiblemente.Ese placer primitivo, pronto se tradujo en deseo, bajo las luces del gran salón, con la música suave sonando en el aire, el aroma excitante del triunfo sobre sus enemigos y aliados envidiosos.Y el perf
Mikhail salió de las sombras en las que se había quedado para cederle espacio y se acercó a su esposa.Algo en ella estaba mal y tensaba el ambiente a su alrededor. Podía deberse a lo jóvenes que eran esas agentes de Oso Negro y la incomodidad que generaba en todos los presentes. No era una situación en lo absoluto agradablePero algo más le pasaba a Agnes.Posó una mano con suavidad en su hombro y le preguntó con un susurro:-¿Estás bien?Ella no respondió. Su mirada estaba fija en un punto.Él siguió la dirección de sus ojos, tratando de entender.En una de las sillas del lugar, frente a ellos, casi totalmente adormecida por el sopor de algún narcótico, una pequeña que no tendría más de doce años, delgada, pálida, se sostenía a duras penas. Era tan menuda que parecía aún más joven y eso era inquietante.Kasparov se giró hacia su esposa y la tomó de los hombros intentando descifrar sus sentimientos, buscando palabras que pudieran tranquilizarla.-Agnes, cariño, no te preocupes por e
A la madrugada, un golpe en la puerta despertó a Agnes. Era una de las empleadas de la casa, avisando que su hermana parecía a punto de despertarse, moviéndose en la cama.La mujer se cubrió de prisa con un camisón y una bata, echó una mirada con una leve sonrisa al monumento sensual que era su Mikhail desnudo en la cama, y corrió a la habitación contigua, donde reposaba Sonya desde que había llegado. Un dormitorio maravilloso que su esposo había preparado con todas las comodidades.Abrió la puerta aún nerviosa por cómo pudiera reaccionar la niña y entró en el preciso instante en que la niña abría sus ojos y observaba a su alrededor hasta dar con ella, de pie en la puerta, con los ojos llorosos.La miró con incredulidad, como si se tratara de un extraño sueño.Musitó en voz muy baja:-¿Anya?La joven, impaciente, corrió a la cama y la envolvió en un abrazo que llevaba meses guardando, incapaz de contener su felicidad y su emoción a pesar de la enorme culpa.-¡Sonya! Mi pequeña… creí q
Agnes tenía mucha paciencia con su hermana y estaba feliz de haberla encontrado, pero luego de algunas semanas necesitaba salir de la mansión o perdería el control. Sara no era una niña fácil de tratar, nunca lo había sido, influenciada por la pérdida de su madre, un padre desbordado y una salud delicada que padecía en el clima de Viborg. Pero desde su regreso a su lado, parecían intensificados los peores rasgos de su carácter, posesiva, contestadora y con unos modales que dejaban mucho que desear.Claro que había sufrido, la joven señora Kasparov se culparía por eso toda la vida. Sin embargo, necesitaba aire o pronto su tolerancia se quebraría.Por eso, cuando su amiga y socia, Kiana, le anunció por un mensaje de texto desde su móvil privado, que necesitaba de su presencia para tratar con algunos de sus proveedores, que mostraban cierta hostilidad debido a sus días de ausencia, no dudó un instante en acudir a su llamado.Deseaba trabajar, conversar con la joven y tal vez incluso comp
Mikhail Kasparov hacía una guardia eterna junto a la cama de su esposa.Era difícil reconocer al joven líder mafioso detrás de sus grises ojos apagados, expectantes, impacientes… que aguardaban una señal que le devolviera la esperanza.Le hablaba con un amor casi doloroso, susurrando, esperando que en su mundo de entresueños no se olvidara de él.Aunque no era el único que esperaba el despertar de Agnes, sí parecía ser el que más sufría, aún más que su hermana.El hombre se culpaba. Claro que se culpaba de todo lo que había pasado, y sabía que la pequeña Sara también lo hacía.Agnes había quedado en medio de un ajuste que Kasparov debió evitar, en una venganza personal y casi pasional. Loren los había traicionado, Malik como agente de Oso Negro se había involucrado y Mikhail… él simplemente había llegado tarde. Tal vez demasiado tarde.Acariciaba en silencio la pequeña mano de su mujer, mirando con nostalgia el anillo en su dedo. Estaba muy orgulloso de ella que, ágil y fuerte, hab