La habitación estaba oscura, en ningún momento se había filtrado la luz del sol, no se sabía si era de noche o de día.

Solo una incesante necesidad de comer y beber eran los marcadores que le ayudaban a saber el tiempo que había transcurrido.

Lita había luchado durante horas para deshacerse del agarre de Joan de manera infructuosa, no quería dejar a Elisa sola.

Después de un largo camino había llegado a este lugar del cual no identificaba ni el olor, ni el ambiente.

¿Dónde se encontraba?

El miedo la estaba inundando, sus muñecas adoloridas llenas de marcas de tanto jalón por estar desesperada para liberarse, habían terminado en llagas vivas que no alcanzaban a sanar cuando la desesperación la inundaba y volvía a comenzar.

La puerta se abre, el chirrido de las bisagras eran el anuncio que alguien más había llegado.

—Lita —esa voz que mucho tiempo atrás le daba consuelo y tranquilidad en este momento solamente le incita va a ponerse en alerta.

Ella se mantuvo en silencio, no estaba dispu