No me quiero levantar. Pasar todo el día en casa es una actividad que podría hacer todos los días. Ayer no me levanté más que para ir al baño y comer un poco. Hoy debo regresar al trabajo y pedir mis ausencias, quiero irme mañana mismo al pueblo de mamá y pasar allá el fin de semana. Me incorporo desperezándome en la cama pero me detengo al sentir el mareo premonitorio. “Raje entra y me observa asustado. Hay mucha sangre en el piso. Cuando él se fue comenzó la hemorragia. No se lo había dicho. No me había atrevido. Los calambres son cada vez más intensos. Supongo que ya es demasiado tarde. Me agarro el vientre con fuerza y pido - Por favor. Por favor. - Cuando él me toma en sus brazos, me sumo en la inconsciencia y dejo de luchar. Sé que es demasiado tarde. “No puedo respirar. No otra vez. Trato de controlar mis respiraciones pero no lo logro, no me sirven de nada. Tengo que hacer otra cosa, pienso jadeando. Los ojos se me llenan de lágrimas mientras trato de pensar en mi lugar fel
Me mira sobre el hombro y sigue caminando. Sus pisadas resuenan en todo el lugar. Camino detrás de ella tratando de alcanzarla pero se aleja cada vez más. Yo no avanzo. Muevo mis brazos y mis piernas tratando de ser más veloz pero no logro darle alcance. Ella voltea de nuevo y veo su sonrisa, no, no es una sonrisa, es un gesto de, de dolor. Sus pisadas resuenan cada vez más fuerte mientras ella se aleja más y más. Me detengo y me tapo los oídos con las manos. El ruido es insoportable, caigo de rodillas pero el ruido no termina, no termina. Me despierto enredado en las sábanas. Manoteo tratando de liberarme y finalmente identifico el ruido. Mi teléfono suena con insistencia. Miro la hora en el reloj sobre la mesilla de noche y me incorporo sobresaltado. Las tres de la mañana. Tomo el celular y veo la pantalla. Contesto inmediatamente. - Tu padrino, lo llevamos al hospital. -***Me despierto a las seis sin necesidad de alarma. Para ir a trabajar no logro levantarme a las siete sin p
Abro la puerta muy lentamente sin hacer ruido. Mamá está en la cocina. Canta. Siempre lo hace. Aspiro el aroma que está por toda la casa. Pimienta y ajo. Me encanta. Dejo la maleta en la sala y me dirijo a la cocina. Mamá ya no canta. Me extraña el silencio que se ha instalado en el ambiente. Camino un poco más y por fin la veo. Está en el fregadero, de espaldas a mi, estática. Voltea justo cuando voy a abrazarla. Me cuelgo de su cuerpo y aprieto el abrazo tratando de sacar toda la incertidumbre y el dolor que siento. Le planto un sonoro beso en la mejilla y la suelto. - Pero qué, qué haces aquí? Por qué no me dijiste? Estoy perdiendo mis habilidades. Te sentí, bueno, no realmente. Sentí que alguien había llegado pero no pude definir quién. Qué barbaridad - - Tranquila mamá, está bien. Estoy bien - Mamá me escudriña con la mirada. - Lo estás? -No puedo aguantar su mirada curiosa, nunca he podido. - Claro que lo estoy. Aunque, - - Se ha manifestado? - - No, mamá. De que habla
Mamá no me pregunta nada. Aunque sabe mucho más de lo que aparenta, me ha dado mi espacio. Esta mañana, poco antes de que aparezca el sol, salgo a caminar por la playa. Me relajo. He visto a Raje. Se dedica a pescar y hace entregas en el restorán de la playa. Mi madre vive en un pequeño pueblo costero cuyo único atractivo turístico es el gran hotel y el restorán del mismo. El pueblo ofrece a los turistas citadinos la oportunidad de salir del ruido y ritmo de la ciudad y disfrutar de la playa y buena comida. Aunque está a cinco horas de la capital, en verano el lugar está siempre lleno. Yo solía trabajar aquí. Aquí nos conocimos. Los dos nacimos en este pueblo así que era inevitable. Paso por el restorán, todavía es muy temprano para que haya clientes pero ya empieza el ajetreo matutino. Ahí lo veo. Me quedo de pie viéndolo desde lejos. Su sola presencia, aunque no esté cerca, me llena de temor. Ha cambiado. Ya no es el chiquillo inmaduro y juguetón que era cuando trabajábamos aquí.
Mi padrino me mira preocupado. Doy vueltas sin poder contener mi furia. No puedo creer lo que acaba de pasar. Yo, yo le hice esa cicatriz? Yo la lastimé? Yo marqué su piel de la manera más ruin y vil que pueda haber?El recuerdo de la cicatriz en su brazo regresa a mi. Cómo se turbó cuando la toqué, cómo la sentí con mis dedos y no reaccioné, cómo fui capaz de ignorar esa marca que yo mismo causé. No le di mayor importancia, embelesado con su cuerpo y con lo que podría pasar. Pero cómo? Cómo es posible todo esto? Yo, yo no la conozco, yo no la había visto antes de la cafetería y mucho menos le habría hecho daño. Entonces, esto significa que, que estoy viendo su pasado? Cómo? Un pasado conmigo del que yo no tengo memoria? Qué diablos está pasando? Necesito encontrarla. Necesito hacerlo ya mismo. Giro para ver a mi padrino que se quedó sin palabras y sin pensarlo más le digo- Lo siento mucho padrino. Debo encontrarla. No sé qué diablos está pasando, pero no puedo más con esta incer
Acostada en mi habitación observo la foto en la pared. Mamá y yo caminamos por el acantilado del hotel, cuando aún no era tan popular y tan grande como ahora. El viento mueve nuestras largas y negras cabelleras rizadas y nuestras faldas anchas. Al fondo, el mar embravecido azota sus olas. Ese día llegamos al pueblo para comenzar una nueva vida. Yo tenía 15 años. Dejamos la mudanza sin desempacar y fuimos a recorrer la playa. Es la misma foto de mi habitación en la ciudad. Cuando me fui de aquí, me la llevé como un tesoro que aprecio como a mi vida. Mamá debe haber impreso otra copia. Me incorporo para ir a por agua cuando siento el mareo. “ Sentada frente al espejo observo mi cara. Recojo mi cabello rubio y comienzo a desmaquillarme. Él llega y se queda de pie en el quicio de la puerta. No dice nada. Solo me observa. Sé que he actuado muy raro estos días y está preocupado. Pero no puedo decirle nada. Pronto todo esto terminará y las cosas serán como antes. - Hola guapo - le dig
Los días se han pasado volando. Sin sentirlo, ya es martes y mañana debo regresar a la ciudad. Caminar por la playa antes del amanecer se ha convertido en mi rutina diaria. Siento las olas chocar con mis pies y eso me reconforta. Como dijo mi madre, tengo que aprender a ver las visiones que tengo si quiero entenderlas. Me concentro en las olas, en su ir y venir, en el color que adquiere la espuma cuando llega a mis pies, en el sonido del mar llegando a la playa, en la sensación de mi piel cuando el agua me moja, en los ruidos de las aves en la arena y en el aire, en el color del sol cuando comienza a emerger en el horizonte. Tengo que aprender a apreciar los más pequeños detalles para poder reconocerlos en mis visiones. Cierro los ojos y comienzo a ver, a ver de verdad las cosas a mi alrededor. A sentir, oír y ver todo lo que está pasando. Tenía razón mamá, debo aprender a descifrar lo que estoy viendo y encontrar la razón por la cual esta sucediendo.Abro los ojos y me doy la vuel
Suena el teléfono. Dejo el cepillo en la mesa y corro a la cama para ver quién es. Lo tomo apresuradamente al ver el nombre en la pantalla. He estado tan cómoda aquí que no me he acordado de ella para nada. - Hola - - Hummmmmm. Hola. Te olvidas por completo, amiga. -- Lo sé. Discúlpame Estela. -- Ya, ya. Cómo estás?Guardo silencio por un segundo. No sé cómo empezar con lo que tengo que decirle. - Qué, qué pasa? -- Estoy bien Estela. Muuuuy bien. De hecho demasiado bien jajajajjaa. -- Me asustas. Qué manera de ponerle misterio a las cosas. - - Fue un acierto venir aquí amiga. He pensado mucho. En las visiones, en los recuerdos, en cómo estén posiblemente relacionados, en mi futuro, en mi futuro Estela y lo que quiero hacer. No quiero seguir así. -- Hablé con mamá, le conté todo. Tuve otro, otro ataque de pánico. -- Sigues teniendo esos, recuerdos? -- Peor. Ya lo vi. -- Queeeeeeeeé? Y se atrevió a hablarte? Se atrevió a acercarse a ti? -- Si. Se acercó cuando estaba en la