Viktor frunce el ceño, pero intenta mantener la calma. Me inclino hacia adelante, mirándolo fijamente y el tono de mi voz baja, volviéndose más grave. Cruzo los brazos, inclinándome ligeramente hacia adelante y digo: - Viktor, debo admitir que tu habilidad para lograr resultados es… impresionante. De hecho, diría que eres casi demasiado competente. - Viktor frunce el ceño, ladeando la cabeza y responde, aun con arrogancia - ¿Demasiado competente? No sabía que eso pudiera ser un problema. - - Oh, claro que no lo sería… en circunstancias normales. Pero ya sabes, cuando alguien tiene esa… capacidad especial para convertir cualquier obstáculo en una oportunidad, incluso si la solución no siempre es… convencional, a veces se generan preguntas. - Viktor esboza una media sonrisa, desafiante - ¿Preguntas, dices? Qué curioso, porque yo pensaba que los resultados hablan por sí mismos. - Me levanto muy lentamente y doy un paso hacia la ventana mirando hacia fuera con fingida calma.
El sol de la mañana se filtra a través de las cortinas, puedo sentirlo aún sin abrir los ojos. Me siento atrapada entre dos mundos: el peso de lo que pasó aún oprime mi pecho, pero el alivio de haber llegado a su fin también está ahí, tímido, asomándose entre las grietas. La luz que atraviesa la ventana parece demasiado brillante, casi intrusiva, como si me pidiera que me enfrente a un día que aún no estoy lista para afrontar. Prefiero quedarme aquí, con los ojos cerrados, aferrándome al último rincón de paz que la cama me ofrece. El miedo a lo que viene ahora no desaparece del todo, pero el simple hecho de saber que atrapamos al culpable me hace sentir tranquila, aunque sea por un momento. Me debato entre quedarme en esta burbuja o abrir los ojos y encarar el mundo una vez más. Y, aunque la duda persiste, sé que eventualmente la luz será imposible de ignorar. Aunque atrapamos a Viktor, el peso de todo lo ocurrido sigue sobre mis hombros. Por un instante, permito que la calma se a
El motor del auto ruge suavemente mientras avanza por la carretera, mis manos se aprietan firmes en el volante, aunque el nudo en mi pecho me hace sentir como si apenas pudiera respirar. A mi lado, Jesan esta sentada en el asiento del copiloto con el rostro vuelto hacia la ventana y sus ojos fijos en el paisaje que pasa rápidamente. Parece absorta en sus pensamientos, pero sé que ella está tan consciente de mi presencia como yo lo estoy de la de ella. El silencio entre nosotros es pesado, casi tangible, como si cada kilómetro recorrido estuviera cargado con todo lo que no nos atrevemos a decir. Hay tantas palabras enredadas en mi garganta, tantas cosas que deseo expresar, pero cada vez que abro la boca para hablar, las palabras se desvanecen, ahogadas por el dolor de lo inevitable. Jesan no ha dicho nada desde que subió al auto. Entró con la misma calma aparente que ahora proyecta, pero puedo sentir su tristeza como una ola silenciosa que llena el espacio entre nosotros. Su postur
Mi padrino me mira, comprensivo, sentado frente a mí. La luz dorada del atardecer entra por la ventana de mi departamento pero no logra atenuar ni un poco la desazón que siento. Puedo sentir mi espalda tensa por el peso de todo lo que ha pasado. - Cómo estás, Logan? - pregunta mi padrino rompiendo el silencio que parecía eterno. Suelto una risa amarga mirando hacia el suelo. - No lo sé, padrino. Aunque Viktor está en la cárcel no siento alivio, solo vacío. - Mi padrino asiente lentamente y se inclina hacia adelante para acercarse a mí. - Te entiendo, hijo. Incluso cuando el culpable paga por lo que hizo, eso no borra el daño ni cura las heridas. Y tú… tú has estado cargando con demasiadas cosas, Logan. No solo por lo que hizo Viktor, sino por todo lo demás. - Levanto la mirada y miro sus ojos oscuros que reflejan una tormenta interna. Todo lo demás. Ha pasado tanto últimamente. Mi padrino suspira y asiente de nuevo. Sé perfectamente a qué se refiere. - Yo, yo sé
Estela y yo, caminamos en silencio tomadas de la mano. Me tomó una noche de whisky y lágrimas contarle todo. El eco de nuestros pasos rompe el silencio de la calle casi vacía. Las farolas lanzan sombras alargadas sobre el pavimento, mientras el viento arrastra hojas secas y recuerdos pasados. No hemos dicho una palabra desde que salimos de la última tienda. Giro ligeramente la cabeza hacia ella. Su rostro hermoso y sereno, me mira también. —No dejo de pensar que tal vez deba hacer más —digo de repente, rompiendo el silencio. - Siento que te estoy dejando sola con todo esto. — Mis ojos buscan los suyos. - Quisiera ayudarte más con los preparativos de la boda, pero… prometo que estaré aquí para la ceremonia. No me la perdería por nada. - Estela sonríe levemente aunque sus ojos brillan con una tristeza que no puede ocultar del todo. —No te preocupes por eso. Lo importante es que estés aquí cuando llegue el día —responde con voz firme pero con un toque de melancolía—. Has p
No sé ni cuánto tiempo ha pasado desde que Jesan se fue pero cada día parece una eternidad. Las primeras mañanas después de su partida fueron las más difíciles. Me despertaba con una punzada de incertidumbre en el pecho, como si algo esencial me faltara. Y aunque me esforzaba en mantener mi rutina: levantarme temprano, correr por el parque, trabajar largas horas tratando de llenar los vacíos con actividades, todo parecía una distracción incompleta. Las noches eran peores. El silencio del apartamento era opresivo, un recordatorio constante de que Jesan ya no estaba cerca. A veces encendía la televisión solo para llenar el espacio, pero ni siquiera eso lograba calmar la sensación de pérdida. Emiliano ha sido mi salvavidas, otra vez; me invita a cenar o simplemente a pasar tiempo juntos, pero incluso con su compañía, siento que una parte de mí está ausente. Cuando veo su carta entre la correspondencia frente a mi puerta, mi corazón comienza a latir con mucha fuerza. Reconozco su l
Regresé a Marejada cuando todo terminó. Disfruto tanto la compañía de mi madre y la tranquilidad del pueblo, de mi hogar. Los días aquí son sencillos, casi terapéuticos. Las visiones se detuvieron. Supongo que porque ya alcanzamos el objetivo. Y, aunque nunca sabré cómo comenzaron, sé que todo pasó para que Amal y Analí puedan descansar y, y para que Logan y yo sepamos que somos hermanos. He visto a Raje. Ya nació su bebé. Un niño rollizo de mirada y sonrisa fáciles. Me encanta verlo feliz. Ya no veo al Raje violento y visceral con el que yo estuve sino a un padre y esposo amoroso y protector. Por las mañanas, ayudo a mamá con pequeñas tareas del hogar: regar las plantas del jardín, ir al mercado para comprar pescado fresco o simplemente preparar el desayuno juntas mientras hablamos de todo y nada. Las tardes las paso caminando por la playa, dejando que la arena fría se cuele entre mis dedos y el agua del mar roce mis pies. Hay algo en el horizonte infinito que me da una sensa
Mi padrino regresó a su casa cuando todo terminó y yo le prometí alcanzarlo pronto. La idea de estar allá es como una promesa de calma en medio del caos. Solo tenía que arreglar el permiso en el trabajo. Me ausentaré por varias semanas de aquí y quiero dejar todo en orden para cuando do regrese. De pie, frente a la ventana, miro los edificios de enfrente y comienzo a recordar los veranos de mi infancia, los días interminables junto al agua, la tranquilidad que parecía impregnar cada rincón de aquel lugar. Lo que necesito es alejarme de todo, dejar atrás la ciudad, el trabajo, las expectativas… y simplemente respirar. Sostengo la carta de Jesan en mis manos mientras mis ojos recorren otra vez las líneas escritas con su letra firme. He releído las palabras tantas veces que casi puedo recitarlas de memoria. Cada frase es un recordatorio de que ella ya no está aquí y eso está bien. Regresar a casa, con mi padrino. Pasar un tiempo lejos de todo. Creo que necesito ese espacio para or