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4. No puedo resistirme más

Han pasado varios días y no he tenido ni una visión. Afortunadamente. Comenzaba a acostumbrarme a ellas y eso no me gusta.

Hoy saldré con mis amigos. Es la reinauguración de nuestro bar favorito. Un bar pequeño en el centro de la ciudad pero que se puso de moda entre la gente nice.

Como somos amigos de Fredy, el dueño del lugar, tenemos acceso vip. Tengo muchas ganas de ir. No estaba segura pero finalmente accedí a ir con Estela y su novio.

Salgo del baño secándome el cabello. Tiro la toalla al suelo y me paro frente al espejo contemplando mi cuerpo desnudo. El brillo de mi cadena en el cuello resalta sobre mi piel pálida.

Inconscientemente levanto la mano y froto el dije que cuelga de ella. Un espejo de plata. Ese es el dije que cuelga de mi cadena.

Tengo muchas ganas de un polvo, pienso mientras lo froto, pero un polvo legendario. Y sin consecuencias, mejor. Ya es necesario.

Salgo de mi ensoñación. Aún no decido qué me pondré, en realidad, no sé si en mi guardarropa exista algo adecuado para esta noche, solo espero encontrar algo lindo que sirva para que llame la atención de algo decente jajajaja, pienso mientras saco prenda tras prenda lanzándolas a la cama sin encontrar algo que quiera usar. Comienzo a desesperarme. Debí aceptar la propuesta de Estela y dejar que me prestara algo.

Un brillo al fondo del armario llama mi atención.

- Bingo - una falda de lentejuelas, corrección, una minifalda de lentejuelas.

- Justo lo que necesito. Esta falda es tan llamativa que una camiseta sencilla será suficiente para completar el look. - mi estilo minimalista, mi estilo despreocupado, diría Estela, no me complica la existencia. Cualquier cosa estará bien.

- Y así quieres encontrar algo decente, zopenca - me regaño yo misma ante la simplicidad de mi pensamiento.

Remuevo en el montón de prendas que aventé sobre la cama y saco una camiseta sencilla sin mangas y escote pronunciado que, aunque no es pegada al cuerpo, forma una bonita silueta de mi parte superior. Ni tan tan, ni muy muy, pienso al ver mi figura en el espejo. La ropa se ajusta perfectamente a mis curvas suavizando mi cuerpo y dejando un poco a la imaginación. Me encanta esta minifalda porque es tan pequeña que mis pequeñas piernas lucen largas en comparación y con el complemento de la camiseta suelta, yo creo que se ha logrado algo decente con mi outfit.

Para completar mi look, tomo un suéter grande y me lo coloco encima de la camiseta. Hará mucho frío al salir del antro. Cuando sienta calor, me lo quito dentro del bar. Después de todo planeo bailar toda la noche, y si eso conlleva a lo otro, pues, yeii. Me apresuro pues Estela no tarda en llegar por mí en el auto de su novio, me ajusto la camiseta por dentro de la falda y comienzo a maquillarme.

Casi nunca me maquillo en mi día a día. Al trabajo voy sin una gota de maquillaje y con el cabello completamente recogido o suelto en modo salvaje, eso dice Estela.

Pero hoy sí quiero arreglarme, más bien, quiero esmerarme en mi arreglo. Me maquillo los ojos con un sugerente cat eye, el rubor, un poquitito exagerado que me levanta los pómulos y los labios con un brillante rojo carmín que se ve a dos cuadras de distancia. Me suelto el pelo negro como la noche y lo moldeo con un aceite para darle más brillo y volumen.

Le lanzo una ultima mirada al espejo y bajo corriendo cuando escucho el claxon impaciente.

Como era de esperar, Edgardo viene en el auto también. No sé porque Estela se empeña en emparejarme con él si le he dicho miles de veces que no lo soporto. Y realmente no lo soporto. Es demasiado, libidinoso ughhhhh y además, viene bebiendo, el vaso de su mano con certeza no tiene agua.

En fin, se recorre en el asiento trasero y me barre con una mirada ladina que me da asco.

Procuro ignorarlo platicando con Estela mientras llegamos al lugar.

Hay una fila de personas enorme en la puerta. Luis se orilla y nos bajamos del auto mientras él lo lleva al estacionamiento.

Recorro con la mirada la fila de gente tratando de encontrar algo que valga la pena cuando Edgardo me toma por la cintura y pega su rostro al mío.

Qué hombre tan desagradable. Lo miro con una mueca mientras trato de quitar su mano de mi cintura pero su agarre es muy fuerte.

Luis llega y abraza también a Estela, nos dirigimos a la entrada y saludamos al cadenero, que nos conoce, y nos deja entrar.

El lugar está casi lleno, ahora entiendo el por qué de la gente esperando fuera. Retuerzo los dedos de Edgardo y finalmente logro que me suelte pero mientras intenta sobar sus dedos doloridos, me echa encima la bebida que traía.

Lo miro con ira contenida y me lanzo al baño totalmente empapada. Me lamento y maldigo a Edgardo mientras me quito el suéter.

Afortunadamente la camiseta que traigo abajo no se mojó tanto. Aunque realmente ya me iba a quitar el suéter, me molesta porque no se secará para cuando salgamos de aquí. Lo exprimo tanto como puedo y lo cuelgo en la puerta del sanitario. Estela entra en ese momento y me mira con su radiante sonrisa. Pocas veces me ha visto sin mis gastados jeans y playeras viejas. Y aunque me siento un poquitito desnuda, en realidad me encanta mi look y puedo llegar a sentirme muy a gusto con él.

- Así te ves mejor, amiga - Estela me mira con picardía cuando me ve sin el suéter.

- Puedo ver tus curvas, baby. Mucho mejor -

- Pues si. - levanto los hombros complacida.

- Gracias Edgardo - decimos al mismo tiempo y salimos riendo del baño sintiendo una aprobación total por mi look.

***

El timbre suena a las nueve en punto. Abro la puerta y Emiliano entra directo a mi sala. Me envió mensaje desde hace una hora y ya estoy listo.

Aunque hace unos días no quería ir, hoy sentí una necesidad de hacerlo. Como últimamente me han pasado cosas muy raras, decidí escucharme. Será la primera vez que salga desde que Analí se fue.

Su partida fue un duro golpe para mi. No fue tanto el hecho de que me abandonara sino que no me lo esperaba. Pensé que estábamos bien. Que era feliz. Bueno, aunque últimamente teníamos algunos problemas, pensaba que los podríamos arreglar, pensé que nuestro amor superaría todo. Un día regresé a casa y ella ya no estaba. Una escueta nota en la mesa fue todo lo que dejó atrás. Se llevó todas sus cosas y no me dijo nada más. Ni una conversación, una llamada o un mensaje. Nada. Simplemente se fue.

Como dije, fue un golpe muy duro. Han pasado más de dos años y aquí estoy, listo para salir de nuevo. No es que salga con la intención de encontrar novia, solo quiero divertirme y saber por qué en el fondo algo me apremia para que salga esta noche.

Emiliano y yo iremos solos. Al inicio sería una salida de amigos, pero todos tuvieron algo que hacer y solo seremos nosotros dos.

- Allá encontraremos compañía - me dice y la verdad lo prefiero. Así no me ato a las convenciones sociales de las salidas en grupo. Tendré la libertad de irme en cuanto ya no quiera estar ahí.

El lugar está casi lleno cuando entramos. Emiliano conoce al cadenero, obvio, y nos saltamos la fila de gente.

Recorro con la mirada todo el lugar. Es un sitio típico pero con algo de familiaridad. No lo sé. Luces neón por todas partes. Una pequeña pista al centro del lugar, unas cuantas mesas altas desparramadas por todo el sitio y una larga barra interminable con bancos de buen gusto para ser un bar.

Ricky nos lleva a una mesa, al parecer, Emiliano es cliente frecuente. Todos ahí lo conocen.

Pedimos una cerveza para empezar y nos sentamos a observar. Emiliano busca chicas solas y yo busco algo que me quite la opresión que siento en el pecho.

Después de un rato, la pista está llena de parejas bailando. Emiliano incluido. No le tomó nada de tiempo encontrar una chica para acompañar. Afortunadamente venía sola con un grupo de parejas.

De pie en la barra, bebo otra cerveza. La opresión del pecho no se me quita, por momentos aumenta y por momentos casi desaparece. No logro definir ni encontrar lo que la causa.

Decido dar una vuelta alrededor de toda la barra. Realmente no se por qué lo hago, simplemente siento la necesidad de hacerlo. Camino distraído con la cerveza en la mano cuando alguien choca conmigo. Levanto la vista y un hombre ya pasado de copas me mira con desdén. Lo ignoro y sigo mi camino pero él me grita acercándose.

- Hey tú, que te crees? Ni una disculpa por derramar mi copa? -

- Tú chocaste conmigo- Lo miro sin emoción alguna y sin ganas de continuar por ahí pero eso lo enardece más. Error.

- Tú derramaste mi copa, así que debes disculparte. -

- Amigo, estás borracho. Déjalo ahí -

- No soy tu amigo y sigo esperando una disculpa. - Su error.

Un círculo de gente comienza a rodearnos. Doy un paso para salir de ahí pero algo me detiene. Esa sensación que he tenido todo el día se hace más intensa.

Miro hacia todos lados entre toda la gente hasta que por fin la veo. Enfundada en una minifalda que deja al aire sus hermosas piernas cortas pero bien torneadas y una camiseta sin mangas que se ajusta perfectamente a su cuerpo.

Me quedo paralizado y no reacciono hasta que ella se acerca a mi. Me sonríe tímidamente, me toma de la mano y me saca de ahí, provocando más gritos del tipo.

Llegamos a la entrada de los baños , que suele ser la zona con menos ruido y me suelta. El frío que siento en la mano por la ausencia de su toque me llega hasta el corazón.

Nos miramos fijamente sin decir nada. Ella me mira con una sonrisa en el rostro, y yo, yo simplemente estoy extasiado con su belleza.

Ella no dice nada, parece estar en un trance, como yo estoy ahora mismo.

Levanto la mano inconscientemente y coloco un cabello rebelde detrás de su oreja. Ella se muerde el labio y yo no puedo resistirme más. Coloco mi mano detrás de su nuca y la acerco a mi. Lentamente acerco mi rostro al de ella. La quiero besar. Necesito besarla. Ella no se mueve. La voy a besar. Qué estoy haciendo? No lo sé. Solo sé que tengo un deseo irrefrenable de besarla. Sí.

Un grito nos saca del trance en el que estamos. La suelto rápidamente y giro el cuerpo para recibir un puñetazo en pleno rostro.

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