Ana la viuda de Jean
Ana la viuda de Jean
Por: Jenny Cam
Prólogo

Me siento sumergida en una profunda depresión, todo para mí es oscuridad, me siento sola, me siento herida y triste, no entiendo en que momento mi vida se convirtió en este desastre.

Recuerdo haber sido una niña feliz, en compañía de mis padres, mis mejores momentos los viví en el hotel de punta cana, cuando todo era alegría, no teníamos deudas ni problemas, era la consentida de los empleados del hotel y hasta el dueño del lugar me dejaba jugar con su hija. En ese entonces pensaba que la vida era hermosa y que siempre tendría a mis padres conmigo.

Mi mente está en tinieblas todo es confusos tengo muchos recuerdos que se agolpan en mi mente fragmentos de situaciones vividas, imágenes, voces, rostros, acusaciones, no entiendo en que lío estoy metida.

Me siento agitada, mi corazón está muy acelerado, mi cuerpo produce sudor de forma exagerada, mis manos están frías y tiemblan, viene a mi mente aquella tarde en la que una patrulla de policías llegó a la casa de mi tía Rebeca, un hombre uniformado le dio una información y mi tía calló de rodillas llorando, mi memoria da un salto al momento en que dos ataúdes bajan lentamente en fosas una al lado de la otra, me había quedado sin padres.

Comienzo a gritar tirada en el suelo mientras doy patadas al viento, maldigo mi vida, maldigo mi suerte, es mejor estar muerta que vivir en una pesadilla sin salida, mis días son oscuros, solo cosas horribles vienen a mi mente.

Viene otro recuerdo a mi mente estoy con mi novio de bachillerato, mi primer amor, dulce, tierno y… lo bueno desaparece, llega a mi casa de noche, se acerca a mí con olor a alcohol, me dice que ya no me esperará más y que debo obedecerle, me empuja al mueble de la sala y comienza a desabrochar su cinturón, me lleno de temor y grito, se tira sobre mi cuerpo y agarra mis manos con fuerza, comienzo a gritar y me golpea en el rostro “eres una m*****a mujerzuela no sirves si no me das placer”, comienza a besar mi cuello, yo grito con todas mis fuerzas y me golpea en la cabeza dos veces más, rompe mi blusa y lame mis pechos, grito y lloro mientras él intenta quitarme el pantalón, la luz se enciende, es mi tía que llegó a mi rescate.

Abro mis ojos y lloro, con miedo, no quiero recordar, no quiero saber nada de mi pasado, odio mi vida, no tiene sentido.

Viene a mi mente una sala de hospital, mi tía está muriendo a causa de un cáncer que yo desconocía, ella no me dijo nada para no interrumpir mis estudios, cuando llegué a verla estaba casi irreconocible, dos días después falleció.

Grito con ira y halo mi cabello con frustración -¿qué hice?- grito con todas mis fuerzas - ¿qué he hecho para merecer todo esto?- lloro por un largo tiempo, hace una semana que así son mis días y no logro comer.

Por las noches hay una pesadilla constante en la que estoy desnuda sentada en el suelo frío, abrazando mis rodillas, estoy totalmente mojada con mi cabello cubriendo mi rostro, tiemblo por el frío y por el miedo, estoy rodeada de personas que me gritan insultos y maldiciones “traidora, m*****a, desgraciada, asesina, usurpadora, mujerzuela, ladrona, culpable, te odio”.

Abro los ojos, intento beber agua, tal vez tomar un café, si así serán mis noches prefiero no dormir, pero más y más recuerdos llegan a mi mente.

Intento dormirme para no pensar pero no lo logro, me miro al espejo y veo a una mujer que no soy yo, pálida, demacrada, con grandes ojeras, ojos cansados, tengo unos cinco kilos menos y ya era delgada antes, me veo desnutrida, cansada y lastimada.

Mi cuerpo tiene marcas en el cuello y en las manos, me siento sucia, me siento indigna, me quiero morir.

Viene un recuerdo a mi mente, un dulce y hermoso joven, de tez clara, cabello negro, ojos color almendra, sonrisa radiante, me entrega flores y me declara su amor, sonrio al verlo, me hace feliz y con él creo que puedo volver a confiar en un hombre. Mi memoria da un salto a una cena en un restaurant donde me pide que nos casemos y me coloca un anillo, me siento feliz y llena de dicha. Estamos juntos en nuestra boda en el Central Park uno de nuestro lugares favoritos, soy realmente feliz.

Otro salto en el tiempo y estamos juntos bailando en una discoteca y de pronto está en el suelo de un estacionamiento, bañado en sangre, estoy tirada en el suelo gritando su nombre, pidiéndole que no me deje, sosteniendo su cabeza entre mis manos. Todo se vuelve oscuro y hay un silencio sepulcral, miro a los lados pero todo es oscuridad, unos ojos azules aparecen de frente “tú eres la culpable, tú debes pagar”, comienzo a llorar y a gritar

 - ¡Yo lo amo!

- ¡Él es mi única familia!

- ¡Yo no tengo la culpa!

- Soy su esposa.

Lloro sin consuelo alguno, tirada en el suelo con mi frente en el piso, después de un tiempo subo la mirada y veo la puerta del cuarto de baño abierta, allí hay un frasco de pastillas, solo eso me ayudará a dormir.

Me levanto con dificultad, me duele mucho la cabeza, camino hacia el frasco y un recuerdo llega a mi mente, estoy en el funeral de mi esposo, nadie me conoce, todos me menosprecian, a nadie le importa mi dolor, abro el frasco y lo inclino en mi boca como si se tratara de un vaso de agua con dificultad ingiero las pastillas.

Caigo al suelo, mirando al techo de la habitación y una voz llega a mi mente “sé quién eres, eres Ana la viuda de Jean”.

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