En el fondo de aquel camión se encontraba la abandonada y vieja guitarra de Nathe, al verla, se le vino a la mente como torbellino una grandiosa idea, lo había visto en la película "Inocencia Interrumpida" y parecía ser lo único que podía hacer en ese momento, no sabía si el resultado iba a ser bueno o malo, pero quería intentarlo, a paso veloz se dirigió hasta su guitarra, se sentó en el suelo y comenzó a tocar la canción "Wild World" de Cat Stevens.
Now
thatl've losteverythingto youyou say you wannastartsomethingnewand it's breakinmy heart you...Alexandra al escuchar la música se sintió más tranquila, aquel chico desconocido comenzó a llamarle la atención, tal vez no era mala persona, como ella pensaba, aunque al cerrar nuevamente los ojos, le llovían todos aquellos malos recuerdos que tenía de Berth.
Ooh, baby, baby
It's a wild worldit's hardtogetbyjustupon a smile.Aquella canción se la cantaba su abuelo, cuando cumplió sus cinco años, recordaba esa letra, esa música, aunque no lograba recordar el nombre. Entonces una pequeña chispa en su interior hizo que volviera de la oscuridad que Berth había colocado en ella. Y comenzó a cantar con Nathe.
Ooh baby, baby,
it's a wild worldi'll alwaysremember you like a childgirl.Nathe, al escuchar la hermosa voz de su chica misteriosa, se sorprendió mucho, era dulce, suave, y la expresión de miedo que tenía había desaparecido por completo.
—Tienes una hermosa voz —dijo Nathe dejando de tocar y de cantar.
—Lo normal —respondió Alexandra sin darle mucha importancia al asunto.
—Nunca pensé que le tuvieras miedo a los relámpagos —Nathe le avienta una sonrisa sensual, pero tal parece que su chica misteriosa era inmune a su encanto.
—No le tengo miedo a los truenos —Alexandra salía debajo de la mesa y tomando su distancia con Nathe
—Pues a mí me parece que si, dices que no pero... ¿Entonces por qué te pusiste así?.
—Eso no es asunto tuyo —habló Alexandra en un tono brusco.
Nathe acababa de aceptar que aquella chica lo había embrujado, había algo que le atraía demasiado, y no precisamente se trataba de algo físico, era muy guapa, pero esa atracción que sentía iba más allá del ojo humano. Alexandra se dirigió a paso veloz hacia la puerta de aquel enorme camión, lo que puso temeroso a Nathe, ya que no quería perder contacto alguno con ella.
—¿A dónde vas? —Nathe dejó a un lado su guitarra y caminó hacia ella.
—Me largo de aquí, ya que no eres un secuestrador, supongo que no te importará que me marche —Alexandra volteó a verlo de reojo, necesitaba verificar que reacción tendría aquel chico—. ¿O si?.
—¡No, claro que no, pero afuera no deja de llover, y es de noche! —dijo Nathe.
—He sobrevivido a cosas peores —Alexandra se colocó su capucha y antes de salir se detuvo, volteó y colocó su fría mirada en él—. Gracias.
Nathe no tuvo tiempo alguno de hablar, y quería hacerlo, pero era como si su voz hubiera entrado en un trance silencioso, su chica misteriosa se había marchado, ¿a dónde iría?, ¿estará bien?, ¿vivirá cerca?, ¿cómo se llama?, esas y miles de preguntas rondaban su mente.
Era la primera chica que lo trataba como alguien normal, y no como una estrella famosa del pop, no quería dejarla ir, necesitaba saber quién era, por lo que decidido salió del camión y comenzó a tratar de seguir su rastro.Afuera llovía a cántaros, no tenía ni la más mínima idea por dónde empezar, por lo que se adentró al bosque a un lado de la carretera, estaba emocionado, hace años que no hacía algo atrevido porque siempre estaban tras él, fotógrafos, la disquera, su madre, los fans, los paparazzi, todo mundo estaba al pendiente de lo que hacía, y por primera vez nadie lo veía, era solo él, un chico normal persiguiendo a una hermosa chica misteriosa. Nathe estaba agotado de caminar sin encontrar a su chica, cuando a lo lejos la pudo ver, estaba caminando como si nada por lo que aceleró el paso y echó carrera.
—¡Hey, espera! —le gritó a Nathe.
Alexandra se detuvo y cuando volteo se sorprendió mucho al notar que se trataba de aquel chico famoso.
—¿Me estás siguiendo? —Alexandra preguntó con voz gélida.
—Eso es obvio —Nathe sonrió—. No puedo dejar ir sola a un chica, de noche, con esta tormenta y en un bosque oscuro.
—Me sé cuidar sola, siempre lo he hecho, lo mejor será que regreses por donde viniste, si eres tan famoso como dices ser no tardarán en acudir a tu ayuda —Alexandra se dio la media vuelta para seguir su camino, pero Nathe estaba decidido a no dejarla ir, la tomó del brazo haciendo que ella parara en seco—. ¿Sucede algo?.
—¿A dónde vas? —Nathe estaba empapado, y comenzaba a hacer frío—. Regresemos al camión, ahí estaremos a salvo y mi mánager podrá...
—No —Alexandra se zafó de él bruscamente—. No voy a regresar a ese camión con un desconocido, necesito llegar a mi casa mañana temprano o tendré...
—¿Tendrás? —Nathe enarcó una ceja.
—No es tu asunto.
—Está bien, ¿pero en dónde piensas pasar la noche?.
—Te repito que no es tu asunto.
—Lo es si quiero —Nathe le aventó una mirada retadora—. Da igual lo que digas, te seguiré.
Alexandra estaba comenzando a sentirse furiosa, su vida ya era complicada como para tratar con un niño mimado y famoso, solo podía pensar en la regañina que le esperaba, faltaba tan poco para que se casara con Berth, que solo recordar eso hacía que un miedo enorme se apoderara de ella.
—Haz lo que quieras —Alexandra puso los ojos en blanco—. Pero no me hago responsable de lo que te pase.
Natheno dijo nada más, siguió a su chica misteriosa en medio de aquella tormenta, después de una media hora caminando ambos estaban empapados yAlexandratemía enfermarse, si lo hacía, tendría graves problemas por lo que se detuvo a pensar, tal vez no era tan mala idea haberse quedado en aquel camión, por lo menos hasta que parara la lluvia, pero ya era demasiado tarde, estaban lejos.—¿No sabes a dónde ir? —Nathese acercó a ella.—Deja de hablar, no me permites pensar bien.—¿Usualmente piensas bien bajo una tormenta?.—No.Alexandraestaba a punto de
Alexandraobservaba detenidamente lo que sucedía, con solo echarle una mirada a aquel hombre delgado, alto, con una nariz muy puntiaguda, unos ojos más oscuros que la noche, y con esa sonrisa malévola, se dio cuenta de que él era mensajero de malas noticias, ella se quedó estática escuchando como llamaba aNathepor su nombre artístico, lo que significaba que lo conocía muy bien, o al menos eso creía, ya queNathese veía muy sorprendido.—¿Quién eres tu? —preguntóNathecon el ceño fruncido.—Señorito —aquel hombre lo hizo a un lado y entró sin permiso de nadie, cosa que cabreó aNathenotablemente—. Eso no es importante, lo que es verdaderament
Nathela observó mejor, y se pudo dar cuenta de que tenía rotoslos tenis, era más que obvio que era una chica pobre, y se preguntó porqué estaría en la carretera en plena lluvia como si escapara de algo o de alguien. Necesitaba saber quién era ella, por lo que sin decir nada se metió a la ducha teniendo en mente que al salir le preguntaría acerca de su vida.Por otra parteAlexandraestaba agotada, y en cuantoNathecerró el baño para darse una ducha, se asomó por la ventana, estaba preocupada por su hermana.Cuando salióNathe,Alexandrase puso roja al verlo solo con una toalla rodeando su cuerpo de cintura para abajo. Apartó la mirada de él y regresó al sillón.—¿Y bien? —la voz deNathe&n
—¡Largo pervertido! —Alexandrale gritó aNatheal reaccionar que la estaba viendo desnuda—. De lo contrario eres estrella muerta.—Yo...no quise...quiero decir que no te estoy viendo desnuda...En ese instante se escuchó otro trueno más fuerte que los anteriores, yAlexandrasin pensarlo corrió a los brazos deNathe, quien al sentirla tan cerca de su cuerpo casi desnudo no dudó en abrazarla con fuerza,Alexandrasolo cerraba los ojos, odiaba los truenos desde aquella vez queBerthabusó de ella, solo necesitaba unos segundos para tranquilizarse, yNathecada vez sentía un enorme deseo de protegerla, de saber más y más de ella, él ya había estado con alguien, con una ex no
"Me voy a casar", " Me voy a casar", "Me voy a casar". Esas simples y sencillas palabras chocaban la mente deNathe, quien no podía dormir,Alexandraestaba durmiendo plácidamente en el sillón, verla así, tan frágil, tan llena de vida, le daba ternura, pero no pudo evitar sentirse extrañamente dolido con lo todo lo que le dijo ella antes de dormir, ¿cómo podía estar tan tranquila después de lo que hablaron?.—Estás bromeando —Nathesonrió, pero al ver la expresión seria en el rostro deAlexandra, comenzó a sentirse nervioso—. ¿Cierto?.—Yo nunca mientoestrellita.—¿Por qué? —Nathefrunció el
A pesar de todo lo que había vivido en tan solo unas cuantas horas, conformeAlexandracaminaba, sabía que se alejaba de esa aventura que recordaría toda su vida, había conocido a un cantante famoso, habló, y convivió con él, incluso se dio el lujo de haberlo besado, pero eso quedaría en su pasado. Ahora lo único que le preocupaba era que habrá sido de su hermana, ya que cada que ella hacía algo que no les pareciera a sus padres, la que terminaba pagando los platos rotos a veces era su hermana menor, no le pegaban porque ella no lo permitía, pero si la dejaban sin comer por días, aunque eso era algo que creían, ya que ella se encargaba de robar y tenían provisiones escondidas en lugares específicos de la casa, lugares que solo ellas dos yStevesabían dónde estaban, al igual que cada escondite c
El agua fría que caía de las goteras de aquella habitación, chocaban y resbalaban por la mejilla deAlexandra, le había quedado un enorme moretón, aquella frialdad le había provocado que abriera los ojos, se encontraba en la que era su habitación, estaba tirada en el suelo húmedo, se sentía mal, con escalofríos, y débil, pero una voz dulce la hizo volver a la realidad, aquella voz que para ella era el canto de un hermosopajarillo.—Ya despertaste —le dice su hermana menor.CarolineAshfield, era su pequeña hermana de trece años, ojos azules y tez clara, aunque con unas pequeñas pecas, era ella por quien luchaba, ella era su razón de vivir, cuando nació prometió que la protegería toda l
Alexandrase despidió de su pequeña hermana menor, se cambió rápidamente y después se dirigió abajo, tenía que salir o se volvería loca, por lo que se movió sigilosamente por la casa, tratando de ser una sombra más, pasando desapercibida, cuando llegó, con alegría se dio cuenta de que no había nadie, eso le facilitaría el trabajo, el lugar al que se dirigía era aquel que la hacía sentir única y especial, donde podía respirar vida. La plaza en la que cantaba y tocaba algunas canciones para ganarse algunas monedas, aquella plaza tenía dos nombres, pero era más conocida como la plaza de laDremster, es especial porque muchos músicos novatos también iban a presentarles un poco de su talento a las personas que pasaban por esos alrededores. Aquel lugar se encontraba a dos horas de su