El agua fría que caía de las goteras de aquella habitación, chocaban y resbalaban por la mejilla de Alexandra, le había quedado un enorme moretón, aquella frialdad le había provocado que abriera los ojos, se encontraba en la que era su habitación, estaba tirada en el suelo húmedo, se sentía mal, con escalofríos, y débil, pero una voz dulce la hizo volver a la realidad, aquella voz que para ella era el canto de un hermoso pajarillo.
—Ya despertaste —le dice su hermana menor.
Caroline Ashfield, era su pequeña hermana de trece años, ojos azules y tez clara, aunque con unas pequeñas pecas, era ella por quien luchaba, ella era su razón de vivir, cuando nació prometió que la protegería toda l
Alexandrase despidió de su pequeña hermana menor, se cambió rápidamente y después se dirigió abajo, tenía que salir o se volvería loca, por lo que se movió sigilosamente por la casa, tratando de ser una sombra más, pasando desapercibida, cuando llegó, con alegría se dio cuenta de que no había nadie, eso le facilitaría el trabajo, el lugar al que se dirigía era aquel que la hacía sentir única y especial, donde podía respirar vida. La plaza en la que cantaba y tocaba algunas canciones para ganarse algunas monedas, aquella plaza tenía dos nombres, pero era más conocida como la plaza de laDremster, es especial porque muchos músicos novatos también iban a presentarles un poco de su talento a las personas que pasaban por esos alrededores. Aquel lugar se encontraba a dos horas de su
Aquellos ojos azules trataban de meterse en lo más profundo deAlexandra, era como estar visitando un mar de recuerdos hundidos en memorias de una muñeca rota.Alexno podía creer lo que estaba viendo, se trataba deNathe, quien no dejaba de sonreír al verla, era evidente que le hacía feliz a él, pero por su parte, ella no estaba muy convencida de lo que estaba pasando, ¿cómo la había encontrado?.—Nathe—susurróAlexandra.—El mismo en carne y hueso, pero no lo grites, nadie sabe que estoy aquí, a decir verdad me he escapado.—No puede ser, ¿cómo me has encontrado? —Alexandraseguía muy sorprendida.
—No me digas eso —Nathecomenzaba a sentir como si toda su riqueza se le fuera de las manos—. Yo no te conozco, pero te quiero en mi vida.—No soy buena,estrellita, si eres inteligente sabrás alejarte de mí, es lo mejor —Alexandrale guiñó un ojo y antes de seguir caminando se detuvo, volteó y le sonrió aNathe—. Algún día escribe una canción sobre mí ¿quieres?.—Pero...Alexandracomenzó a correr, yNathela siguió, pero ella era más rápida, después de todo llevaba años corriendo del peligro, hasta que después de unos minutos lo perdió de vista, se escondió en un callej&
La lluvia parecía ser el llanto atorado de ambas hermanas, y la noche su fiel espectadora a la espera de un show lastimoso.Alexandrarespiraba con dificultad, las palabras de su hermana retumbaban en su cabeza como si la estuviera golpeando un torbellino de mal agüero. Los ojos azules de su hermana le decían que estaba en peligro, solo que esta vez no se trataba de su pequeña hermana, ella,Alexandraera el principal problema, siempre lo había sido.—¿Qué estás diciendo? —susurróAlexandracon tono de voz casi audible, parecía más bien que esa pregunta era para ella misma.—Lo que oíste —responde su hermana tratando de no hacer demasiado ruido—. Escucha, no tenemos mucho tiempo, desde la ú
Alexandrano podía respirar, pero entonces su pequeña hermana actuó rápido y tomó un pedazo de madera roto que estaba en la habitación y golpeó con toda su fuerza a su padre, haciendo queAlexquedara libre.—¡Alexcorre! —le gritó su hermana a todo pulmón, y entonces lo supo, si ella no escapaba, jamás se lo perdonaría y no quería decepcionarla.Alexcorrió hacia la ventana pero su madre rápidamente le dio unpuñetazoen la cara, que le lastimó el pómulo izquierdo,Alexse tambaleó aunque pronto recobró la postura, la aventó con todas sus fuerzas y sin voltear atrás saltó por la ventana, solo alcanzó a escuchar un g
Alexandrabajó la mirada con la esperanza de queBerthno se hubiera dado cuenta, ya que llevaba la capucha puesta y le cubría gran parte del rostro.—¡Fíjate idiota! —Berthle gritó sin tomarle mucha atención.Alexandrano dijo nada, solo siguió su camino con el corazón en la mano, tenía que salir de aquel barrio sana y salva, estaba dando cinco pasos cuando un niño de doce años, llamadoAlanGuedrowcon el que robó en alguna ocasión, le gritó por su nombre sin que se diera cuenta de queBerthestaba a solo unos cuantos metros de ella.—¡Alex! —aquel niño sonrió al verla, pero al notar queBe
Alexandrano podía creer lo que estaba escuchando,Berthera un ser humano horrible, pero ella no quería él mismo destino, tenía que escapar, por lo que tomó aire y sin decir nada más se acercó a las escaleras para salir, pero Ana la detuvo de un tirón.—No voy a permitir que salgas, si lo haces, enfadarás aBerth—le dijo Ana con voz fría.—Por favor tienes que ayudarme, yo necesito...—Ya te dije que no, es mejor que hagamos lo que dice él.—Por favor, imagina que algún día tu hija va a crecer, ¿te gustaría que ella sufriera un destino como el mío?, y si eso pasara, &i
—OlvídaloNathe, es una locura extrema —le dice su madre cruzándose de brazos.—Madre, no te estoy pidiendo permiso, solo te estoy informando de lo que pienso hacer.—¿Pero es qué no te estás escuchando? —la madre deNathecomenzaba a caminar de un lado al otro en la sala de espera del hospital—. Hacerte cargo de una desconocida, darle trabajo como tu compositora personal, cuando ni siquiera ha pasado las pruebas necesarias para ver si es apta, no tiene documentos, sucurrículum, nada, no sabes quién es, o cómo se llama.—Su nombre esAlexandra.—¡¿Y qué más, solo eso?! —su m