Nathe estaba petrificado con todo lo que le había contado Nathe de su pasado y del porque nunca le dijo nada, sintió rabia e impotencia, de alguna manera entendió el porqué de niño siempre fue muy introvertido, conforme fueron creciendo su actitud fue cambiando pero parecía que siempre estaba a la defensiva, recordó que cuando eran niños, una vez fueron al parque a jugar, pero cuando llegaron se dieron cuenta de que un señor estaba tratando de llevarse a otro niño de su vecindario, aquel hombre estaba dentro de un carro y por lo que pudieron escuchar, le decía que si iba con él le regalaría todos los dulces que él quisiera, Brandon se enfureció y corriendo le aventó a aquel hombre una piedra, tomó la mano de aquel niño y salieron corriendo los tres mientras aquel hombre después de soltar unas cuantas palabra
Nathe sentía que se iba a desmayar de la emoción al enterarse que Alex iba a hacer el amor con él por primera vez, cada segundo, cada minuto que pasaba su amor por aquella chica misteriosa crecía poco a poco sin medida, nunca sintió algo similar con nadie, al principio por Cathalyn creyó que sí, pero con la convivencia y con los problemas que surgieron después, se dio cuenta que la llama se había apagado y que la monotonía había tocado a sus puertas.— ¿Estás completamente segura? —Nathe quería estar seguro.—Sí —responde Alexandra con mucha seguridad.— ¿Cuándo quieres que lo hagamos? —un brillo especial se colocó en los ojos
Nathe no podía creer lo que estaba pasando, estaba acelerado, su madre le contó en el trayecto que al parecer Brandon había tomado mucho, y por esquivar un camión de carga chocó contra un árbol, en cuanto se enteró salió corriendo del hotel al mismo tiempo que Alexandra, quien estaba pálida. Brandon era un excelente conductor y jamás manejaba cuando tomaba, ¿qué le habría pasado? Mientras tato, la madre de Nathe veía con odio a la chica que su hijo había elegido como novia, cosa que ella no lo notó, en cuanto llegaron al hospital, el médico que atendía a Brandon les informó que no fue nada grave, solo tuvo unos cuantos rasguños y un corte en la frente, y que en cinco minutos podían pasar a verlo.—Creo que el peligro ha pasado —dic
Escuchar todo lo que Nathe había hecho para que ella se sintiera bien cuando se le entregara le hizo sentir mariposas en el estómago, Nathe no era como su madre, era una buena persona, y ahora comenzaba a sentir como si su cariño creciera poco a poco, paso a paso como él decía.—No lo sabía.—¿Y pasaste bien aquello? —Brandon traga saliva al saber que en cuanto lo escuchara de la boca de la chica que quería, tendría que olvidarse de ella poco a poco y tal vez comenzar a verla como una hermana menor, aunque en el fondo sabía que eso era imposible.—Pues no lo sé, estábamos queriendo... bueno... a punto de... —Alexandra se siente un poco incomoda—. En pocas palabras la
Había ya pasado un mes en el que Nathe estaba de gira al lado de su mejor amigo, Brandon, las cosas entre su madre y Alexandra no mejoraban pero por lo menos en público se toleraban, Brandon mantenía su distancia mientras que Alex y él seguían amándose. Había terminado el concierto en Alemania y por fin tendrían todos un descanso de un fin de semana completo, se hospedaron en el mejor hotel como siempre.—Lo digo en serio, ¿por qué no me crees? —pregunta Nathe con una enorme sonrisa que revelaba su triunfo.—Porque sé que has hecho trampa —reclama Alex.—Claro que no, lo que pasa es que no quieres perder ante mí, pero ya debes aceptar la derrota.
Los nervios carcomían el corazón de Nathe esperando la respuesta de Alexandra, mientras ella permanecía callada, por unos segundos pensó incluso que la perdería pero al verla sonreír se aclararon todas sus dudas.—Acepto —Alexandra responde por fin—. No sé qué nos depare el futuro pero quiero estar a tu lado, quiero casarme contigo pero con una condición.—Pide lo que sea —responde Nathe lleno de felicidad.—Si sucediera que nos casemos quiero que sea por bienes separados, no quiero que me des nada de tu dinero, quiero trabajar por mí misma y ganar mi propio dinero.—Pero...
La fría habitación en la que se encontraba Alex, hacía que la piel se le pusiera de gallina, aquella llamada que recibió ayer por la noche venía de la cárcel, al parecer ya habían dado una sentencia final a la madre de Alex y antes de morir quería hablar una última vez con ella, por lo que pidió que la buscaran como último deseo. Así que ahí estaba, Alexandra sentada en una silla metálica, helada, esperando a que trajeran a su madre, Nathe y Brandon se habían quedado afuera en una sala de espera, necesitaban darles espacio, mientras que Alex les pidió que no le comentaran nada a Caroline. Estaba nerviosa, habían pasado muchos meses desde que vio a sus padres, supo que Berth y su padre seguían pasando sus días en la cárcel, al final los condenaron a 40 años de prisión, todos esos pensamie
Ha pasado un mes desde que Nathe y Alex anunciaron su compromiso, y desde que se enteró de que no era hija de aquellos hombres que la maltrataron por mucho tiempo, cuando les contó a él y a Brandon acerca de lo que aquella mujer le dijo, les hizo prometer que no dirían nada hasta estar segura. Mañana sería el concierto de Nathe, por lo que ese día se lo tomaron como descanso antes de volver a los ensayos, y aunque la madre de Nathe no estuviera conviviendo con ellos, no lo sentían, no la extrañaba, era una realidad que tenía que aceptar, estaban dando un paseo por un parque cercano cuando de pronto Brandon se puso de pie.—Me temo que me tengo que marchar —les anuncia.— ¿A dónde vas? —pregunta Nathe sacando su celular, le hab&iac
Un fuerte chubasco caía sobre todos los habitantes deClevthon(Inglaterra), los más ricos se refugiaban en sus respectivos hogares con toda la comodidad, mientras que los más pobres buscaban la manera de sobrevivir noche tras noche, pero entre toda esa clase social, entre todo el caos que provocaba la lluvia, entre todas las casas de aquel barrio pobre había una en específico, una pequeña casa que estaba llena de goteras, una casa que en esa precisa noche se envolvía en una terrible oscuridad, desgracias era el apellido perfecto para aquella familia. La construcción era un desastre, paredes desgastadas y el techo a punto de colapsar, la humedad que se filtraba hacía que en especial la planta baja despidiera un olor putrefacto, ya no tenía ventanas y en su lugar eran colocados minuciosamente varios trozos de plástico con cinta adhesiva que el viento ter