Secretos Revelados

Cuando la noche llegó y las chicas se retiraron a dormir, Luciana y Alejandro se quedaron un momento a solas en la sala, junto al fuego.

—Gracias por esto, Alejandro. De verdad... no sé cómo agradecerte —dijo Luciana, apoyando su cabeza en su hombro.

—No tienes que agradecerme nada. Solo quiero que sepas lo importante que eres para mí —respondió él, rodeándola con su brazo.

Luciana levantó la vista para mirarlo, sus ojos llenos de algo más que gratitud. Quizá, después de todo, este viaje no solo era una escapada. Era una oportunidad para empezar de nuevo.

Así, el tiempo en la cabaña fue mucho más que una celebración anticipada; fue un paso más en la reconciliación de dos corazones que nunca dejaron de pertenecerse.

En la sala, Luciana, Ana, y Clara seguían disfrutando del ambiente relajado de la cabaña, con el crepitar del fuego llenando el silencio entre risas y conversaciones. Alejandro se levantó de repente, con una sonrisa juguetona en el rostro.

—Voy a la habitación a buscar unas
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