Cuando la noche llegó y las chicas se retiraron a dormir, Luciana y Alejandro se quedaron un momento a solas en la sala, junto al fuego.—Gracias por esto, Alejandro. De verdad... no sé cómo agradecerte —dijo Luciana, apoyando su cabeza en su hombro.—No tienes que agradecerme nada. Solo quiero que sepas lo importante que eres para mí —respondió él, rodeándola con su brazo.Luciana levantó la vista para mirarlo, sus ojos llenos de algo más que gratitud. Quizá, después de todo, este viaje no solo era una escapada. Era una oportunidad para empezar de nuevo.Así, el tiempo en la cabaña fue mucho más que una celebración anticipada; fue un paso más en la reconciliación de dos corazones que nunca dejaron de pertenecerse.En la sala, Luciana, Ana, y Clara seguían disfrutando del ambiente relajado de la cabaña, con el crepitar del fuego llenando el silencio entre risas y conversaciones. Alejandro se levantó de repente, con una sonrisa juguetona en el rostro.—Voy a la habitación a buscar unas
Él se detuvo y la miró fijamente, su mirada intensa, como si intentara leer cada pensamiento que cruzaba por la mente de Luciana.—No tienes que decir nada, Lu. Solo quiero que seas feliz. Si eso significa hacer todo lo posible para reconquistar tu confianza y tu corazón, lo haré. No importa el tiempo que me tome.Luciana sintió un nudo formarse en su garganta. Las palabras de Alejandro resonaban con sinceridad. Después de todo lo que había pasado, después de tantos malentendidos y silencios, él estaba dispuesto a luchar por ellos.Ana, observando desde la esquina del sillón decidió que era el momento adecuado para intervenir con una sonrisa.—Bueno, parece que esta noche será especial, pero antes de que las cosas se pongan demasiado sentimentales... ¿Luciana, no te gustaría una foto, si t tomaremos una foto con Alejandro solo que este pastel es solo para ustedes dos para que disfruten mas noche, veo que es un pastel muy pequeño justo para dos personas Luciana asintió, tratando de re
—Estoy segura de que lo hará. Alejandro ha sido todo un estratega en este viaje, planeando cada detalle. Solo es cuestión de tiempo antes de que nos pida que le ayudemos a dar el paso definitivo.—Deberíamos empezar a pensar en ideas para la propuesta —sugirió Clara, entusiasmada—. Algo romántico, pero que sea inesperado, algo que realmente toque el corazón de Luciana.Ana asintió, pensativa.—Sí, pero algo que sea solo de ellos dos, algo íntimo. Ella no es de las que quieren algo ostentoso, pero podemos hacer que parezca algo realmente único, que sea más glamuroso, Luciana siempre ha valorado más los gestos genuinos que las grandes exhibiciones.—¿Y si preparamos algo para el final de este viaje? —dijo Clara, su rostro iluminándose con la idea—. Como una cena especial, al aire libre, bajo las estrellas. Y ahí, Alejandro podría hacerle la gran pregunta.Ana dejó los platos en el escurridor y miró a su amiga con aprobación.—¡Me encanta! Podemos decorar la terraza pequeña que tiene la
—Luciana —continuó Alejandro, con voz temblorosa pero firme—, ¿quieres ser mi novia, de manera oficial? Prometo hacer todo lo posible para que esta vez sea diferente, para que no haya más errores. Quiero pasar cada día contigo, construir algo más fuerte, algo que dure para siempre.Luciana, con los ojos llenos de lágrimas de felicidad, no pudo contener una sonrisa radiante. Su corazón latía con fuerza, y por un momento, sintió que el mundo entero se había reducido a ese instante.—Sí, Alejandro —respondió sin dudar, mientras lo miraba profundamente a los ojos—. Quiero ser tu novia. Estoy lista para intentarlo de nuevo.Alejandro, sorprendido y emocionado, apenas pudo reaccionar antes de que Luciana lo besara con una pasión renovada. Sus labios se encontraron, sellando con ese beso la promesa de un nuevo comienzo.Ana y Clara, testigos de todo, intercambiaron una sonrisa satisfecha. Ana bajó el volumen de la música, dejando que el sonido del viento entre los árboles y el chisporroteo d
—Alejandro... —empezó, tomando una respiración profunda—. Esta semana me ha hecho darme cuenta de muchas cosas. He visto cuánto has cambiado, cuánto te importa lo que tenemos. Y, si soy honesta, nunca dejé de amarte. Siempre estuviste ahí, incluso cuando intenté olvidarte.Alejandro se inclinó hacia ella, tomando su mano con ternura.—Entonces, ya que me das una oportunidad ¿Crees que podamos ir más allá de nuestra relación oficial? —preguntó, su voz llena de emoción contenida—. Quiero estar contigo, Luciana. Quiero que seas parte de mi vida de nuevo, pero esta vez de una manera diferente, más fuerte, más honesta. ¿Aceptas ser algún dia mi esposa primera vez?Luciana sintió cómo las lágrimas se acumulaban en sus ojos. Apretó suavemente la mano de Alejandro y, con una sonrisa que reflejaba tanto amor como certeza, respondió:—Sí, Alejandro. En un futuro aceptaría ser tu esposa si todo sale bien —agrego Luciana. Alejandro la miró con una mezcla de sorpresa y alivio, y sin dudarlo, se l
Sus manos recorrieron su cuerpo, acariciándola con una delicadeza que la hacía sentir adorada en cada gesto. Luciana sentía cómo el calor entre ellos aumentaba, pero había algo más, una conexión emocional tan intensa que parecía llenar cada rincón de la habitación.—Eres increíble —murmuró Alejandro mientras la miraba a los ojos, sus dedos trazando suavemente la línea de su mandíbula—. No tienes idea de lo que significas para mí.Luciana sonrió, sintiendo una mezcla de emociones que la abrumaba, pero de la mejor manera posible. Sus manos encontraron el pecho de Alejandro, sintiendo los latidos de su corazón, sincronizados con los suyos. Era como si sus cuerpos hablaran un idioma que no necesitaba palabras.—Y tú eres lo mejor que me ha pasado —respondió, susurrando mientras sus dedos acariciaban su cabello.El tiempo pareció detenerse mientras sus cuerpos se entrelazaban en una danza de amor y entrega. Cada movimiento era guiado por una confianza mutua, un respeto que hacía que cada m
La atmósfera en la cabaña estaba cargada de tensión, el aire impregnado con la mezcla de deseo y complicidad. Alejandro y Luciana se miraban fijamente, el silencio entre ellos tan pesado como un velo que cubría el resto del mundo. La luz tenue de las velas jugaba sobre sus rostros, iluminando cada detalle, cada expresión, cada pequeña chispa en sus ojos.Alejandro dio un paso hacia ella, su mirada más profunda, más intensa. Luciana lo observó, sintiendo que su corazón latía más rápido con cada segundo que pasaba cerca de él. De repente, algo cambió en el aire, algo que no necesitaba palabras. Sus cuerpos parecían atraídos por un magnetismo que ni ellos podían controlar.Con una sonrisa traviesa, Alejandro la rodeó con sus brazos, la atrajo hacia su cuerpo y, sin previo aviso, la besó. Un beso apasionado, pero tierno, que comenzó suave pero pronto creció en intensidad. Luciana, sorprendida al principio, correspondió el beso con la misma fuerza, sus manos buscando sus cabellos, su rostr
Alejandro detuvo la camioneta en un claro al costado del camino. El motor dejó de rugir, y el silencio del bosque volvió a envolverlos. Se giró hacia ella, su mirada profunda, como si estuviera evaluando cada palabra que iba a decir.—Luciana, lo que siento por ti va más allá de lo que puedas imaginar —dijo finalmente, con una seriedad que le hizo estremecer—. No quiero perderte, y tampoco quiero que te veas envuelta en algo que pueda hacerte daño. Pero si de verdad quieres estar a mi lado en todo esto, debes saber que mi vida... no es fácil. Hay enemigos que no dudan en atacar donde más duele. Y no quiero que te conviertas en uno de sus blancos.Luciana lo miró fijamente, sus ojos buscando algo más en los de Alejandro. —¿Y tú crees que no soy lo suficientemente fuerte para estar a tu lado?—No es eso —respondió él rápidamente—. Sé que eres fuerte. Lo he visto. Pero el miedo que tengo de perderte me hace ser cauteloso. No quiero arriesgar lo que hemos recuperado.Ella sonrió levemente