Alejandro la miró, con una ternura infinita en sus ojos. Se inclinó hacia adelante y besó su mejilla suavemente, sin querer despertarla. Luego, acomodó las sábanas alrededor de ella, asegurándose de que estuviera cómoda, y apagó las luces, dejando solo una tenue iluminación proveniente de la lámpara de la esquina de la habitación.Antes de acostarse a su lado, Alejandro se detuvo un momento para mirarla. Luciana parecía tan en paz, tan hermosa. Se inclinó una vez más y la besó suavemente en los labios, apenas un roce, para no interrumpir su sueño.Finalmente, se deslizó junto a ella en la cama, abrazándola por la cintura, y cerró los ojos. El calor de su cuerpo junto al de ella era reconfortante, y pronto, el sueño también lo alcanzó. Estaba en paz, sabiendo que tenía a la mujer que amaba profundamente entre sus brazos.Al dia siguiente.Luciana y Alejandro llegaron a la imponente oficina, el sonido de sus pasos resonando en el suelo, Luciana se sentía nerviosa, lo único que quiera er
Alejandro apretó la mandíbula, evaluando la situación. Su mente trabajaba rápidamente para encontrar una solución que no solo evitara mayores problemas con los inversionistas, sino que también resolviera lo que parecía ser un conflicto subyacente con sus socios.—Lo resolveremos —dijo con determinación—. Voy a contactar directamente a su CEO, y si no obtenemos una respuesta clara, haremos una visita en persona. No podemos permitirnos que esto se salga de control.Claudia y Verónica asintieron, sintiendo el peso de la situación. Las dos mujeres sabían que Alejandro era capaz de manejarlo, pero también entendían la gravedad del problema. Este era un punto de inflexión en las negociaciones con los inversionistas, y cualquier error podría tener consecuencias devastadoras para la empresa.—¿Qué más necesitamos saber? —preguntó Alejandro, mirando a sus padres y a las dos mujeres.—Por ahora, solo eso —respondió Verónica—. Pero te recomiendo que te prepares para tomar decisiones difíciles si
—Alejandro, no puedo quedarme de brazos cruzados, ¿Con quién hablaste? —protestó ella, aunque su voz era suave, reflejando su preocupación—. Quiero ayudarte.Él sonrió levemente, aunque la tensión seguía presente en su rostro.—Hable con un amigo. Lo sé. Pero por favor, confía en mí. Haré todo lo posible por protegernos, a la empresa y a ti. Vamos a salir de esto... juntos.Luciana asintió, sabiendo que, aunque Alejandro estaba dispuesto a luchar, lo que les esperaba no sería fácil. Las amenazas, los hackeos, todo parecía una tormenta que estaba a punto de desatarse. Pero por ahora, lo único que podía hacer era confiar en él, y esperar lo mejor.Alejandro se giró hacia la puerta justo cuando sus guardaespaldas entraban a la oficina. La mirada de Luciana seguía en él, sabiendo que, aunque esa mañana apenas comenzaba, lo que venía después sería decisivo para su futuro, y para el futuro de todo lo que amaban.Luciana, aún conmocionada por lo que había descubierto, se quedó mirando a Alej
—Hazlo —dijo con voz baja—. Solo quiero que esto se acabe.Luciana volvió al teléfono.—Gracias, Héctor. ¿Cuándo puedes empezar?—Dame acceso remoto a los servidores y al sistema, incluyendo códigos —respondió él de inmediato—. Puedo empezar a rastrear de dónde vienen los ataques. Pero te advierto, esto no será fácil. Si los que están detrás son tan buenos como parece, será una batalla dura.—Lo entiendo —dijo Luciana—. Confío en ti.Después de despedirse, Luciana colgó y se volvió hacia Alejandro, quien se había alejado un poco, con los brazos cruzados y la mirada perdida. Sabía que esto era difícil para él, dejar que alguien como Héctor interviniera en algo tan personal y crucial como su empresa.—Vamos a resolverlo, Alejandro —dijo Luciana en voz baja, acercándose a él y colocando suavemente una mano en su brazo.Alejandro la miró, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de frustración y agotamiento.—Espero que tengas razón, Luciana —dijo con voz baja—. Porque si no lo hacemos,
Alejandro entrelazó sus dedos y tomó una respiración profunda antes de hablar, su voz firme pero cargada de tensión.—Lo que vamos a discutir hoy es mucho más que un simple problema de entregas retrasadas o de cuentas mal administradas —empezó, mirando a cada uno de los presentes—. En las últimas semanas, hemos estado bajo ataque. La empresa ha sido hackeada, y no solo es un ataque externo. Alguien cercano a nosotros está detrás de esto.Luciana lo miró de reojo, sabiendo lo difícil que era para él admitir esto delante de sus socios. La confianza que siempre había proyectado ahora estaba siendo puesta a prueba.—¿Cómo es posible que no lo supiéramos antes? —preguntó uno de los socios, un hombre de mediana edad que parecía más nervioso de lo habitual.Ana, que estaba revisando unos documentos en su computadora portátil, tomó la palabra.—Hemos estado investigando los movimientos financieros y los registros de seguridad. Al principio, todo parecía normal. Pero después de revisar ciertos
La reunión continuó con nuevas resoluciones y planes de acción, pero en ese momento, dentro de esa sala llena de tensión y decisiones empresariales, el vínculo entre Alejandro y Luciana era más fuerte que cualquier amenaza que pudiera presentarse. Y esa fuerza, esa conexión, se convirtió en el motor que impulsó todo lo demás.Después de una mañana y tarde de desespero, La noche caía lenta y pesada, envolviendo la ciudad en un silencio que solo se rompía por el murmullo del viento. Luciana y Alejandro se encontraban en su mansión, la luz suave de las lámparas iluminando la sala de estar, donde Luciana lo observaba desde el sofá. Algo en la mirada de Alejandro estaba diferente esa noche, algo que ella no podía descifrar del todo. Su postura tensa, el ceño fruncido, las manos apretadas sobre los brazos de la silla. Era como si estuviera cargando un peso invisible, uno que parecía aplastarlo más con cada segundo que pasaba.Luciana entrelazó los dedos, sintiendo que algo estaba por estall
—¿Qué estás diciendo? —preguntó, su voz apenas un susurro, como si temiera la respuesta.Alejandro se volvió hacia ella, sus ojos clavados en los de Luciana, más oscuros que nunca.—Estoy diciendo que todo lo que hemos construido podría desmoronarse. Y si no actuamos rápido… ellos no solo destruirán la empresa, Luciana. Vendrán por nosotros. No son personas con las que se pueda negociar o razonar. —Hizo una pausa, tragando saliva como si aquello que estuviera a punto de revelar fuera demasiado peligroso—. Mi padre hizo un trato, uno que involucra mucho más que dinero. Está en juego nuestra seguridad, nuestra vida.Luciana sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. La gravedad de lo que Alejandro le estaba revelando no era algo con lo que había imaginado lidiar. Pero allí estaba él, tan desesperado como aterrorizado, abriéndose de una manera que nunca antes había visto.—¿Estás diciendo que hay… personas, peligrosas, que podrían...? —Ni siquiera podía terminar la frase. El miedo era de
—Escucha, Alejandro. No hay otra opción. Hay 7 caras iguales en todo el mundo, y no sabes lo que encontré, esas chicas son entrenadas y incluso pueden eliminarlos si yo doy la orden, o cualquiera que diera la orden, tendrás que seguir mis ordenes Alejandro, Si no conseguimos esa información, estas personas seguirán ganando terreno. Y no solo tu empresa está en juego, terminara Hackeada y se harán pasar por ti, y los van a destruir a todos. sino la seguridad de todos los que te rodean. Lo sé, es una locura, pero Luciana es la única que puede hacerlo. Tiene el acceso seguro, usara técnicas y nadie la reconocerá. Si quieres salvar a tu madre, tu padre, y a Luciana, y todo lo que has construido… ella es nuestra única salida.Alejandro se pasó la mano por el cabello, su corazón latiendo a mil por hora. La idea de poner a Luciana en peligro lo desgarraba por dentro, pero también sabía que, si no hacían algo pronto, la situación solo empeoraría.—¿Estás seguro de que esta es la única opción?