La Verdad que nunca esperaste

Luciana esbozó una pequeña sonrisa, y aunque no estaba completamente satisfecha, decidió confiar en Alejandro por el momento. Se sentó nuevamente en el sofá mientras su madre iba a la cocina para preparar el almuerzo. Su padre, un hombre de pocas palabras, pero de gran cariño, le ofreció una sonrisa cálida mientras se sentaba a su lado.

—Hija, estamos aquí para lo que necesites —le dijo suavemente—. Tu madre y yo no estaríamos en ningún otro lugar ahora mismo, no después de lo que paso con esa descompensación que tuviste, Afortunadamente las bebitas están bien.

Luciana se sintió reconfortada por la presencia de sus padres, aunque su intuición seguía diciéndole que algo más estaba ocurriendo. Alejandro le dio un suave beso en la frente antes de excusarse para hacer una llamada rápida a Héctor, su mano derecha en la empresa.

Una vez fuera de la sala y dirigiéndose a su pequeña oficina tipo habitación. Alejandro respiró profundamente, caminando hasta el balcón para despejar su mente ante
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