Cinco semanas de esperanza

—Luciana —susurró Alejandro, sintiendo su mano temblar mientras la sostenía. Cuando vio que ella cerraba los ojos y su cuerpo se relajaba demasiado, su ansiedad creció aún más.

La enfermera rápidamente levantó la voz.

—¡Necesitamos ayuda! —exclamó.

De inmediato, otra enfermera entró al consultorio y comenzó a preparar una camilla. Luciana ya estaba desmayada en los brazos de Alejandro, que la sostenía con desesperación.

—Vamos a ponerla en la camilla y realizar un ultrasonido para ver cómo está el bebé —explicó la enfermera mientras comenzaba a preparar el equipo médico—. Es mejor asegurarnos de que todo esté bien.

Alejandro, con el corazón en la garganta, asintió y ayudó a colocar a Luciana en la camilla con delicadeza, asegurándose de que estuviera cómoda. No podía soportar ver a la mujer que amaba en ese estado, pero sabía que tenían que confiar en los médicos.

Cuando la camilla fue llevada a la sala de ultrasonido, la enfermera comenzó a preparar el equipo, y el médico, que ya hab
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