Lucero fue consiente en ese momento del moreno de casi dos metros que estaba con ellos en esa habitación, era grande, y justo ahora estaba cubriendo casi al completo el cuerpo de Felipe, esa imagen la llevo a recordar las veces que Tiago tranquilizo a Dulce, y el miedo la corrió al completo una vez más, no estaba dispuesta a que la historia de sus mejores amigos se repitiera.— La ciudad no es segura para nadie en este momento, si fuera solo Arkady no habría mayores complicaciones, pero Maller vino con su gente… casi todos ellos. — Felipe saco su rostro del fornido pecho del caimán, solo para ver el miedo en los ojos de Lucero.— No, esto no tiene sentido, ¿Por qué me hace esto? Él lo dijo, solo soy una joya que lucir, algo fuera de lo que está acostumbrado a ver a su alrededor…— Creo… que fue mi culpa. — confeso la castaña, y Carlos libero al pequeño rubio y este solo vio con confusión a Lucero.— ¿Qué?— Comencé a cazarlo. — respondió en un susurro y Sandoval la vio con odio una vez
Carlos estaba frente a Felipe, viendo como sus ojos brillaban, una mezcla perfecta de amor y furia, egoísmo y sacrificio, perdón y venganza, así era el rubio, podía ser tan débil como un niño y a la vez más valiente que el propio sicario, porque realmente debía tener valor para odiar en silencio, pedir perdón y clemencia por personas que solo deseaba ver muertas, todo para que otro fuera feliz.Carlos fue muy consiente de como su mano se levantó y acaricio la mejilla de Felipe, había estado soñando con realizar esa acción durante días, se sintió bien, más que bien se dijo, mientras Felipe lo veía con asombro, algo que muy pronto fue sustituido por nervios, su estómago se retorcía con cada milímetro que Sandoval se acercaba a su rostro. El sicario estaba perdido, las esmeraldas de Felipe lo llamaban, imploraban por él, hasta que finalmente sus labios se tocaron, el corazón de Felipe se saltó dos tiempos, mientras que para el sicario el mundo se detenía, ¿estaba bien? ¿era correcto? ¿Qué
El caimán ingreso por el camino de piedras una vez la reja de hierro fue abierta, los cientos de guardias con el logo de la familia Bach que rodeaban la propiedad, no lo pusieron tan nervioso como cuando al fin diviso la gran mansión, estaba tal cual como hacía 7 años atrás, incluso los arbustos y flores eran las mismas, apretó con fuerza el volante del vehículo y respiro profundo, debía ir, debía estar allí, era su deber, le había informado a sus amigos que estaba bien, que se quedaría a hacer un trabajo para Felipe, y el rubio por su parte también llamo a sus amigos, para informarles que por el momento se quedaría con sus padres y no podría ir a trabajar, juro contarles todo más adelante y Carlos solo rezaba que ese “todo” no incluyera el beso que se habían dado, pero tampoco tenía el valor de decirle que olvidara aquel roce de labios, porque en el fondo lo que menos quería el caimán era que Felipe se olvidara de ello.— Pasa y ponte cómodo, no estaremos solos por mucho tiempo, por
— Te juro mi reina que lo someteré a las peores torturas, esto no se quedara así. — una voz profunda y ofuscada se sintió llegar de la sala y el latino tomo distancia del pequeño cuerpo de Felipe, quien aún estaba quieto, casi sin respirar.— No espero menos de ti cariño, pero seré yo quien arranque sus ojos y corte sus manos, después de todo se atrevió a irrumpir en la tranquilidad de mi familia. — Sandoval vio como a la cocina ingreso una pareja con un pequeño bebé en brazos, ella era una fotocopia de la madre de Felipe, pero con los ojos idénticos a los de Amir, supuso que era la hermana mayor de su tormento, a su lado un hombre tan pálido que más parecía un muerto o vampiro que otra cosa, de cabello negro y ojos también azules, un tono más oscuros que los de su esposa.— ¿Felipe? — La rubia tuvo la misma reacción que su madre horas antes y solo entonces el pequeño rubio giro para verla, estaba rojo hasta las orejas, y sus ojos brillaban, tan bonito, pensó el caimán.— Hola Zafiro,
Zafiro desapareció, no pensaba someter a su hermano menor a un interrogatorio, confiaba en él, confiaba en toda su familia, además Lukyan también tenía hambre y no lo amamantaría frente a un desconocido, Neri era demasiado celoso y lo sabía muy bien.— Tu familia es rara. — dijo en un susurro el latino, ya que no estaba muy seguro si alguien podía estar escuchando.— Lo es, no esperes mucha simpatía de Zafiro y no te pienses que es algo personal, ya te lo dije todos cargamos con nuestros traumas, además Zafiro es fría, una reina fría, así la llamamos, ya te darás cuenta.— Y ¿me dirás que paso con el ruso? — no le fue difícil al caimán saber la nacionalidad de Neri, su acento al hablar lo decía todo.— A Neri Neizan lo conocen como el vidente, porque, aunque no lo creas es así, él puede intuir el futuro en algunas ocasiones y en otras… ve tu pasado si te toca. — Carlos rio con burla y Felipe lo vio con seriedad.— El vio lo que me paso en el oriente, estoy seguro, desde que conozco a
Felipe observaba el rostro de cada uno de sus seres queridos, y el nudo en su garganta se hacía más grande, dificultándole respirar con normalidad, ¿Cómo les diría que fracaso? ¿Cómo les diría que todo lo que le enseñaron de niño se le olvidó en un instante?Mientras las preguntas y temores se arremolinaban en su mente, sus ojos chocaron con los de Carlos Sandoval, su vecino, un latino que la primera vez que lo vio, lo confundió con una mujer, un hombre al que casi no conocía, pero a diferencia de lo que ocurrió en el oriente, a él si deseaba conocerlo, un hombre que lo veía con respeto, seriedad y algo más… ¿confianza? ¿valor? ¿Acaso quería infundirle lo que le faltaba en ese momento? Fuera lo que fuera estaba funcionando, Felipe se estaba llenando de coraje, no es fácil quedar expuesto frente a todos, por más que sean tus seres queridos, pero con la mirada café de Sandoval sobre el pequeño cuerpo de Felipe, el nudo que este tenía en su garganta se fue aflojando, hasta desaparecer.—
— ¡Lo sabias! ¡No puedo creer que tu sabias lo que pasaba con mi hermano y no dijeras nada! — Eros había perdido el derecho de enojarse o así sea gritarle a su esposa siete años atrás, cuando él mismo la había herido, pero ahora nada le importaba, no al ver el dolor en su pequeño hermano. Con asombro Sandoval vio como el ruso se colocó de pie y cubrió el cuerpo de la princesa Bach de la mirada furibunda de su esposo Eros, quien al verlo allí en medio de ellos quiso quitarlo, obteniendo como respuesta que Neri Neizan sacara su arma.— ¡Neizan! — dijo con verdadera molestia Zafiro colocándose de pie, al igual que su hermano mayor y su esposo.— Llámame como quieras amor mío, pero siempre lo deje en claro, que Lucero perdonara a Eros no quiere decir que yo haga lo mismo, tú me debes Eros, y tarde o temprano pagaras.— No te metas Neizan. — intervino Mateo, mostrando más emociones en su rostro de las que lo habían visto tener en toda su vida.— Es mi amiga, la única que me queda luego que
Felipe se lanzó a su cama, como cuando era un niño y los truenos y rayos lo asustaban, cubrió su cabeza con las mantas, cerro sus ojos con fuerza, pero esta vez en lugar de pensar que estaba con todos sus hermanos unidos en un gran y protector abrazo, solo recordó el beso que Carlos le había dado, solo un roce de labios que despertaron decenas de mariposas en su estómago, que remplazaron sus lágrimas por una sonrisa estúpida y su palidez fue remplazada por un sonrojo que le hacía sentir calor en sus mejillas.— Es difícil no creer que eres una niña, cuando actúas como tal. — Felipe descubrió su rostro al tiempo que se sentó en su cama, para ver a su custodio terminar de ingresar en la recamara y aunque tenía una sonrisa en su rostro, sus ojos demostraban tristeza, Felipe se preguntó si sentía lastima por él y eso lo molesto, lo menos que quería era la lastima del hombre que le gustaba.— ¿Cómo es que te dejaron subir? — pregunto con asombro al ver que detrás de Carlos no llego ningun