Capítulo 64: Sentimientos.

—Cervantes…Cervantes… — murmuró la monja antes de perder el conocimiento.

Henrick la apretó contra si con dolor, y soltando un grito de frustración camino con ella hacia su auto. ¿Cuánto más le iban a arrebatar los Cervantes? ¿Cuánto más dolor iban a provocar en inocentes? Dejando a la monja en la parte trasera de su vehículo, condujo acelerado hacia el castillo Devonshire, Bernadette iba a quedar destrozada al saber lo ocurrido con las hermanas y los niños del orfanato.

En Baskerville, Chiara observaba a la noche cayendo sobre los prados que rodeaban aquel insignificante pueblo de callejuelas empedradas. Bajando del autobús y vestida con ropas sencillas, tomó su maleta y encaminó sus pasos hacia el palacete de los Baskerville. Eduardo se había convertido en la potestad de esa localidad; había escuchado a algunos pueblerinos hablando maravillas de su pariente. Sonriendo, le iba a encantar lo que tenía planeado; finalmente y por las buenas o las malas, los Windsor, los Godric, los Suss
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