—Cervantes…Cervantes… — murmuró la monja antes de perder el conocimiento.Henrick la apretó contra si con dolor, y soltando un grito de frustración camino con ella hacia su auto. ¿Cuánto más le iban a arrebatar los Cervantes? ¿Cuánto más dolor iban a provocar en inocentes? Dejando a la monja en la parte trasera de su vehículo, condujo acelerado hacia el castillo Devonshire, Bernadette iba a quedar destrozada al saber lo ocurrido con las hermanas y los niños del orfanato.En Baskerville, Chiara observaba a la noche cayendo sobre los prados que rodeaban aquel insignificante pueblo de callejuelas empedradas. Bajando del autobús y vestida con ropas sencillas, tomó su maleta y encaminó sus pasos hacia el palacete de los Baskerville. Eduardo se había convertido en la potestad de esa localidad; había escuchado a algunos pueblerinos hablando maravillas de su pariente. Sonriendo, le iba a encantar lo que tenía planeado; finalmente y por las buenas o las malas, los Windsor, los Godric, los Suss
—Señor, la princesa se ha desmayado, y ahora la está viendo el doctor López. — informo una sirvienta.Henrick dejo a la joven monja en los brazos de otro sirviente.—Llévala a una de las habitaciones de invitados, veré que el doctor López la revise, y ustedes. — dijo mirando a las sirvientas. — Cambien sus ropas por algunas prendas secas, apresúrense. — ordenó. Y corriendo tras de la sirvienta a la habitación de su madre, subió las escaleras angustiado por Bernadette.Entrando en la alcoba, Henrick vio que el doctor López guardaba sus cosas dentro de su maletín médico.—Ah su joven alteza, me alegra verlo, dejemos que la preciosa princesa descanse un poco, ha estado sometida a mucho estrés últimamente lo que le valió en parte ese abrupto desmayo, pero no tiene nada de lo que debamos preocuparnos, pero debo de hablar con usted, ¿Podríamos pasar a su estudio? — cuestionó el médico.Henrick se acercó a la cama en donde su hermosa prometida estaba durmiendo al parecer plácidamente.—¿Está
Aquel cielo era precioso; tan azul como nunca antes lo había visto, y tan similar a los ojos de su amado Henrick. Las blancas nubes se movían pasmosas, como siendo empujadas por una tenue y agradable brisa que las acariciaba con amor. El canto de las aves era todo lo que se escuchaba en aquel paraíso silencioso en donde estaba sentada sobre el césped suave que le hacía cosquillas en las piernas, y entonces, la risa alegre de un niño, comenzó a llenar el viento haciendo que Bernadette dejara sus lágrimas caer libremente.—Ya te escuché, ¿Por qué no vienes conmigo? — dijo la hermosa rubia sonriendo mientras las lágrimas caían desde sus ojos violeta.Aquel era uno de aquellos pocos sueños hermosos en donde podía escuchar a su hijo reír como perdiéndose en el viento. Entre la hierba alta, Bernadette pudo ver a un niño vestido de blanco con cabellos rubios que se ondeaban en el viento, y corriendo hacia él, igual que cada hermoso, se tornaba en pesadilla intentando alcanzar a aquel hermos
Fuera del palacete de los Baskerville, una turba iracunda comenzaba a entrar en los jardines, y la madre superiora supo que aquella era la señal para escapar. Tomando a sus niños, salió de la habitación notando que toda la servidumbre parecía estar armada y buscando a Eduardo Cervantes. Recordando la petición de aquel joven sirviente, tomó aquel objeto oscuro que se encontraba en la maceta tal y como le habían dicho, y corriendo con sus pequeños y sus monjas salieron a los jardines. Sin embargo, recordó la petición del joven sirviente; el señor Baskerville estaba atrapado en los calabozos. En medio del caos, la madre superiora tomó a una joven sirvienta de la mano.—¿Puedes decirme en donde están los calabozos? — cuestionó.La joven sirvienta, asustada, señaló hacia el fondo de los jardines.—Hermana Charlotte, por favor tomé a los niños, yo los alcanzaré. — dijo la madre superiora corriendo a duras penas hacia el fondo del jardín.—¡Madre, espere! — gritó Charlotte mirando a la madre
—Yo soy la futura reina de Inglaterra, por supuesto que iré. ¡Mi deber como la reina que seré, es proteger a todos! — dijo Bernadette con solemnidad, mostrando bravura en sus hermosos ojos violeta.Los aplausos de William no se hicieron esperar.—¡Bravissima! — dijo el marqués con regocijo.El doctor López sonrió al igual que Henrick Godric, aquella joven princesa si tenía el porte y el carácter de una verdadera reina.—No cabe duda de que su majestad, la siempre venerada Reina Berta, supo elegir bien a su sucesor, pero me temo pequeña, que puede ser demasiado arriesgado para usted, su majestad, el enfrascarse en una pelea directa con los Cervantes, esos miserables no dudaran en hacer uso de todo el poderío que han reunido. — dijo el médico.Arthur asintió y Henrick se acercó a su futura esposa.—Se que deseas ser tu quien lo resuelva, pero debes mantenerte a salvo por nuestro hijo. — dijo tocando el vientre de su mujer. — Esta vida que crece dentro de ti, no es solo nuestro bebé, es
—Rápido, la cirugía de extracción no puede esperar más tiempo o la perderemos, una sepsis podría estar comenzando. —Los médicos y enfermeras del hospital San Peter, corrían apresurados para atender a la paciente que recién llegaba en helicóptero.—Es la madre superiora del convento del condado Devonshire. —Leía una enfermera en el informe medicó que le fue entregado por los paramédicos que llegaron junto a la paciente.—Recibió un impacto de bala a la altura del esternón, la situación se agrava debido al tiempo transcurrido y a la edad de la paciente. —Los nervios no se hacían esperar, y varios de los presentes rogaban al cielo por una cirugía exitosa. Pero aquella pregunta que rondaba la menta de todos, pronto se convirtió en un rugido generalizado cargado de indignación.¿Quién había disparado contra una monja anciana?Bernadette corría por los pasillos del hospital seguida por Henrick y los demás. Lágrimas se escapaban de su rostro, ¿Cuántos más inocentes iban a pagar por la amb
Cassandra Baskerville escuchaba el motor de la camioneta en donde los transportaban a Londres. El plan de Eduardo Cervantes, era infiltrarse en el castillo para asesinar a la Reina Berta, y usarla a ella como un chantaje y forzar a Bernadette a casarse con él. En su opinión, aquel era un plan demasiado estúpido…ella ya había lastimado mucho a su propia hija, Bernadette no querría sacrificarse por ella jamás, y tampoco lo merecía. El cansancio la estaba venciendo, pero negándose a cerrar los ojos por el terror que le daba ver la imagen de aquella anciana monja una y otra vez recibiendo aquel disparo, le impedía conciliar el sueño, el sonido de la radio le ayudaba a mantenerse despierta.Mirando los verdes paisajes de la bella Inglaterra, sonrió de ironía. Ella nunca había sido una buena persona, y en realidad estaba bastante lejos de serlo, sin embargo, ver a esa mujer inocente y vieja ser disparada mientras elevaba sus oraciones al cielo, la había destrozado y hecho sentir una culpa q
—La encontraron sobre la carretera al condado de Baskerville, parece haber sido arrojada de un vehículo en movimiento. Esta muy grave, tiene múltiples fracturas en todo el cuerpo y ha perdido mucha sangre. — dijo uno de los paramédicos.—Chiara Cervantes. — leyó la enfermera. — ¡Bien, llévenla a la terapia intensiva para atenderla o la perderemos! — gritó la mujer apresurándose.Chiara apenas alcanzaba las brillantes luces que estaban sobre ella. Todo el cuerpo le dolía tanto, que no tenía fuerzas ni siquiera para gritar. Eduardo la había arrojado desde la camioneta en movimiento, pero había logrado sobrevivir. Haría pagar a ese maldito traidor por lo que le había hecho, meditó antes de volver a perder la conciencia.—¡Necesitaremos donadores de sangre para poder operarla! — gritó otra enfermera que recibía a Chiara en el quirófano.En la habitación de la madre superiora, Bernadette entraba para verla, la anciana monja ya estaba despierta.—Ah mi querida niña, princesa Bernadette, que