—Rápido, la cirugía de extracción no puede esperar más tiempo o la perderemos, una sepsis podría estar comenzando. —Los médicos y enfermeras del hospital San Peter, corrían apresurados para atender a la paciente que recién llegaba en helicóptero.—Es la madre superiora del convento del condado Devonshire. —Leía una enfermera en el informe medicó que le fue entregado por los paramédicos que llegaron junto a la paciente.—Recibió un impacto de bala a la altura del esternón, la situación se agrava debido al tiempo transcurrido y a la edad de la paciente. —Los nervios no se hacían esperar, y varios de los presentes rogaban al cielo por una cirugía exitosa. Pero aquella pregunta que rondaba la menta de todos, pronto se convirtió en un rugido generalizado cargado de indignación.¿Quién había disparado contra una monja anciana?Bernadette corría por los pasillos del hospital seguida por Henrick y los demás. Lágrimas se escapaban de su rostro, ¿Cuántos más inocentes iban a pagar por la amb
Cassandra Baskerville escuchaba el motor de la camioneta en donde los transportaban a Londres. El plan de Eduardo Cervantes, era infiltrarse en el castillo para asesinar a la Reina Berta, y usarla a ella como un chantaje y forzar a Bernadette a casarse con él. En su opinión, aquel era un plan demasiado estúpido…ella ya había lastimado mucho a su propia hija, Bernadette no querría sacrificarse por ella jamás, y tampoco lo merecía. El cansancio la estaba venciendo, pero negándose a cerrar los ojos por el terror que le daba ver la imagen de aquella anciana monja una y otra vez recibiendo aquel disparo, le impedía conciliar el sueño, el sonido de la radio le ayudaba a mantenerse despierta.Mirando los verdes paisajes de la bella Inglaterra, sonrió de ironía. Ella nunca había sido una buena persona, y en realidad estaba bastante lejos de serlo, sin embargo, ver a esa mujer inocente y vieja ser disparada mientras elevaba sus oraciones al cielo, la había destrozado y hecho sentir una culpa q
—La encontraron sobre la carretera al condado de Baskerville, parece haber sido arrojada de un vehículo en movimiento. Esta muy grave, tiene múltiples fracturas en todo el cuerpo y ha perdido mucha sangre. — dijo uno de los paramédicos.—Chiara Cervantes. — leyó la enfermera. — ¡Bien, llévenla a la terapia intensiva para atenderla o la perderemos! — gritó la mujer apresurándose.Chiara apenas alcanzaba las brillantes luces que estaban sobre ella. Todo el cuerpo le dolía tanto, que no tenía fuerzas ni siquiera para gritar. Eduardo la había arrojado desde la camioneta en movimiento, pero había logrado sobrevivir. Haría pagar a ese maldito traidor por lo que le había hecho, meditó antes de volver a perder la conciencia.—¡Necesitaremos donadores de sangre para poder operarla! — gritó otra enfermera que recibía a Chiara en el quirófano.En la habitación de la madre superiora, Bernadette entraba para verla, la anciana monja ya estaba despierta.—Ah mi querida niña, princesa Bernadette, que
La luz verde en la sala de terapia intensiva estaba encendida. Bernadette apenas y si podía creer todo lo que el informe médico decía sobre Chiara Cervantes; múltiples fracturas, las más importantes, expuestas, pérdida importante de sangre…pero de todo lo que aquella hoja decía, hubo algo que fue de su especial interés. No había señal alguna de que ella estuviese embarazada o hubiese estado. Mirando a Henrick que parecía debatirse con su decisión, no mencionó nada al respecto, pero para ella aquello resultaba más que obvio: Chiara Cervantes jamás había estado embarazada, y aquello había sido otra de sus mentiras.Henrick escuchaba con atención lo que los paramédicos contaban: Chiara fue arrojada desde un vehículo en movimiento a gran velocidad, por ello había quedado tan destrozada al golpearse contra el pavimento, era un milagro que aun estuviese con vida. Iban a amputar sus piernas, por lo cual jamás podría volver a caminar, aquello era, tan irónico. En su habitación, una de las enf
—Chiara, he venido a hablar contigo. — dijo Kendrick Godric mirando a su mutilada esposa envuelta en un lamentable llanto.Reconociendo la voz de su marido, el rostro de Chiara Cervantes se iluminó por completo.—Mi amor…has venido a verme, a consolarme. Se que juntos lograremos salir de esto, tú eres todo lo que más amo en el mundo, y sé que tú me amas a mí de la misma manera. — dijo Chiara extendiendo sus brazos hacia Kendrick, sin embargo, el tan solo la miró con frialdad.—¿Cómo pudiste mentirme? ¿Cómo fue que alguna vez creí en ti tan estúpida y ciegamente? — dijo Kendrick destilando rencor.Chiara deshizo su sonrisa.—¿De que estas hablando? ¿Esa maldita perra de Bernadette te ha dicho algo? Es una zorra mentirosa, no puedes creer nada de lo que te diga, yo soy la única que ha estado contigo, la única que te ha amado ciegamente. ¡Mírame! ¿Cómo puedes dudar de mi en estos momentos en que te necesito tanto? — cuestionó enfurecida entre llanto y desesperación.Kendrick sintió asco
—Hoy, es un día glorioso para España. —El obispo hacia una reverencia ante Eduardo Cervantes, y los aplausos llenaron el salón del trono real, mientras los murmullos sobre el recién nombrado Rey de España y Castilla no se hicieron esperar. El ambiente se había llenado de regocijo y esperanza; como si todos creyeran que aquel hombre efectivamente llevaría a su nación a una nueva era de avance y de paz. Mérida Castle observaba en silencio al igual que lo hacía Cassandra Baskerville, y hermosamente vestidas, ambas fueron presentadas como las invitadas de honor del nuevo Rey.—Esto es terrible… — musitó Mérida que apenas había cruzado un par de palabras con la madre de su joven señora.Cassandra asintió sin atreverse a hablar. Estaba arrepentida de todo lo que había hecho, y el miedo de lo que Eduardo Cervantes pudiese hacerle a Bernadette, la carcomía por dentro.Desde detrás de uno de los pilares de aquel elegante gran salón, una joven de cabellos rojos, observaba atenta como su medio
En el castillo de Buckingham, reinaba un ambiente triste. Los preparativos para la boda real entre la princesa Bernadette Baskerville y el Duque de Devonshire Henrick Godric, se llevaban a cabo con gran diligencia. Sin embargo, Bernadette se sentía todo, menos feliz.—Será la novia más hermosa, princesa, sin duda nadie en todo el reino tiene su gran porte y belleza, el Duque d Devonshire es realmente un hombre afortunado. — dijo la modista mientras Bernadette se miraba en el espejo con aquel vestido de novia que había escogido con premura. No se sentía dichosa, aunque debía de estarlo.Henrick había tenido que marcharse en un viaje rápido hacia el castillo Devonshire por la terrible tragedia que había ocurrido allí, recién hacía unos momentos se había ido, y ya sentía extrañarlo, pero su temor hacia Eduardo Cervantes, y lo que podría hacerle a Mérida y a la dulce y pequeña Abigail, era mucho más grande que cualquier otra cosa…Henrick no se había atrevido a informar de ello a la Reina
—Tienes una hija ilegítima, y por mi descuido, cayó en las manos de Eduardo Cervantes. —Kendrick sintió como un baldazo de agua helada aquello que Henrick acababa de decirle. —¿Qué? ¿Qué cosa has dicho? — cuestionó. Henrick siguió abrazando a su hermano ante el temor de que este terminara sufriendo un colapso. —Yo…debí decírtelo antes, pero no sabía cómo ante todo lo que está pasando. ——Espera… ¿Cómo es eso posible? — cuestionó Kendrick completamente acongojado y sin saber que mas decir o preguntar. — ¿Esta es otra de las tretas de Chiara? Porque si es así yo…no puedo creerlo… — dijo dejándose caer sobre su almohada. Henrick abrió una fotografía en su celular y se lo extendió a Kendrick. —Alicent. Ese era el nombre de su madre. Mérida Castel, la dama de Bernadette, estuvo cuidando de la niña en secreto. Hice las pruebas genéticas necesarias, no hay duda de que esta niña, es tu hija. — respondió Henrick. Kendrick sollozó. Recordaba a Alicent, aquella prostituta rubia que le res