En el castillo de Devonshire, Henrick se preparaba para marcharse, era de noche, pero debía partir de inmediato a Londres. Bernadette, se mantuvo serena en la entrada del castillo, para despedir apropiadamente a su prometido.—Volveré dentro de dos días, por la mañana tú y Odette deben de partir al orfanato, la madre superiora te recibirá allí y los guardias reales ya tienen órdenes de custodiar el lugar. — dijo Henrick manteniéndose firme y sin mostrar afecto alguno ante los sirvientes. Con la servidumbre dividida, no sabían quienes estaban de su lado y quienes en su contra.—Está bien, su alteza. — respondió Bernadette, aunque por dentro, deseaba abrazarse de su prometido.Henrick tuvo que contener las ganas de besar a su futura esposa, pero sabía que debían de ser tan prudentes como les fuera posible. Acercándose a Henrick, Odette le entregó algo en las manos, y luego hablo en voz baja al futuro Duque de Devonshire ante la mirada juiciosa del resto de la servidumbre, que de inmedia
El día daba comienzo junto a un nuevo mes, y las verdes colinas se pintaban de colores en cada flor salvaje que parecía brillar como una gema a lo lejos. Bernadette observaba el paisaje desde la habitación que le habían asignado junto a Odette durante los días que se quedaría en el lugar a petición de Henrick. Aun se sentía con la mente nublada después del ataque que había sufrido en manos de Kendrick, incluso las pesadillas la habían asaltado las últimas dos noches. Tenía miedo de que ese hombre se apareciera por aquellas tierras para atacarla de nuevo. Caminando al baño, entró en la regadera esperando que el agua caliente le ayudara a despejar un poco de todo aquello que la estaba abrumando, tampoco había tenido más noticias de su madre y de su loca idea de casarla con un completo desconocido tan solo para ganar más privilegios.La vida de las personas como ella, estaba lejos de ser el ensueño que la mayoría de las personas imaginaban que era. Era una princesa no reconocida aun, y co
Las doce del mediodía ya habían pasado y las monjas preparaban la comida para todos los niños dentro del orfanato. Bernadette cuidaba de los pequeños junto con Odette y Charlotte mientras jugaban afuera y disfrutaban de la agradable tarde que apenas estaba comenzando.—Señorita bonita, mire, aquí hay un nido de golondrinas. — decía Oliver mientras intentaba alcanzar el nido.Acercándose, Bernadette le sonrió al pequeño; ver a Oliver y jugar con el de cierta manera le hacia sentir que en realidad no había perdido a su hijo y que todo aquello tan solo había sido una horrenda pesadilla…pero no podía escapar de su realidad, aunque lo deseara. Acariciando las mejillas sonrosadas del pequeño rubio, notó que este traía un pequeño pichón aun vivo entre sus manos.—¿Se ha caído del nido? — cuestionó la rubia.Oliver asintió. —Si, y creo que se le cayó a su mamita desde ese nido y está asustado, quiero subirlo, pero no puedo. — respondió.Bernadette miró lo alto de aquel árbol; no sería una lab
Henrick miraba aquel edificio en donde la dama Mérida Castle y su recién descubierta sobrina, se hospedaban bajo fuerte resguardo. Nadie, salvo el y William, sabían de la existencia de la niña, y había resuelto enviarla a Estados Unidos, tal y como Bernadette había sugerido. Que la niña existiera revelaba la moral retorcida de su hermano, pero aún no era momento de exponer tal cosa...menor involucrando a una inocente criatura que ni siquiera tenía un nombre propio. Subiendo al pent house donde las mantenía a salvo, aunque no iba solo. Tenía que terminar rápido con ello para luego ir a por Bernadette y llegar a tiempo a su celebración de compromiso.—Señor, ¿Qué está ocurriendo?, me ha hecho firmar varias cláusulas de privacidad y básicamente si abro la boca estaré perdido, ¿Por qué tanto misterio? ¿En dónde estamos? — cuestionó Harry, el secretario de Henrick.—Ya lo veremos, por lo pronto, te dejare a cargo de esto tan importante, y será mejor que tengas extremo cuidado en hacer todo
—Eduardo Cervantes es el hijo bastardo del actual Rey de España, su hijo legítimo y el príncipe heredero, falleció hace unos meses en un trágico accidente; eso es lo que dicen los medios, y luego de su fallecimiento, el príncipe Eduardo fue declarado como hijo legitimo del rey y se convirtió en su sucesor al trono. Charlotte y yo logramos averiguar eso con nuestros contactos de España, aunque, según sabemos también, el príncipe Eduardo no es bien aceptado entre la nobleza española debido a sus orígenes, pero se ha ganado el respaldo y cariño del pueblo español. Como lo veo, señora Baskerville, ese hombre es peligroso. — dijo Odette mientras movía ansiosamente sus dedos.Bernadette frunció el entrecejo; por supuesto, no le había inspirado nada de confianza ese hombre, aun y cuando por su “buena voluntad”, le había hecho entrega de esa atroz carta en donde Chiara Cervantes recibía instrucciones de su pariente y de la anterior reina para deshacerse de ella y del hijo que estaba en ese mo
—Señor Eduardo, le agradezco su visita de ayer, pero temo que debo declinar su ofrecimiento. Voy a seguir mi compromiso con Henrick Godric porque ese es mi deseo. — Bernadette apretó la mano de su prometido entre la suya, sin dejar de mirar a Eduardo Cervantes directamente a los ojos. Henrick, manteniéndose firme junto a ella, también miró a aquel hombre directamente. —Entonces, señor Cervantes, como puede ver no hay nada más que decir. — dijo Henrick con la misma calma que mantenía siempre. Eduardo sonrió. Mirando a Bernadette, sintió como la sangre le estaba hirviendo dentro de las venas, pero mantuvo su porte elegante y su sonrisa placentera como hacia siempre. —Entonces no hay nada más que decir, tal y como dice el señor Godric. Fue un placer conocerla, señorita Baskerville, y puedo asegurarle que está no será la última vez que nos vemos. Con su permiso. — y dándose la vuelta, Eduardo Cervantes regresó por el camino de la terracería hacia su vehículo. Henrick mantuvo su mira
—Nadie debe de saberlo señor López, nadie debe enterarse que no me queda mucho tiempo. — dijo la reina con un deje de resignación en su voz. El doctor López miró con gran tristeza a la reina.—Tal vez debería ser honesta al menos con su sobrina, su real majestad. Bernadette Baskerville debe de estar lista, su pronóstico es de al menos seis meses, es tiempo suficiente para irse preparando para lo que viene. Mis informantes dicen que los Cervantes no han dejado ni un solo día de moverse, creo que nosotros debemos de hacer lo mismo. — dijo el médico con seriedad. La reina se acomodó en su cama. Sabía que el tiempo no era su mejor aliado en ese momento; su enfermedad avanzaba con gran fuerza, pero no podía darse el lujo de mostrarte débil o tan siquiera un poco vulnerable, nadie debía saber aún que poco a poco estaba muriendo. —Este cáncer es terrible, los dolores me consumen y tan solo deseo quedarme en la comodidad de esta cama a esperar el dulce beso de la muerte para finalmente
Los grandes territorios de Bukingham se alcanzaban ya a apreciar a la vista. La belleza de sus extensos jardines, y las maravillas que se guardaban celosamente al interior de la residencia oficial de la reina, volvían a aquel lugar un cuento de hadas de la realidad que desde tiempos ancestrales protegía a los monarcas de Inglaterra por decisión de la reina Victoria. Bernadette Baskerville sonrió al descender del vehículo y ver a su padre que ya la estaba esperando. —Mi querida Bernadette, al fin puedo verte. — dijo Mikael Baskerville abrazando amorosamente a su hija. —Papá, me da mucho gusto volver a verte. — respondió Bernadette notando la ausencia de su madre. — ¿En dónde está mi madre? — cuestionó. Mikael negó. — No te preocupes por ella, estará aquí para la ceremonia de compromiso, solo se retraso por alguno de sus muchos pendientes. — aseguró. Bernadette sabía la clase de pendientes que tenía la mujer que le dio la vida, negando, volvió a abrazar a su padre. —Vamos adent