Capítulo 40: La carta.

Henrick miraba aquel edificio en donde la dama Mérida Castle y su recién descubierta sobrina, se hospedaban bajo fuerte resguardo. Nadie, salvo el y William, sabían de la existencia de la niña, y había resuelto enviarla a Estados Unidos, tal y como Bernadette había sugerido. Que la niña existiera revelaba la moral retorcida de su hermano, pero aún no era momento de exponer tal cosa...menor involucrando a una inocente criatura que ni siquiera tenía un nombre propio. Subiendo al pent house donde las mantenía a salvo, aunque no iba solo. Tenía que terminar rápido con ello para luego ir a por Bernadette y llegar a tiempo a su celebración de compromiso.

—Señor, ¿Qué está ocurriendo?, me ha hecho firmar varias cláusulas de privacidad y básicamente si abro la boca estaré perdido, ¿Por qué tanto misterio? ¿En dónde estamos? — cuestionó Harry, el secretario de Henrick.

—Ya lo veremos, por lo pronto, te dejare a cargo de esto tan importante, y será mejor que tengas extremo cuidado en hacer todo
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