Nathan —¡¡Nathan!! ¡¡Nathan!! —escucho la voz de Giselle.Soltando un gruñido ignoro a mi esposa y colocando mi brazo sobre mi cara continúo durmiendo.—¡¡Nathan!! —insiste.—¿Qué deseas, Giselle? —me quejo molesto, girando solo lo suficiente para ver la hora en el despertador—. Son las tres de la mañana, ¿qué es tan urgente como para que me despiertes a esta hora? —refunfuño.Suelto un bostezo, el cual se corta de inmediato cuando me doy cuenta del ligero peso que reposa sobre mi cadera y de como una pequeña mano se desliza sobre mi pecho desnudo.—¿Q-qué estás haciendo? —farfullo al ver a Giselle sentada a horcajadas sobre mí.—Terminar lo que iniciamos esta tarde —murmura, mordiendo ligeramente su labio tan sensual que me es imposible apartar mi vista de ella.—¿De q-qué hablas? —la cuestiono con un gruñido.—¿Por favor, me vas a negar que esta tarde no deseabas que lo que fingíamos en el subterráneo fuese de verdad? —abro la boca para contradecirla, pero colocando su dedo sobre m
Semanas después —¿Qué es esto? —cuestiono cuando Scarlett me recibe en mi oficina con lo que parece ser una invitación.—En tres días es la convención de perfumistas y esta es la invitación para que usted y su esposa asistan —me aclara.—Había olvidado que se realiza cada año —refunfuño, tomándola y dejándola sobre mi escritorio—, no tengo ganas de ir y ver cómo el centro de atención es Lefebvre —me quejo amargamente.—Es posible que este año sea diferente, recuerde que con los últimos perfumes que hemos lanzado nos hemos posicionado muy por encima de los de la competencia, además de que el último lanzamiento de ellos fue el que nos robaron y desde entonces no han creado otro perfume.—Puede que tengas razón —concuerdo con ella después de algunos segundos—. Lo que no sé es si deba llevar a Giselle o no.—¿Y por qué no debería de ir? —me cuestiona con el ceño fruncido, tal vez pensando que estoy adoptando la misma postura de Lefebvre en su momento de esconder a su esposa al sentirse a
Giselle —Me iré atrás con la esposa del jefe, no soporto ese olor a perro mojado que desprendes —sisea Scarlett, chasqueando su lengua y mirando con odio al rubio que parece morderse la lengua para no responderle como otras tantas veces.»¿Qué tipo de vestidos le gustan? Si comenzamos por ahí me será más fácil llevarla a alguna tienda.—¿Alguno de los vestidos que tengo en casa no me servirá para ese día? —respondo con otra pregunta.—No, porque esos son para cocktail y el de este evento es más formal. ¿Nunca fue a uno con su ex? —inquiere con sutileza.—No, Oliver nunca me llevó a esa clase de eventos. Mi apariencia no era la adecuada como para asistir a algo tan importante y siempre llevaba a Paulette, aunque sea su amante, debo de admitir que es muy guapa.—¿De qué habla? ¿Cuál apariencia? Usted es muy hermosa, mucho más que esa mujer, pero era obvio que a lado de un tipo como su ex usted pareciera una pequeña flor a punto de marchitarse.—Gracias, pero lo dudo. Incluso Nathan me
—¿O es qué sientes tantos celos de mí por estar embarazada, que te es imposible abrir la boca? —cuestiona, acariciando con malicia, su redondeado vientre.Desvío la mirada para evitar romper en llanto y cuando la mano de Nathan se aferra con fuerza en mi cintura, pegándome a su cuerpo como si quisiera protegerme de las malintencionadas palabras de la mujer, me obligo a fingir que estoy bien.—Creo que mi esposa en realidad está preocupada por el futuro que le espera a esa pobre criatura a lado de unos padres como ustedes y ni que decir de los abuelos que tendrá, unos miserables iguales a su hijo.—Te exijo que respetes a mi mujer, Dubois. Es la última vez que le hablas así o te arrepentirás —lo amenaza Oliver, acercándose peligrosamente a su rostro.—Ahora resulta que decir las verdades es faltarle al respeto a tu mujer. Y eso que no dije lo que en verdad pensaba de tu amante, por qué por más que traten de ocultarlo el estigma de ser tu amante cuando aún estabas casado nunca desaparec
Días despuésObservo mi computador y sin poder pasar del primer párrafo del reporte que en teoría debería de estar corrigiendo, lanzo un gruñido y paso mis manos por mi cabeza demasiado frustrado por lo que sucedió con Giselle.—¿Me estás escuchando?—No, lo siento, ¿qué me decías Kalet?—¿Qué te pasa? Desde hace algunos días te veo extraño.—Nada —respondo con brusquedad.—¿Nada? ¿Te das cuenta de que cada día estás más amargado?—No me pasa nada, Kalet y deja de molestar. En verdad que eres odioso cuando te lo propones.—¿Discutiste con Giselle? —insiste, provocando que con la sola mención de mi esposa me estrese—. Tiene varios días que los he visto bastante distanciados, incluso ya no le das esos besos con lavado bucal que por poco y la dejaban sin oxígeno. ¿Dime qué sucedió? Y no me digas que nada que no te creo.—Tenías razón.—¿Sobre qué?—En decir que me estaba enamorando de mi esposa. Ella ya lo sabe, pero no me cree, es más, no me quiere ni cerca de ella, incluso todas las no
Sin dejar de observarlo con los ojos entrecerrados, esbozo una sonrisa, ante la cual Kalet cruza sus brazos y me mira con ferocidad.—No me mires así —refunfuña Kalet después de algunos segundos.—Quiero que estés al pendiente de cuando lleguen las flores para Giselle y subas para ver su reacción —le ordeno entrelazando mis manos a la altura de mi barbilla—, y obviamente tendrás que venir a contarme.—¿Por qué tengo que ir yo? —se queja.—Porque soy tu jefe y te lo estoy ordenando.—Podrías mandar a la bruja.—Ella fue de mucha ayuda, así que ahora te toca a ti.—Pero si ya te ayudé, ¿acaso no fui yo a buscarla? Te aseguro que ni por un momento se te cruzó por la mente preguntarle a ella.—En eso tienes razón, pero ahora necesito de tu ayuda. Te pagaré el doble este mes si cada que le mande algún obsequio a mi esposa bajas a observar su reacción y luego vienes a contarme todo con detalle.—El triple —rebate.—Doble, no harás gran cosa más que bajar y subir —estrecha sus ojos por algun
Aunque esa primera salida con Giselle no fue todo un éxito debido a que la mayor parte del tiempo se la pasó bastante seria, las que le siguieron comenzaron a mejorar nuestra relación de tal forma que estoy casi seguro de que ahora estamos tan bien como antes de la convención.Incluso cuando paso por ella a su piso para salir juntos al final del día ya no me suelta la mano en cuanto nos quedamos solos.—¿Y esas flores? —cuestiono a Giselle cuando la veo sostener el enorme ramo que le envié hoy por la tarde.—Solo me las llevo por qué tengo demasiadas en la oficina y ya no caben —se defiende aun cuando sé que es mentira, este arreglo es de los más hermosos que le he enviado, por lo que es lógico que desee llevarlo a casa.—Te ayudo.—Yo puedo sola —rebate, subiendo al ascensor que ya espera por nosotros.Dado que hoy le di el día a Kalet debemos de salir por el lobby para que alguien me entregue el auto y de camino algunas de las empleadas cuchichean y suspiran emocionadas al ver a Gis
Giselle Escucho la confesión de Nathan sobre sus supuestos sentimientos y sacudiendo mi cabeza me niego a creer en lo que escapa de su boca. ¿Cómo es posible que ahora diga que se está enamorando de mí cuando él muy claramente me dijo que nadie creería que somos amantes? Y con esas palabras resonando en mi cabeza me hago a la idea de que solo desea burlarse de mí así como Oliver lo hizo en su momento y sintiendo una inmensa rabia por ambos hombres me encierro en mí misma hasta el punto en que decido evitarlo lo más que puedo tanto en la oficina como en casa, incluso todas las noches me voy a la cama antes que Nathan.Lamentablemente, al haberme acostumbrado tanto a él, me es imposible conciliar el sueño y cada noche me la paso dando vueltas hasta que Nathan aparece en la habitación y aun estando lejos de mí, su presencia logra tranquilizarme.Algo que nunca esperé y menos viniendo de él, ese hombre tan frío e imponente, es que cumpliese su amenaza de intentar enamorarme y cada día me