—Me alegro de que haya llegado, jefe —masculla con alivio Scarlett cuando me ve aparecer por el pasillo a lado de Kalet a quien le dedica una mirada de rencor—. Los directivos ya se encuentran en la sala de juntas y preguntan por usted —me informa, entregándome algunos documentos.—Solo me retrasé unos minutos —me quejo, revisando el reporte de las pérdidas que tuvimos debido al imbécil de Lefebvre.—Como usted siempre es puntual, se les hizo un poco extraño que no hubiese llegado —me explica, encogiéndose de hombros.—Busca en mi oficina el nuevo perfume y tráelo en lo que esos viejos zorros empiezan con su discusión habitual —veo como sale disparada hacia mi oficina para entregarme lo que acabo de pedirle y después me dirijo a Kalet—, ve al área de producción y ordena que comiencen con el nuevo perfume, Pierre a esta hora ya debe de haberles entregado la muestra de lo que deben producir.—Aquí está jefe —nos interrumpe Scarlett entregándome un pequeño maletín.—Scarlett, tú me acomp
Los días han pasado tan rápido que Giselle ya tiene más de tres semanas trabajando en la empresa y como todas las noches la espero en el subterráneo a que termine con su jornada para regresar a casa.—¿Cómo te fue hoy? —inquiero tomando su mano y ayudándola a subir al auto.—Muy bien. Hoy Pierre y yo mejoramos una de las fórmulas que tenía muchos años abandonada en mis escritos, es posible que en unos días te presentemos la primera muestra.—Eso es bueno, además Pierre está bastante contento contigo. Cada que habló con él no deja de alabarte y decir que eres la primera persona con la que se entiende tan bien en el trabajo.—Es la primera vez que trabajó en una empresa y me siento tan bien.—¿Entonces cómo es que trabajabas con Oliver? —la cuestiono con interés.—Yo lo hacía desde casa, Oliver me llevaba las fórmulas de sus químicos y mi trabajo era mejorarlas. Nunca me permitió entrar a su empresa como algo más que su esposa, aunque por lo regular ni así me dejaban pasar —responde cam
—Antes de que te bajes entrégame las llaves —le ordena estirando la mano, una vez que el rubio nos deja solos de forma inconsciente me pego un poco más a la ventanilla y miro hacia cualquier lado menos a Nathan.»Muy bien cariño, veo que por lo menos sabes que lo que hiciste estuvo mal —musita acercándose a mí.—Yo no pensé que te molestarías tanto por una simple cachetada —me defiendo con un pequeño mohín.—¿Y cómo no molestarme con semejante golpe digno de una boxeadora profesional? —rebate.—Fue lo único que se me ocurrió hacer en el momento, hubiese sido peor si saltaba sobre Sarah y jalaba su cabello.—Aunque no lo creas, hubiese sido mejor —me quedo con la boca abierta sin dar crédito a lo que estoy escuchando y lo miro como si estuviese loco—, ¿sabes qué fue lo peor, además de dejarme en ridículo frente a mis empleados?—No.—Que les hayas dicho lo bien que nos la pasamos cada noche y lo peor es que ni yo recuerdo cómo te hago el amor.—S-solo fue una mentira pequeña, además tú
—¿Qué deseas Sarah? —gruñe Nathan una vez que baja—. ¿Acaso no ves que estoy ocupado?—¿Ocupado? —escupe la mujer con desprecio—. Eres un maldito infeliz que solo piensa en satisfacer sus deseos.—¿Y a ti en qué te afecta que lo haga con mi esposa? —se burla y por la forma en que pasa su pulgar por su boca estoy segura de que está limpiando el labial que acabo de dejar en él—. Si solo viniste para hacerme perder el tiempo que puedo destinar a mi esposa, puedes marcharte, además, te recuerdo que desde hoy tienes prohibido el paso a mi empresa.—No me puedes impedir el paso, Nathan. Yo solo vine aquí para aplicar como modelo y tú me estás negando la oportunidad por qué la estúpida de tu esposa me odia. Cuando le diga a mi tía…—Y tú tuviste la osadía de colarte en mi oficina y abalanzarte sobre mí como una maldita desquiciada. Agradece que mi esposa es toda una dama y no te jaló del cabello aun cuando moría por hacerlo —en cuanto escucho eso frunzo el ceño por la mentira tan descarada q
Nathan —¡¡Nathan!! ¡¡Nathan!! —escucho la voz de Giselle.Soltando un gruñido ignoro a mi esposa y colocando mi brazo sobre mi cara continúo durmiendo.—¡¡Nathan!! —insiste.—¿Qué deseas, Giselle? —me quejo molesto, girando solo lo suficiente para ver la hora en el despertador—. Son las tres de la mañana, ¿qué es tan urgente como para que me despiertes a esta hora? —refunfuño.Suelto un bostezo, el cual se corta de inmediato cuando me doy cuenta del ligero peso que reposa sobre mi cadera y de como una pequeña mano se desliza sobre mi pecho desnudo.—¿Q-qué estás haciendo? —farfullo al ver a Giselle sentada a horcajadas sobre mí.—Terminar lo que iniciamos esta tarde —murmura, mordiendo ligeramente su labio tan sensual que me es imposible apartar mi vista de ella.—¿De q-qué hablas? —la cuestiono con un gruñido.—¿Por favor, me vas a negar que esta tarde no deseabas que lo que fingíamos en el subterráneo fuese de verdad? —abro la boca para contradecirla, pero colocando su dedo sobre m
Semanas después —¿Qué es esto? —cuestiono cuando Scarlett me recibe en mi oficina con lo que parece ser una invitación.—En tres días es la convención de perfumistas y esta es la invitación para que usted y su esposa asistan —me aclara.—Había olvidado que se realiza cada año —refunfuño, tomándola y dejándola sobre mi escritorio—, no tengo ganas de ir y ver cómo el centro de atención es Lefebvre —me quejo amargamente.—Es posible que este año sea diferente, recuerde que con los últimos perfumes que hemos lanzado nos hemos posicionado muy por encima de los de la competencia, además de que el último lanzamiento de ellos fue el que nos robaron y desde entonces no han creado otro perfume.—Puede que tengas razón —concuerdo con ella después de algunos segundos—. Lo que no sé es si deba llevar a Giselle o no.—¿Y por qué no debería de ir? —me cuestiona con el ceño fruncido, tal vez pensando que estoy adoptando la misma postura de Lefebvre en su momento de esconder a su esposa al sentirse a
Giselle —Me iré atrás con la esposa del jefe, no soporto ese olor a perro mojado que desprendes —sisea Scarlett, chasqueando su lengua y mirando con odio al rubio que parece morderse la lengua para no responderle como otras tantas veces.»¿Qué tipo de vestidos le gustan? Si comenzamos por ahí me será más fácil llevarla a alguna tienda.—¿Alguno de los vestidos que tengo en casa no me servirá para ese día? —respondo con otra pregunta.—No, porque esos son para cocktail y el de este evento es más formal. ¿Nunca fue a uno con su ex? —inquiere con sutileza.—No, Oliver nunca me llevó a esa clase de eventos. Mi apariencia no era la adecuada como para asistir a algo tan importante y siempre llevaba a Paulette, aunque sea su amante, debo de admitir que es muy guapa.—¿De qué habla? ¿Cuál apariencia? Usted es muy hermosa, mucho más que esa mujer, pero era obvio que a lado de un tipo como su ex usted pareciera una pequeña flor a punto de marchitarse.—Gracias, pero lo dudo. Incluso Nathan me
—¿O es qué sientes tantos celos de mí por estar embarazada, que te es imposible abrir la boca? —cuestiona, acariciando con malicia, su redondeado vientre.Desvío la mirada para evitar romper en llanto y cuando la mano de Nathan se aferra con fuerza en mi cintura, pegándome a su cuerpo como si quisiera protegerme de las malintencionadas palabras de la mujer, me obligo a fingir que estoy bien.—Creo que mi esposa en realidad está preocupada por el futuro que le espera a esa pobre criatura a lado de unos padres como ustedes y ni que decir de los abuelos que tendrá, unos miserables iguales a su hijo.—Te exijo que respetes a mi mujer, Dubois. Es la última vez que le hablas así o te arrepentirás —lo amenaza Oliver, acercándose peligrosamente a su rostro.—Ahora resulta que decir las verdades es faltarle al respeto a tu mujer. Y eso que no dije lo que en verdad pensaba de tu amante, por qué por más que traten de ocultarlo el estigma de ser tu amante cuando aún estabas casado nunca desaparec