—¿Qué es lo que acaba de decir? —la cuestiono aun cuando la escuché a la perfección y las fotos en mis manos son prueba más que suficiente para confirmar sus palabras.—Como escuchó, Lefebvre intentó abusar de su esposa.—¿Cómo diantres fue que sucedió eso? —gruño, poniéndome de pie con la intención de ir a buscar a ese infeliz, dado que nunca en mi vida le haría algo semejante a una mujer—. ¿Cómo consiguió estas fotos?—Pensé que usted sabía de esto y que por ello me pidió tomar el caso —murmura contrariada—. La ginecóloga de la señora se puso en contacto con mi asistente, además de estas fotos, le envió un reporte médico con información detallada sobre las lesiones.—Yo no sabía nada, Giselle no me lo mencionó —me quejo sintiéndome como un maldito imbécil al darme cuenta de que ese día antes de que fuese a su cita la herí con mis dudas, con mis acusaciones sin fundamento, sin ser consciente del dolor por el que estaba pasando. Ahora es que entiendo el porqué de su actitud ese día.»
Giselle Sostengo con fuerza el pequeño bolso que Kalet me prestó de su hermana y mordiendo mis labios, espero pacientemente a que el ascensor llegué al subterráneo donde ya se encuentran la asistente y la nana de Nathan.—No deberías ponerte nerviosa —me recuerda el rubio, sonriendo de lado.—¿Y si no le agrado a la nana de Nathan? —lo cuestiono con temor—. Por lo que me ha dicho la aprecia mucho y temo que si ella le dice algo, Nathan me rechace y me suceda lo mismo que con Oliver —musito más para mí que para Kalet.—Nathan no te va a rechazar, ya lo has visto, desde hace unos días es más amable y viniendo de él eso ya es decir mucho. Además, ¿a qué te refieres con lo mismo que con Oliver?—No es nada, dije cosas sin pensar —respondo en un intento por restarle importancia cuando el rubio estrecha sus ojos.—Te aseguro que la señora Eugénie es una mujer muy amable y cariñosa, así que deja de preocuparte.—¿De verdad?—No te mentiría, te aseguro que la nana de Nathan te va a adorar. E
Días despuésMe observo en el espejo y cuando la mujer de ojos verdes me devuelve la mirada sigo sin poder creer que seamos la misma persona, ya que parezco alguien totalmente diferente y casi podría decir que hoy me veo linda. Levanto mi mano y cuando la poso en mi rostro sin perder tiempo la maquillista me obliga a bajarla.—No se toque, el maquillaje aún está fresco y se lo podría correr. ¿Le sorprende verse así de hermosa, cierto? —me cuestiona ladeando su cabeza y sonriendo con amabilidad.—Siento que no soy la misma persona —farfullo con sinceridad.—Eso siempre sucede las primeras veces —comenta detrás de nosotras Scarlett, quien ha inspeccionado hasta el más mínimo detalle—, le aseguro que cuando se acostumbre se dará cuenta de que con solo un poco de maquillaje podrá realzar su belleza y seguir enamorando a mi jefe —me guiña el ojo y se da la vuelta antes de que casi le suelte que lo de Nathan y lo mío es falso y que no pienso enamorarlo.Cuando la maquillista termina de pein
Proceso sus palabras por un instante y con un pequeño nudo en el estómago lo enfrento.—¿Por qué no me lo dijiste antes? —lo cuestiono un poco molesta.—¿Para qué hubieses cancelado nuestra boda, cariño? —responde con otra pregunta—. Te recuerdo que en estas semanas también he tenido que lidiar con tu exesposo, además de todos los medios que no se han cansado de decir que soy un destruye hogares, ¿o es que no lo sabías?—Y-yo no sabía nada de eso —murmuro con tristeza.—Ya veo que Kalet se ha esmerado por ocultarte esa información. Soy el sucio hombre que se atrevió a posar sus ojos sobre una mujer casada, aunque debo de admitir que al principio me molestaba, ahora comprendo por qué según los medios me enamoré locamente de ti.—¿De qué estás hablando?—Que luces realmente ardiente, tanto así que estoy tentado en cancelar nuestro contrato y convertir nuestro matrimonio en algo real —me confiesa acercándose a mi oreja y mordiendo mi lóbulo, provocando que coloque mis manos sobre su pech
Nathan Me observo en el espejo y sin poder creer en la locura que estoy por cometer niego con mi cabeza, al tiempo que rocío un poco de mi loción preferida sobre mi cuerpo para después terminar de arreglarme.Me dirijo a mi mesita de noche y sin importarme que sea tan temprano me sirvo otro vaso licor, sintiendo como el sabor afrutado recorre poco a poco mi garganta. Cuando ya he perdido la cuenta de los vasos que he tomado, alguien toca a mi puerta y aunque por un momento estoy por dejarlos pasar, recuerdo que desde que mi supuesto amorío con Giselle se hizo público, Sarah no ha dejado de intentar colarse a mi habitación, por lo que sin duda no es una buena idea permitir que entren sin saber de quién se trata.Me levanto sin mucho ánimo y cuando abro la puerta, una de las pelirrojas que más detesto, me mira con una enorme sonrisa. La miro de arriba hacia abajo y cuando la veo ataviada con un vestido blanco demasiado escotado, enarco mi ceja.—¿Qué deseas Sarah? —la cuestiono con fas
Abro los ojos y con una fuerte jaqueca taladrándome la cabeza, lanzo un pequeño bostezo al tiempo que me estiro en el sofá y sin recordar cómo fue que llegué aquí observo mi enorme cama donde se supone que debería de haber dormido, sin embargo, el pequeño bulto que sin duda es mi esposa duerme profundamente en ella.Cuando estoy por levantarme para recostarme un momento, Giselle comienza a removerse en ella hasta que se desenreda las mantas y se sienta observando todo el lugar.—¿Por qué dormí aquí? —la cuestiono cuando se percata de mi presencia—. ¿Me obligaste a dormir en el sofá de mi propia habitación? —la acuso, moviendo mi cuello de un lado al otro.Sin obtener respuesta de su parte, Giselle se levanta de la cama y cuando está por encerrarse en el baño la tomo de la mano, obligándola a regresar a mi lado.—Te estoy hablando, ¿es qué acaso no me escuchas? —inquiero molesto.—¡No me toques! —sisea, zafándose de mi agarre y lanzándome una gélida mirada.—¿Qué te sucede?—Lo que me
—¿Escuchaste mi conversación con Kalet? —me quejo.—No fue a propósito, yo iba saliendo y los escuché. Y créeme, no tiene nada de malo serlo, podrías tratarte y mejorar, yo soy… estéril y es algo que nunca cambiará.—¡Con un demonio! No soy impotente —siseo, apretando mi mano en un puño. Maldiciendo a Kalet por decir todas esas estupideces, suficiente tengo con que la mujer a mi lado me haya pedido el divorcio hace unas cuantas horas como para ahora sumarle que piense que soy impotente—. Eso lo inventó Iris.—¿Y por qué hizo algo así?—Para obligarme a casarme con Sarah.—¿Entonces tampoco eres gay?—¿Te estás desquitando por lo de ayer, cierto? —la cuestiono molesto—. Y no para tu información, tampoco lo soy, ¿quieres que te lo demuestre en el hotel o aquí mismo? —en cuanto digo eso, enredo mi mano en su cintura y la acerco a mí hasta sentir como su cálido aliento se funde con el mío.—¡¡No!! —chilla, poniéndose tan roja como una cereza y negando violentamente con su cabeza, al tiemp
—Lo siento, yo no lo sabía —me disculpo en cuanto proceso sus palabras.La observo, mientras reposa su cabeza en mi hombro y es cuando comprendo por qué la escuché sollozar esta mañana, estaba recordando a sus padres.—¿Hace cuánto que fallecieron? —inquiero en un susurro.—Cumplieron once años de muertos —responde, derramando una pequeña lágrima por su mejilla.—¿Cómo sucedió? —la cuestiono aun cuando ya sé la respuesta.—E-en un incendio, fue horrible.Guardo silencio dado que no sé qué más decir y cuando veo que aún nos falta cerca de media hora para llegar a nuestro hotel me detengo un momento.—Es mejor que te bajé, ya me cansé y falta bastante para llegar. No entiendo cómo es que caminaste tanto.—Y-yo no estoy cansada, además tu pecho es muy cómodo y cálido —farfulla, aferrándose a mi cuello y negándose a que la ponga en el piso, además de hacerme un puchero.—Estoy seguro de que en tus cinco sentidos no dirías algo semejante —rebato con una pequeña sonrisa—. Bien, sigamos —far