Me gustaría saber en qué momento una chica tan grosera como Zaideth se convirtió en mi dolor de cabeza.
La estoy viendo tomar su gaseosa sin preocupación alguna mientras me ignora, como siempre.
—No me agradas, Walter —me dice después de dejar el vaso de gaseosa sobre la mesa—. Así que deja de preguntar por mi vida privada. No me arruines la noche.
Dejo salir un jadeo al no poder creer lo que estoy escuchando. ¿Por qué cuando nos rechazan, más deseamos estar cerca de esa persona?
Verán, terminé planeando esta tonta cita donde quedé como un cero a la izquierda cuando la conocí una semana antes en una discoteca.
Una semana atrás:
Esa noche mi hermana me invitó para que conociera a su novio con el que llevaba un mes. Aparte de nosotros, también iría Pablo con su prima que me estaba insistiendo para que le diera una oportunidad.
Como no estaba haciendo mucho desde que había llegado a la ciudad, decidí ir sin muchos ánimos. Únicamente para conocer al dichoso novio de Stela (mi hermana) que no me inspiraba muchas buenas vibras.
El punto de encuentro fueron las afueras de Bambam. El primero en llegar fue Pablo con su prima Alessa; todas las veces que he vuelto de vacaciones ella intenta pegarse a mí como un chicle, eso es muy molesto.
—Walter… —saluda ella con una gran sonrisa—, hola…
—Alessa —saludo con una leve sonrisa.
Después de varios minutos que me parecieron algo eternos, el celular de Stela comienza a sonar.
—¡Debe ser Luis! —suelta con rapidez mientras contesta—. Hola, ¿dónde estás?
—Tienes un novio muy puntual —suelto con sarcasmo.
Ella ignora lo que digo, pero se ve nerviosa, sabe que tengo la razón.
—Mira quien está ahí —comenta Pablo con un cierto tono de sorpresa—. ¿Te acuerdas que te hablé de Nicolás? El que estudia conmigo.
Volteo a verlo.
—Sí, ¿qué sucede con él? —respondo.
—Ahí viene —contesta mirando hacia la derecha—. Y está muy bien acompañado. Mira a la rubia, wow, es muy hermosa.
Logro encontrar al grupo que está a unos metros de distancia, donde al lado de la chica rubia de la que habla Pablo, se encuentra una joven de piel trigueña y cabello negro liso acompañada por una joven pelirroja.
Mis ojos se centran en la chica de cabello negro, porque, aunque está muy arreglada con su vestido negro, con el cabello perfectamente ondulado e intenta sonreír, se ve triste. No es la más hermosa del grupo, su belleza es sencilla. Tampoco tiene unas prominentes curvas, al lado de esas dos chicas, se ve bastante sencilla.
Aunque, Nicolás habla con ella, rodea su cintura con un brazo y le da un beso en una mejilla. Es su novia.
Dejo de observar al grupo porque ha llegado un joven a saludar a Stela y estoy seguro que es su novio. Lo logro reconocer por las fotos que anteriormente me mostró, no sé qué le vio mi hermana a este hombre, porque es feo y tiene rostro arrogante.
—Mucho gusto, Luis —me saluda mientras estira una mano.
—Walter —me presento mientras estrechamos manos.
Después de los saludos entramos a Bambam y buscamos una mesa cerca de una esquina del primer piso. A los minutos nos traen unos tragos y un buen ambiente aterriza sobre la mesa.
Alessa se pone de pie y me muestra una mano. Pablo me anima para que acepte bailar con ella y esto me entusiasma a hacerlo.
Llegamos hasta el centro de la pista de baile y Alessa comienza a bailar de manera sensual mientras acaricia su cabello. Pasea sus caderas bastante cerca de mí. Intento seguirle el ritmo, pero me incomoda que esté tan cerca de mí, como si quisiera besarme.
Intento hacer un poco de distancia, pero ella parece percibirlo y se arrima mucho más. Ahora se voltea y me da la espalda, sigue moviendo sus caderas cerca de las mías. Debo aceptarlo, Alessa es muy hermosa, con una belleza latina y tropical que enamora a cualquier hombre, aunque, por alguna razón, a mí no me gusta. La veo como una amiga, una hermana que debo cuidar, ya que la conozco desde que somos niños.
Cuando teníamos catorce años llegamos a tener una relación de un mes, pero lo hice en un intento por enamorarme de ella, aunque no funcionó y desde ese momento ella me ha buscado, ha insistido en que nos volvamos a dar una oportunidad.
Seguimos bailando, pero reflexioné que ella podría tomarlo como un malentendido, creer que yo le estoy dando indirectas que no son ciertas. Por esta misma razón después de acabarse la canción le dije que volviéramos con el resto del grupo.
—Pero ¿por qué? —inquiere con rostro triste. Me toma de una mano.
—Alessa, por favor —pido—. No compliquemos las cosas.
—¿Hay alguien?
—¿Qué? —frunzo el entrecejo—. No…
Ella se abalanza sobre mí, rodea mi cuello con sus brazos y apretuja sus labios con los míos. Intento apartarla, pero se aferra mucho más.
Al poder hacer espacio entre los dos, me alejo de ella con paso largo y me acerco a la mesa donde el resto del grupo sigue compartiendo. Sin embargo, noto algo extraño entre mi hermana Stela y su novio Luis.
Decido quedarme quieto lejos de ellos para poder observar la situación, ya que no quiero que él finja que todo está bien si me ve, ya saben, para aparentar.
Lo veo poner una mano detrás del cuello de Stela, la toma con fuerza y le grita cerca del rostro. Ella se ve que está llorando, pero trata de fingir para no llamar la atención de Pablo que está concentrado en su celular mientras toma una cerveza.
Llevo una mano a mi frente para intentar calmarme, sin embargo, la sangre ya me está hirviendo.
Lo peor sucede cuando veo a Luis darle un bofetón a Stela, la toma del cabello y la obliga a mirarlo y parece decirle algo amenazante a lo que ella responde con tímidos movimientos de cabeza.
No puedo dejar que la siga lastimando. Debo detener esto.
Me acerco a ellos y aparto a Luis con un empujón en el pecho. Él cae recostado en el mueble y yo aprovecho esto para tomarlo del cuello.
—¿Te gusta sentirte grande golpeándola? —gruño— ¡Vamos, golpéame a mí! —Analizo su rostro de impresión—. ¡¿Qué? ¿Te volviste gallina?!, ¡anda, golpéame! —grito con fuerza.
Stela suelta un grito y se levanta del mueble mientras lleva las manos a la cabeza.
—¡Walter, no, por favor! —suplica.
Luis parece salir del impacto y despliega una sonrisa de ironía. Me da un empujón que me hace retroceder y debo maniobrar para no perder el equilibrio.
Se levanta del mueble y respinga las cejas mientras se burla. Toma a Stela de un brazo y la jala hacia él.
—¡¿Y qué pasa si la golpeo?! —pregunta—. ¡Es mi novia y debo corregirla, para que no se vuelva a portar mal!
Aprieto con fuerza mi mandíbula al sentir que la sangre me hierve con mucha fuerza.
Pablo ya está de pie, perplejo, observando la discusión. Guarda su celular en uno de los bolsillos del pantalón y se acerca a Luis.
—Suéltala —ordena.
—¿Y qué pasa si no la suelto? —pregunta con tono burlón.
Pablo no responde. Se acerca a Stela y la toma bruscamente para dejarla detrás de él, después, golpea el pecho a Luis.
—¡¿Qué te pasa maldito imbécil?! —gruñe—, ¡¿quieres morir?! —Lo mira fijamente a los ojos, como si deseara matarlo—. ¡Vete!, ¡lárgate!
—¡¿Qué te pasa?! —grita Luis—. ¿Te crees muy bravito?
Pablo le responde dándole un fuerte puñetazo en el rostro que lo hace caer al piso, pero Luis se levanta rápidamente y se abalanza a él.
En ese instante se acerca Alessa y suelta un fuerte grito al ver a Pablo peleando con Luis e intenta intervenir.
—¡Pablo, Pablo! ¡No! —suplica.
Mi amigo se desconcierta, algo que aprovecha Luis para intentar aventarle la pequeña mesa de madera en la cabeza.
Al ver esto, mi piel se hiela y me abalanzo a Pablo para ayudarlo a esquivar la mesa que, si llega a golpear su cabeza, podría matarlo.
Se comienzan a escuchar fuertes gritos de personas que están a nuestro alrededor. Me doy cuenta que todo se ha vuelto en espantosa situación gracias al gran patán que mi hermana se consiguió como novio. Ahora deseo matarlo, se ha metido con lo que más me importa en la vida: mi familia y mis amigos.
Pablo y yo estamos en el piso, nos levantamos para abalanzarnos sobre Luis. Lo comenzamos a moler a golpes, pero sentimos que unas enormes manos nos toman del cuello de la camisa y nos arrastran hacia la entrada de la discoteca.
Cuando quiero ver, estoy volando en el aire y únicamente puedo protegerme para no lastimarme al chocar contra el duro piso.
—¡Mátense afuera! —escucho una voz gruesa de uno de los guardias de seguridad.
Alessa y Stela corren a socorrernos al ver a Pablo y a mí retorcernos del dolor por la torpe caída en el piso.
—¡Por Dios, ¿estás bien?! —pregunta Stela mientras me ayuda a levantar.
Pero no soy capaz de prestarle atención, mis ojos están buscando a Luis, ¡lo voy a matar!
Lo veo levantándose del suelo con torpeza, me da una mirada rápida y comienza a alejarse. ¡Se está escapando! Ah… no creas que te vas a salvar de esta…
Corro a él y lo tomo del cuello, apretándolo con fuerza.
—¡NO!, ¡WALTER!, ¡BASTA, POR FAVOR! —suplica Stela corriendo para tratar de calmarme.
Veo el rostro de Luis enrojecerse mientras me mira con sus ojos rojos.
Stela me toma de un brazo, intentando que suelte el agarre que tengo en el cuello de Luis. Veo que está llorando y temblando del miedo.
Arrojo a Luis al piso. Ahora se ve como un perro miedoso. Me da asco.
—¿No la ibas a corregir para que no se portara mal? —le pregunto mientras lo veo levantarse del suelo tosiendo—. ¡Anda, vuélvela a tocar!
—Pregúntale lo que estaba haciendo —dice él con la voz maltratada mientras lleva las manos a su cuello—. Tanto que la defiendes y es una perra. ¡Una m*****a zorra!
Quiero volver a abalanzarme a él, pero siento que me toman de los brazos. Es Pablo y Alessa.
—Basta, amigo, no vale la pena —dice Pablo cerca de mi oído—. Estamos en la calle, podría venir la policía en cualquier momento, sabes que no es bueno para ti. Él no vale la pena. Mejor vámonos.
Stela está en medio de los dos y puedo observar su mejilla enrojecida donde antes ese imbécil la ha golpeado. Ni siquiera nuestros padres le han puesto una mano encima para que venga ahora este don nadie a lastimarla. Y lo peor, se está burlando de ello.
—Vaya… parece que el soldadito tiene miedo ahora —se burla Luis—. ¿No se supone que me ibas a golpear? Adelante, quiero verlo.
Pablo ve que yo estoy a punto de explotar, así que decide soltarme, sabe que ya no hay vuelta atrás. Toma a Stela de una mano y la jala para quitarla de en medio.
Luis estaba preparado, logra encertar un puñetazo en una de mis mejillas, pero es tanta la cólera que siento en el momento que no puedo sentir el dolor de mis brackets desgarrando la parte interna de mis mejillas.
Después de darle fuertes golpes, logro golpear con una rodilla su estómago, algo que lo hace retroceder y tambalear. Le hago una llave que logra hacer que su espalda choque contra el piso, me subo encima de él y con mucha rapidez golpeo su rostro.
La sangre salpica en el pavimento. Escucho los gritos de las personas a mi alrededor, pero no soy capaz de detenerme, ¡deseo matarlo!
—¡Walter, por favor, basta! —suplica Stela entre el llanto—. ¡No lo mates, por favor! ¡Yo no quiero esto!
Sus últimas palabras golpean mi mente y me hacen volver en sí. Siento que me toman de los brazos. Me detengo. Siento mi respiración agitada. Parpadeo varias veces y trato de reincorporarme.
—¡Te voy a matar como te vuelvas a acercar a ella! —grito mientras lo veo retorcerse en el piso—. ¡LÁRGATE, ANTES QUE ME ARREPIENTA!
Luis, con las pocas fuerzas que le quedan, se tambalea mientras intenta levantarse. Dos jóvenes se acercan y lo ayudan a levantarse para después llevárselo.
Siento mi boca llenarse de sangre. Me acerco a una zanja para escupir. Ash… me reventó toda la boca.
Al regresar con mi grupo veo que unos jóvenes se están acercando a nosotros. Es el grupo de Nicolás.
—Hey, ¿qué pasó? —pregunta Nicolás a Pablo mientras se saludan con un juego de manos.
—Nada, un men ahí que quiso molestar —responde Pablo—. Pero se llevó lo que vino a buscar.
Me acerco a Pablo y sonrío mientras tanteo la comisura derecha de mi labio que está lastimada. Siento que toda mi boca duele y parece que se va a comenzar a hinchar.
Paseo mi mirada por las chicas que me están sonriendo, menos una. Mis ojos se posan en la chica de cabello negro que me está reparando, diría que demasiado, es un poco incómodo, pero me da curiosidad saber qué está pensando, porque me mira con desprecio y enojo, ¿qué tendrá contra mí si ni siquiera nos conocemos?
—Walter —me presento con Nicolás.
Pablo me ha hablado tanto de él que tengo curiosidad por conocerlo, y más por conocer a su novia. Ella está logrando que mi cólera se disipe con su ocurrente rostro.
La chica rubia y la pelirroja se presentan y por fin sé que se llaman Carla y Eva. Pero, lo más curioso es que la novia de Nicolás está ahí, con su cara de piedra y no disimula, mucho menos se presenta. Parece que no soy el único que nota esto, ya que todos lo están mirando.
Ella se acerca al oído de Nicolás y se susurran algunas cosas. De pronto, la chica alza la voz y comienza a reclamarle.
—¿Esperar? —pregunta—. Me quiero ir, ¿no te das cuenta? —Se ve demasiado molesta—. ¿Me voy sola? —reconvina—. ¡Porque si quieres te dejo aquí con estos imbéciles, no tengo problema!
Respingo mis cejas por la impresión que me da el oír sus palabras. A la vez, me da mucha curiosidad saber el por qué me está catalogando de esa forma si no me conoce.
Es demasiado antipática, pero a la vez me da mucha gracia. ¿Cómo puede Nicolás soportarla?
—Zaideth, por favor —suelta serio Nicolás—. No seas tan grosera, ¿podrías?
—¿Grosera yo? —La chica pone las manos en su cintura—. Uno de ellos me golpeó con una silla, ¿y la grosera soy yo?
M****a, ¿de verdad la silla que aventó Luis la golpeó?
Veo que en uno de sus brazos hay un fuerte moretón que se está formando. Siento que comienza a tener bastante razón su enojo. Está hablando con los mismos chicos que, seguramente dañaron su noche. Pero… esperen, ¿está tratando de insinuar que yo la golpee?
—El que lanzó la silla fue el otro, no yo —me defiendo.
La chica voltea a verme, pero parece querer matarme con la mirada. M****a, creo que he metido más la pata.
—¿Yo te pregunté? —inquiere tajante—. No te metas en lo que no te incumbe.
—Zaideth, por favor —pide Eva.
—Vámonos, vámonos —sugiere Carla con rostro de vergüenza. Me mira con una mirada de disculpa.
Pongo las manos en mi cintura. Siento que es cansado tener esta discusión después de haber tenido una pelea. Además, esa chica parece estar un poco borracha. Sin embargo, algo dentro de mí quiere explicarle que se está equivocando.
—No, pero yo tampoco pedí que me llamaras imbécil —explico, sonrío al sentir que es absurdo tener que hablar con una borracha, aun así, sigo hablando—. No sabes el por qué peleamos, pero si lo supieras, estoy seguro que no me llamarías imbécil.
—No te preocupes, no necesito saberlo —responde ella tajantemente—. No se necesita saber que eres un bruto que va por ahí golpeando al primero que se le cruza en el camino y hace un espectáculo de tal calibre en la calle. Agradece que no llamaron a la policía.
No logro contener una risa. Me parece que se ve muy chistosa enojada, además, el saber que está completamente equivocada en lo que dice, el querer catalogarme sin que me conozca, me parece sumamente ridículo.
—¿Qué le pasa a esta perra? —suelta Stela.
Al escuchar a mi hermana siento que algo dentro de mí me advierte que es mejor detener todo esto, ella aún sigue muy sensible por lo que acabó de suceder hace minutos atrás, de hecho, yo también lo estoy.
—Déjala, las personas suelen pecar por ignorantes —la calmo mientras pongo una mano en su hombro.
El grupo de Nicolás comienza a regañar a la chica y poco a poco la arrastran lejos de nosotros mientras me explican que está borracha, que no le preste atención.
Es una pena que nos conozcamos de esta forma, porque es muy linda, da mucha gracia y algo me dice que pudimos habernos llevado mejor en otras circunstancias.
—Qué m*****a… —refunfuña mi hermana mientras los vemos marcharse.
Ruedo la mirada a Pablo que se le ve con una enorme sonrisa estúpida.
—¿Qué te pasa? —inquiero.
—La rubia, Eva —responde victorioso—, me dio su número sin yo pedírselo.
—¿Qué? —arrugo mi rostro—, ¿en qué momento?
—Bloqueé su número, pero me llama por otros —me informa Stela con tono triste.—Debes cambiar de número —le sugiero—. Así dejará de molestarte.—Walter, yo… —Trata de disculparse.—No sabías que eso iba a suceder. —La tranquilizo—. Pero ahora tienes la responsabilidad de arreglar las consecuencias de ese error. —Le sonrío—. Y lo estás haciendo, lo haces bien, tranquila.Me acerco a ella y la abrazo, escucho un pequeño sollozo mientras aprieta con fuerza mi camisa.—Fui una tonta, ¿cómo pude estar con alguien así? —Se recrimina.—Oye, todos cometemos errores —le digo—, somos humanos.En ese instante entra Pablo a la sala y queda congelado al ver aquella escena, se rasca la nuca con una mano, demostrando que se siente un tanto incómodo.Stela se aleja de mí mientras limpia las lágrimas de sus ojos, voltea a ver a Pablo y le sonríe con tristeza. Después, decide ir a su cuarto para tener un poco más de privacidad.Pablo y yo quedamos solos en la sala, intentando pasar el trago de aquel ma
Siento mi garganta atascada con una piedra. Sin embargo, trato de mostrarme neutral, que nada de lo que dice este hombre me intimida, pero no es así. Me sorprende mucho su seguridad, a la vez me da risa, porque… sé que está entrando en terreno minado, va a salir muy lastimado como llegue a generar sentimientos de verdad hacia mí.Me acaba de decir que gusta de mí, pero estoy casi segura que es capricho: una persona no puede tener sentimientos por alguien en unas cuantas horas, no es real, simplemente es su corazón jugando con su mente. —Espera menos de un mes —me dice con su estúpida voz segura—. Mientras eso sucede, vamos a tener más citas.Suelto un jadeo irónico y parpadeo varias veces al no poder creer lo que estoy escuchando.—Disculpa… —comienzo a decir.—Disculpada.Me detengo abruptamente y trato de hablar, pero únicamente gesticulo algunas palabras imposibles de entender.Veo que él está disfrutando mucho del momento, se burla de mi mal. ¡Ay, Eva, ¿por qué demoras tanto?!Me
Odio a Walter.Odio a Walter con todas mis fuerzas.—Es mi chica. Imbécil —le oigo decir con su maldita voz petulante. Abro mi boca al no creer lo que acabo de escuchar.¡Me acaba de dañar la oportunidad de mi vida! ¡Lo odio!Una semana atrás:—¿Le diste mi número a Walter? —le pregunto a mi hermana en la mañana.Mis padres se acaban de ir a sus trabajos y estamos las dos en el comedor terminando de desayunar.Eva está cambiada con una camiseta blanca que tiene el logo de la alcaldía, un jean y unos tacones negros altos.—Sí, me lo pidió y se lo di, no vi ningún problema en dárselo —me dice mientras termina de tomar un vaso de avena fría—. ¿Te escribió?Aún estoy en pijama y llevo el cabello recogido en forma de globo.—Sí, lo hizo anoche —respondo con tono aburrido—. Me invitó a salir.—¿Y qué le respondiste? —Me mira con una amplia sonrisa.—No lo he hecho —contesto mientras me levanto de mi puesto y llevo a la cocina mi plato vacío.—¿Por qué? —Eva me sigue mientras lleva en una
—¿Sabes dónde estudio?—Claro, tu hermana me dijo —suelta una pequeña risa—. Espérame, ya llego.Cuelgo y me dirijo a la oficina de profesores de mi facultad y entrego mi trabajo. Salgo a la entrada de la universidad y me siento en una banca para esperar a que Walter llegue por mí.Tengo que aceptar que en parte me da mucho alivio saber que alguien me llevará a casa, porque sería engorroso tener que caminar hasta la avenida donde pasa mi bus, ya que, aunque la ruta de mi casa me deja en frente de la universidad, la que debo tomar para devolverme no pasa frente a la institución, debo caminar dos largas cuadras para poder tomarla. Y eso, si tengo suerte, esperaré de pie quince minutos, a veces me toca esperar media hora.Cierro los ojos y siento como si fuera a perder el conocimiento. Es la primera vez que con los cólicos me siento tan mal, tal vez es porque me tomé una pastilla bastante fuerte teniendo el estómago vacío. Una vez a mi hermana le pasó lo mismo.—Zaideth —escucho que me l
Mis labios se entreabren de la impresión; ningún hombre me ha cocinado, mucho menos un casi desconocido.—Yo me pedí algo por aparte —agrega. Me escudriña con la mirada—. ¿Quieres comer? Yo voy a almorzar lo que me pedí, podemos comer juntos.—¿Cuándo te dije que tenía hambre?—Cuando estabas dormida. Dijiste que querías comer algo rico.Suelo hablar dormida, ya mi familia está acostumbrada a ello y no me prestan atención. Pero… por lo general suelo decir cosas sin sentido. Ahora me pregunto qué más cosas habrá escuchado Walter que no me dirá por prudencia. Me levanto del mueble y me acerco con paso arrastrado hacia el comedor seguida por Walter que viene detrás de mí; algo que no me gusta porque podría ver una mancha indeseada en mí.Me siento en el comedor a esperar que me sirva el tan intrigante caldo que preparó. Lo puedo ver en la cocina sirviendo en una taza el caldo y esto me hace sonreír. Por un momento logro imaginar que somos una pareja viviendo bajo el mismo techo y que h
—Porque no quiero tener competencia —suelta Carl mientras me mira y puedo notar que sus ojos comienzan a ver mis labios.¿Qué es esto? ¿Por qué se está comportando de esta forma tan de repente? No quiero volver a ilusionarme con cosas que no van a pasar de verdad.Me levanto de mi puesto y tomo mi bolso que reposa sobre la mesa. Parece que esto desconcierta a Carl, quien también se levanta y con un rostro confundido se acerca a mí.—¿Te molesté? —pregunta.—No… es sólo que… —¿Cómo podría decirle que lo amo desde hace tres años y me da miedo que vuelva a ilusionarme con falsas expectativas? —. Debo irme, se me hará tarde. —Finjo una sonrisa y comienzo a caminar fuera de la cafetería.—Zai, espera —me llama mientras camina detrás de mí—. ¿Realmente no te molestaste? Porque parece que sí.—No, tranquilo —suelto—. En serio.—Bueno, si es así, ¿me aceptas una salida?Volteo a verlo, sorprendida.—¿Qué? —inquiero.—¿No quieres salir conmigo? —pregunta ya caminando a mi lado—, sólo sería una
Zaideth me encanta cada vez más.Al principio me sentí enojado al verla sonreírle a ese estúpido mientras la tenía tomada de las manos.Desde que lo vi dar ese espectáculo en plena calle, hablarle como si fuera poeta, me di cuenta de que era un farsante. Pero ella… lo estaba viendo con mucha intensidad, como si su vida dependiera de ello y él se aprovechaba de esa debilidad.No me sorprendí al darme cuenta de que en la vida de Zaideth hay una persona que tiene su corazón. Cuando la conocí y la vi tan renuente conmigo que supuse que era por esta razón: está enamorada de alguien. Pero al conocer a este hombre y ver que la estaba utilizando, me llené de impotencia.—¿Me estás tomando por idiota? ¿Me ves cara de imbécil o qué?¿Cómo puede Zaideth amar a alguien que la trata de esa forma? Quería romperle la cara a ese imbécil. Pero eso lo haré cuando Zaideth no esté presente, no quiero perder puntos con ella.Aunque ahora está sentada frente a mí y… me mira como si quisiera asesinarme: cre
Esa noche Zaideth no respondió mis mensajes, pero decidí no buscarla y mucho menos insistirle, sé que ella llegará a mí sin yo pedírselo. Le gusto, se le nota cuando me mira; muchas veces me ha observado los brazos y los labios con deseo.A las nueve de la noche, Eva me llama para invitarme a un paseo que tenía con unos amigos para un piscinazo en una cabaña. Me recalcó que Zaideth iba a ir, como para animarme a aceptar.—Hoy llegó bastante enojada a la casa, ¿no habrá sido por ti? —me pregunta—. Ustedes iban a tener una cita, ¿no es así?—Sí, pero todo terminó muy mal —le cuento—. Cuando llegué a recogerla había un tipo con el que hablaba y después, cuando me acerqué, él comenzó a tratarla mal.—Algo así me dijo —suelta con desgana—. Ese estúpido no la acepta, pero tampoco la aleja. Lo peor es que Zaideth no se da cuenta que él únicamente la utiliza.—Hoy intentó golpearla, si no hubiera intervenido, le habría alzado la mano —confieso.Se escucha una exclamación de su parte.—¡Eso no