—¿Sabes dónde estudio?—Claro, tu hermana me dijo —suelta una pequeña risa—. Espérame, ya llego.Cuelgo y me dirijo a la oficina de profesores de mi facultad y entrego mi trabajo. Salgo a la entrada de la universidad y me siento en una banca para esperar a que Walter llegue por mí.Tengo que aceptar que en parte me da mucho alivio saber que alguien me llevará a casa, porque sería engorroso tener que caminar hasta la avenida donde pasa mi bus, ya que, aunque la ruta de mi casa me deja en frente de la universidad, la que debo tomar para devolverme no pasa frente a la institución, debo caminar dos largas cuadras para poder tomarla. Y eso, si tengo suerte, esperaré de pie quince minutos, a veces me toca esperar media hora.Cierro los ojos y siento como si fuera a perder el conocimiento. Es la primera vez que con los cólicos me siento tan mal, tal vez es porque me tomé una pastilla bastante fuerte teniendo el estómago vacío. Una vez a mi hermana le pasó lo mismo.—Zaideth —escucho que me l
Mis labios se entreabren de la impresión; ningún hombre me ha cocinado, mucho menos un casi desconocido.—Yo me pedí algo por aparte —agrega. Me escudriña con la mirada—. ¿Quieres comer? Yo voy a almorzar lo que me pedí, podemos comer juntos.—¿Cuándo te dije que tenía hambre?—Cuando estabas dormida. Dijiste que querías comer algo rico.Suelo hablar dormida, ya mi familia está acostumbrada a ello y no me prestan atención. Pero… por lo general suelo decir cosas sin sentido. Ahora me pregunto qué más cosas habrá escuchado Walter que no me dirá por prudencia. Me levanto del mueble y me acerco con paso arrastrado hacia el comedor seguida por Walter que viene detrás de mí; algo que no me gusta porque podría ver una mancha indeseada en mí.Me siento en el comedor a esperar que me sirva el tan intrigante caldo que preparó. Lo puedo ver en la cocina sirviendo en una taza el caldo y esto me hace sonreír. Por un momento logro imaginar que somos una pareja viviendo bajo el mismo techo y que h
—Porque no quiero tener competencia —suelta Carl mientras me mira y puedo notar que sus ojos comienzan a ver mis labios.¿Qué es esto? ¿Por qué se está comportando de esta forma tan de repente? No quiero volver a ilusionarme con cosas que no van a pasar de verdad.Me levanto de mi puesto y tomo mi bolso que reposa sobre la mesa. Parece que esto desconcierta a Carl, quien también se levanta y con un rostro confundido se acerca a mí.—¿Te molesté? —pregunta.—No… es sólo que… —¿Cómo podría decirle que lo amo desde hace tres años y me da miedo que vuelva a ilusionarme con falsas expectativas? —. Debo irme, se me hará tarde. —Finjo una sonrisa y comienzo a caminar fuera de la cafetería.—Zai, espera —me llama mientras camina detrás de mí—. ¿Realmente no te molestaste? Porque parece que sí.—No, tranquilo —suelto—. En serio.—Bueno, si es así, ¿me aceptas una salida?Volteo a verlo, sorprendida.—¿Qué? —inquiero.—¿No quieres salir conmigo? —pregunta ya caminando a mi lado—, sólo sería una
Zaideth me encanta cada vez más.Al principio me sentí enojado al verla sonreírle a ese estúpido mientras la tenía tomada de las manos.Desde que lo vi dar ese espectáculo en plena calle, hablarle como si fuera poeta, me di cuenta de que era un farsante. Pero ella… lo estaba viendo con mucha intensidad, como si su vida dependiera de ello y él se aprovechaba de esa debilidad.No me sorprendí al darme cuenta de que en la vida de Zaideth hay una persona que tiene su corazón. Cuando la conocí y la vi tan renuente conmigo que supuse que era por esta razón: está enamorada de alguien. Pero al conocer a este hombre y ver que la estaba utilizando, me llené de impotencia.—¿Me estás tomando por idiota? ¿Me ves cara de imbécil o qué?¿Cómo puede Zaideth amar a alguien que la trata de esa forma? Quería romperle la cara a ese imbécil. Pero eso lo haré cuando Zaideth no esté presente, no quiero perder puntos con ella.Aunque ahora está sentada frente a mí y… me mira como si quisiera asesinarme: cre
Esa noche Zaideth no respondió mis mensajes, pero decidí no buscarla y mucho menos insistirle, sé que ella llegará a mí sin yo pedírselo. Le gusto, se le nota cuando me mira; muchas veces me ha observado los brazos y los labios con deseo.A las nueve de la noche, Eva me llama para invitarme a un paseo que tenía con unos amigos para un piscinazo en una cabaña. Me recalcó que Zaideth iba a ir, como para animarme a aceptar.—Hoy llegó bastante enojada a la casa, ¿no habrá sido por ti? —me pregunta—. Ustedes iban a tener una cita, ¿no es así?—Sí, pero todo terminó muy mal —le cuento—. Cuando llegué a recogerla había un tipo con el que hablaba y después, cuando me acerqué, él comenzó a tratarla mal.—Algo así me dijo —suelta con desgana—. Ese estúpido no la acepta, pero tampoco la aleja. Lo peor es que Zaideth no se da cuenta que él únicamente la utiliza.—Hoy intentó golpearla, si no hubiera intervenido, le habría alzado la mano —confieso.Se escucha una exclamación de su parte.—¡Eso no
Walter me come a besos y yo puedo pasar mi lengua por sus bien tonificados músculos de sus brazos, hombros y mucho más abajo. Sube sus labios hasta mi cuello, acaricia mi oreja mientras yo rodeo su ancha espalda con mis brazos y suelto gemidos.—Zaideth, Zaideth —me susurra al oído—. Tienes un rollito en la barriga.Abro mis ojos y me siento con rapidez en la cama.—Mierda —mascullo mientras llevo una mano a mi rostro.Cierro los ojos y a mi mente llega el recuerdo de aquel sueño donde Walter y yo teníamos sexo. ¿Cuánto tiempo he tenido sin sueños húmedos?Me estoy volviendo loca, definitivamente. No, Walter me está volviendo loca.—Serán unas semanas, haremos todo lo que tú desees y te puedo asegurar que no te vas a arrepentir. Aprieto mis piernas y siento mi entrepierna húmeda. Estuve a punto de decirle que sí, por un momento me vi encima de él devorándolo a besos, sumergiendo mi lengua en su boca.Sacudo mi cabeza para espantar aquel recuerdo. ¿Tan desesperada estoy por tener sexo
—Zaideth y yo tendremos más años de casados —Walter suelta una risita—. Y cinco hijos, le voy a dar cinco hijos —vuelve a mirarme—. ¿Los vas a tener por parto natural?Todos sueltan una gran carcajada y yo siento que mi cara se vuelve completamente roja y debo voltear a mirar por la ventana de la puerta del copiloto para calmar mi vergüenza.Al llegar a la cabaña veo que otra camioneta ya ha llegado y dos muchachos que ya conozco, están bajando unos canasteros de cerveza de la parte de atrás de la camioneta.La última vez que vine a esta cabaña conocí a Nicolás, eso fue hace unos cuatros meses atrás. Seguramente también vino, ojalá sea así, porque de esa forma sé que Walter no se me acercará. Pues… eso imagino, porque… sabe que yo ya vengo con historial con él, ¿no? Si es un caballero, respetará nuestro espacio.—Tengan cuidado con el piso, ayer llovió y está resbaloso —advierte Pablo.Comenzamos a subir unas escaleras de piedra para poder pasar por el jardín donde hay algunos charcos
—Es mejor que te alejes de ella —aconseja Pablo mientras vemos a Zaideth hablando con Nicolás—. Él suele ser problemático y si se entera que le estás cayendo a su chica, no creo que le agrade.—¿Crees que me importa lo que él piense? —inquiero—. Además, parece que no están bien, mira, creo que discuten.De repente, Zaideth le da un fuerte bofetón a Nicolás que lo obliga a voltear el rostro. Él le dice una que otra palabra y ella carcajea de forma irónica mientras se cruza de brazos.—¿Ves? No habrá problema ahora —suelto sonriente.De pronto, Zaideth golpea la entrepierna de Nicolás y él cae arrodillado mientras cubre su parte íntima con las manos.Siento mi piel erizarse y escucho que Pablo suelta un pequeño grito mientras observa la escena. Noto que no somos los únicos, sino que todo el grupo está observando. Clara y Eva corren hasta Zaideth y la alejan de Nicolás.—Mira, y decía que yo era el agresivo —suelto fascinado.—¿Eva será igual? —inquiere Pablo con rostro preocupado.—Son