—Zaideth y yo tendremos más años de casados —Walter suelta una risita—. Y cinco hijos, le voy a dar cinco hijos —vuelve a mirarme—. ¿Los vas a tener por parto natural?Todos sueltan una gran carcajada y yo siento que mi cara se vuelve completamente roja y debo voltear a mirar por la ventana de la puerta del copiloto para calmar mi vergüenza.Al llegar a la cabaña veo que otra camioneta ya ha llegado y dos muchachos que ya conozco, están bajando unos canasteros de cerveza de la parte de atrás de la camioneta.La última vez que vine a esta cabaña conocí a Nicolás, eso fue hace unos cuatros meses atrás. Seguramente también vino, ojalá sea así, porque de esa forma sé que Walter no se me acercará. Pues… eso imagino, porque… sabe que yo ya vengo con historial con él, ¿no? Si es un caballero, respetará nuestro espacio.—Tengan cuidado con el piso, ayer llovió y está resbaloso —advierte Pablo.Comenzamos a subir unas escaleras de piedra para poder pasar por el jardín donde hay algunos charcos
—Es mejor que te alejes de ella —aconseja Pablo mientras vemos a Zaideth hablando con Nicolás—. Él suele ser problemático y si se entera que le estás cayendo a su chica, no creo que le agrade.—¿Crees que me importa lo que él piense? —inquiero—. Además, parece que no están bien, mira, creo que discuten.De repente, Zaideth le da un fuerte bofetón a Nicolás que lo obliga a voltear el rostro. Él le dice una que otra palabra y ella carcajea de forma irónica mientras se cruza de brazos.—¿Ves? No habrá problema ahora —suelto sonriente.De pronto, Zaideth golpea la entrepierna de Nicolás y él cae arrodillado mientras cubre su parte íntima con las manos.Siento mi piel erizarse y escucho que Pablo suelta un pequeño grito mientras observa la escena. Noto que no somos los únicos, sino que todo el grupo está observando. Clara y Eva corren hasta Zaideth y la alejan de Nicolás.—Mira, y decía que yo era el agresivo —suelto fascinado.—¿Eva será igual? —inquiere Pablo con rostro preocupado.—Son
Sé que estoy loca, que en este momento no soy capaz de controlarme, pero… ¿acaso no he venido a esta fiesta para disfrutar?—¿No te das cuenta? —le susurro al oído—. Estoy a tu voluntad.El semblante de Walter es serio, como si estuviera consternado por lo que acaba de escuchar. Deseo estar con él hoy, sé que, si no es ahora, no es nunca. Cuando esté en mis cabales, me esconderé en mi capa de desagrado hacia este hombre y me apartaré lentamente. Pero esta noche será diferente, quiero que sea diferente y haré lo que sea para hacerlo realidad.De un impulso me acerco a su cuello y comienzo a besarlo, hasta subir con mi lengua a su oreja y le doy un pequeño mordisco. Walter me abraza con más fuerza hasta que puedo sentir su entrepierna que me avisa que está listo y preparado para lo que se viene.Pero para este momento no me puedo echar para atrás. He logrado que me desee —bueno, ya antes me lo demostraba—. Busco su rostro y me encanta lo que encuentro: sus labios rosados intensos, sus o
Sin darme cuenta, también me estoy moviendo y siento una descarga de adrenalina que me implora por dejarla salir. Walter me abofetea, yo parpadeo dos veces por la consternación; me ha gustado, ¡quiero que lo repita!Comienza a besarme con pequeños mordiscos los senos y siento que la excitación me eleva. No pienso, simplemente disfruto del momento que me tiene más que fascinada.Los besos de Walter suben hasta mi cuello donde, mientras me besa con intensidad, da varias penetraciones profundas que tocan mi punto M.Ahora soy yo la que toma el mando y me muevo con rapidez. Le doy una bofetada al rostro de Walter y por un momento aprieto con fuerza su cuello y mis uñas de introducen en su piel.—Zai, espera —pide intentando apartar mi mano.Suelto una fuerte carcajada al ver que Walter tiene el rostro rojo. Aparto mi mano para que pueda respirar y lo oigo soltar varios tosidos. Comienza a mirarme con impresión y sacude la cabeza mientras sonríe.—Loca —suelta mientras rodea mi cintura con
Salgo de la cama y corro a la habitación donde duerme mi hermana acompañada de Clara y Stela en dos camarotes que hay en la habitación.Corro a una esquina y tomo el bolso negro que reposa allí, busco algo de ropa, cepillo de dientes y crema dental. Me dirijo al baño para darme una ducha rápida, sin embargo, al entrar, siento que todo mi interior se revuelve y debo acercarme al inodoro para vomitar.Algunos recuerdos de la noche anterior se cuelan en mi mente y hacen que quiera llorar de la vergüenza: hice todo lo que una vez juré no hacer. Con el simple hecho de haberme despertado al lado de Walter, siendo consciente de que tuve sexo desenfrenado con él… sólo con eso me basta para querer huir de este lugar.Debo aceptar que esas partes de los recuerdos donde me sucumbía a los placeres que me daba Walter… eran los mejores que hasta el momento he probado, no sé si es porque estaba ebria, si era porque desde hace mucho lo deseaba.Después de bañarme me miro en el espejo, tengo el cabell
Parece que Zaideth me está ignorando, creo que es por vergüenza por lo que sucedió la noche de la fiesta. Ya imaginaba que algo así podría suceder, porque se estaba comportando totalmente distinta a como de costumbre. Necesito hablar con ella para aclarar las cosas; ojalá podamos llegar a quedar en buenos términos, pero unos donde pueda volver a probar su cuerpo.—¡Walter, te buscan! —escucho la voz de mi madre desde la sala.Salgo de mi habitación y camino hasta la sala, desde la puerta principal veo a un hombre que lleva el uniforme de una empresa de mensajería.—¿Señor Walter? —pregunta.—Sí, soy yo —me acerco a él.El hombre me entrega un paquete envuelto en papel marrón, me pasa también una planilla donde debo firmar. Mi madre se acerca con ganas de curiosear qué es lo que me han traído.—Son unos libros que encargué —le comento.—¿Libros? —inquiere extrañada—. ¿Para tu hermana? —Parece que le suena más lógico que los libros sean para ella.—No, para mí —respondo mientras quito e
Denisse se despide de mí y también de su amiga, no sin antes susurrarle algo al oído.Cuando Zaideth y yo quedamos solos, ella me quita el casco de una de mis manos, comienza a ponérselo y me doy cuenta que he ganado. Lo que ella no sabe es que no la llevaré a casa, sino que iremos a otro lugar.Uno de mis lugares favoritos de la ciudad es el restaurante Marinela que queda en el muelle de la Bahía, se puede degustar de una muy buena comida mientras se aprecian los barcos, veleros y pequeños botes atracar en el muelle, además, si estamos de suerte, con el buen tiempo que hace hoy, podremos disfrutar de la brisa salada que barre el agua.Zaideth en ocasiones me regañaba por haberle mentido, yo me excusaba diciendo que sí la iba a llevar a su casa, pero que primero debía ir a un lugar. Así fue como dejó de molestarme en el camino.Al llegar cerca del muelle, dejo la moto en el parqueadero, Zaideth se baja un tanto confundida, pero dejando a mi voluntad lo que haríamos. Le sonrío y le ind
Antes de bajar del barco decidimos quedarnos un rato apreciando la vista desde la popa. Los ojos de Zaideth estaban rebosando de alegría y me encantó verla así, podría apreciarla todo un día de esa forma.Nos tomamos una foto con mi celular para recordar ese momento. Era la primera cita oficial que Zaideth y yo teníamos y hasta el momento me estaba fascinando. Me impresionó al ver que en la foto nos veíamos como pareja, cualquiera que la viera pensaría que así era.Al salir del puerto comencé a recordarle que yo había ganado la apuesta, que debía comprarme un helado. Así que, Zaideth a regañadientes buscó con su mirada un carrito de helados y se acerca a él.Qué tacaña, buscó el helado más barato, una paleta de limón y es la que me ha dado. Me dio la excusa de que era lo único que podía gastar, porque tenía los pasajes estrictos y no podía descontarlos. Yo lo dejé pasar, porque debía ser cierto, era estudiante. Aunque recordé que ella hace trabajos extracurriculares y eso es dinero q