—Bloqueé su número, pero me llama por otros —me informa Stela con tono triste.
—Debes cambiar de número —le sugiero—. Así dejará de molestarte.
—Walter, yo… —Trata de disculparse.
—No sabías que eso iba a suceder. —La tranquilizo—. Pero ahora tienes la responsabilidad de arreglar las consecuencias de ese error. —Le sonrío—. Y lo estás haciendo, lo haces bien, tranquila.
Me acerco a ella y la abrazo, escucho un pequeño sollozo mientras aprieta con fuerza mi camisa.
—Fui una tonta, ¿cómo pude estar con alguien así? —Se recrimina.
—Oye, todos cometemos errores —le digo—, somos humanos.
En ese instante entra Pablo a la sala y queda congelado al ver aquella escena, se rasca la nuca con una mano, demostrando que se siente un tanto incómodo.
Stela se aleja de mí mientras limpia las lágrimas de sus ojos, voltea a ver a Pablo y le sonríe con tristeza. Después, decide ir a su cuarto para tener un poco más de privacidad.
Pablo y yo quedamos solos en la sala, intentando pasar el trago de aquel mal momento. Se acerca a mí mientras en sus labios se dibuja una sonrisa.
—¿Qué pasó? —Le pregunto un tanto confundido.
—Es que… sabes que Eva me dio su número —dice mientras se sienta en un mueble, después, yo también hago lo mismo—. Pero no sé… ¿crees que debería escribirle?
—Pensaba que ya lo habías hecho.
—No, no, no… Claro que no…
—¿Y por qué no? —inquiero.
—Porque, ya sabes, no sé si tiene novio. Estaba con esos chicos, cada una tenía una pareja, así que lo más seguro es que sean sus novios.
Lo miro de forma aburrida. Estiro mi mano.
—Dame tu celular —ordeno.
—¿Qué? —Parpadea dos veces—. No, Walter, no…
Comienzo a buscar en los bolsillos de su pantalón hasta que logro sacar el celular. Pablo intenta arrebatármelo, pero yo no lo permito. Me levanto del mueble y con rapidez entro a W******p y le escribo a Eva, que, con suerte, la grabó con este nombre.
—Listo —informo con una sonrisa—. Ya diste el primer paso.
El rostro de Pablo se torna bastante rojo. Toma el celular y mira la pantalla donde se muestra el chat abierto de Eva.
—Hola, mi princesa, ¿cómo estás? —Lee horrorizado, me mira con ira—. ¡¿No podías enviarle un simple hola y ya?!
—Debes comenzar pisando fuerte —chisto—. No hagas tanto drama, ya verás que te va a responder.
En ese momento los ojos de Pablo se abren en gran manera al leer un mensaje que ha llegado: “Hola, muy bien, ¿y tú?”
—¡Ay, me respondió! —Lleva una mano a su cabeza.
—¡Contesta, contesta! —suelto emocionado.
Debo sentarme al lado de Pablo para poder leer la conversación que están teniendo. Me sorprendo al saber que ella es la hermana de Zaideth, la chica que me insultó después de la pelea. Y es ahí cuando se me ocurre una gran idea.
—Invítala a salir —le sugiero a Pablo.
—¿No es muy pronto?
—Claro que no. ¿Qué tanto debes esperar?
—Es que…
—Ay, Pablo, tu problema es que eres demasiado inseguro, piensas mucho en las cosas —reconvino—. Invítala a salir, dile que vayan a comer pizza, no sé, lo que sea, a cine… ¿Acaso no quieres hacerlo?
—Claro que sí, me muero de ganas —suelta mientras intenta escribir el mensaje—. Es sólo que… ¿y si me dice que no?
—Mira los mensajes que te está enviando, se nota que está esperando a que lo hagas. Fue ella quien te dio su número, es obvio que le gustas.
Pablo envía el mensaje. A los minutos Eva lo lee y responde: “Me encantaría, pero ya tengo planes con mi hermana de ir a cine”.
—No hay problema, dile que la lleve —le digo a Pablo—. Así ganarás puntos con ella si le agradas a la hermana.
—Pero… ¿y si no le agrado? —Me mira dudoso—. Ella se ve que es bastante odiosa, ¿no te acuerdas cómo nos habló esa noche?
—Estaba borracha, además, si quieres puedo ir para encargarme de ella y dejarte libre con Eva.
Pablo despliega una sonrisa de satisfacción.
—Uff… buen plan, así me sentiré más tranquilo —suelta mientras escribe el mensaje—. Me gusta ese plan.
Lo que Pablo no sabe es que yo le dije eso porque tengo muchas ganas de ver a Zaideth, que lo estoy utilizando para poder verme con ella. Así averiguo si realmente Nicolás es su novio, puedo conquistarla y pasar unas buenas vacaciones al lado de ella.
Sonaba como un buen plan, uno bastante sencillo y que era capaz de cumplir. Pero no podía estar más equivocado.
Actualidad:
—No me agradas, Walter. Así que deja de preguntar por mi vida privada. No me arruines la noche.
Y… así fue como terminé en esta terrible cita, sintiéndome como un buen imbécil frente a Zaideth.
—Pero tú a mí sí me agradas —digo con una ligera sonrisa—. No —corrijo—, no me agradas, me gustas, y mucho.
El rostro de Zaideth se hiela, le tiemblan los labios, se nota que respira hondo y veo cómo comienza a pronunciar aquellas terribles palabras.
—Qué mal por ti —dice como si nada—. Porque nunca te voy a corresponder.
—¿Estás segura? —Me acodo sobre la mesa y la observo fijamente a los ojos—. Porque yo estoy más seguro que en menos de un mes estarás suspirando por mí.
Ella suelta un jadeo y deja su boca abierta.
—¿Quién rayos te crees? —gruñe.
Me encanta cuando se enoja, se ve demasiado hermosa. Siento que acabamos de romper el hielo y por fin me está prestando atención.
—Alguien que va a conquistar tu corazón —chisto.
Las cejas de Zaideth comienzan a temblar de enojo y veo que sus fosas nasales se abren. No soporto retener una carcajada y tomo la decisión de acercarme un poco más a ella.
Es la primera vez en mucho tiempo que me interesa tanto una chica. Pero es eso, que no me acepta, entre más me rechaza, más ganas me dan de insistirle, hacerla enojar, que pose sus ojos en mí.
Tal vez sí le gusto, tal vez está utilizando psicología inversa en mí. Algo en mi interior me dice que estoy actuando justamente como ella desea que lo haga, pero ¿qué puedo hacer si Zaideth se ha convertido en mi dolor de cabeza?
Estas vacaciones van a ser muy fascinantes y todo gracias a Zaideth.
Siento mi garganta atascada con una piedra. Sin embargo, trato de mostrarme neutral, que nada de lo que dice este hombre me intimida, pero no es así. Me sorprende mucho su seguridad, a la vez me da risa, porque… sé que está entrando en terreno minado, va a salir muy lastimado como llegue a generar sentimientos de verdad hacia mí.Me acaba de decir que gusta de mí, pero estoy casi segura que es capricho: una persona no puede tener sentimientos por alguien en unas cuantas horas, no es real, simplemente es su corazón jugando con su mente. —Espera menos de un mes —me dice con su estúpida voz segura—. Mientras eso sucede, vamos a tener más citas.Suelto un jadeo irónico y parpadeo varias veces al no poder creer lo que estoy escuchando.—Disculpa… —comienzo a decir.—Disculpada.Me detengo abruptamente y trato de hablar, pero únicamente gesticulo algunas palabras imposibles de entender.Veo que él está disfrutando mucho del momento, se burla de mi mal. ¡Ay, Eva, ¿por qué demoras tanto?!Me
Odio a Walter.Odio a Walter con todas mis fuerzas.—Es mi chica. Imbécil —le oigo decir con su maldita voz petulante. Abro mi boca al no creer lo que acabo de escuchar.¡Me acaba de dañar la oportunidad de mi vida! ¡Lo odio!Una semana atrás:—¿Le diste mi número a Walter? —le pregunto a mi hermana en la mañana.Mis padres se acaban de ir a sus trabajos y estamos las dos en el comedor terminando de desayunar.Eva está cambiada con una camiseta blanca que tiene el logo de la alcaldía, un jean y unos tacones negros altos.—Sí, me lo pidió y se lo di, no vi ningún problema en dárselo —me dice mientras termina de tomar un vaso de avena fría—. ¿Te escribió?Aún estoy en pijama y llevo el cabello recogido en forma de globo.—Sí, lo hizo anoche —respondo con tono aburrido—. Me invitó a salir.—¿Y qué le respondiste? —Me mira con una amplia sonrisa.—No lo he hecho —contesto mientras me levanto de mi puesto y llevo a la cocina mi plato vacío.—¿Por qué? —Eva me sigue mientras lleva en una
—¿Sabes dónde estudio?—Claro, tu hermana me dijo —suelta una pequeña risa—. Espérame, ya llego.Cuelgo y me dirijo a la oficina de profesores de mi facultad y entrego mi trabajo. Salgo a la entrada de la universidad y me siento en una banca para esperar a que Walter llegue por mí.Tengo que aceptar que en parte me da mucho alivio saber que alguien me llevará a casa, porque sería engorroso tener que caminar hasta la avenida donde pasa mi bus, ya que, aunque la ruta de mi casa me deja en frente de la universidad, la que debo tomar para devolverme no pasa frente a la institución, debo caminar dos largas cuadras para poder tomarla. Y eso, si tengo suerte, esperaré de pie quince minutos, a veces me toca esperar media hora.Cierro los ojos y siento como si fuera a perder el conocimiento. Es la primera vez que con los cólicos me siento tan mal, tal vez es porque me tomé una pastilla bastante fuerte teniendo el estómago vacío. Una vez a mi hermana le pasó lo mismo.—Zaideth —escucho que me l
Mis labios se entreabren de la impresión; ningún hombre me ha cocinado, mucho menos un casi desconocido.—Yo me pedí algo por aparte —agrega. Me escudriña con la mirada—. ¿Quieres comer? Yo voy a almorzar lo que me pedí, podemos comer juntos.—¿Cuándo te dije que tenía hambre?—Cuando estabas dormida. Dijiste que querías comer algo rico.Suelo hablar dormida, ya mi familia está acostumbrada a ello y no me prestan atención. Pero… por lo general suelo decir cosas sin sentido. Ahora me pregunto qué más cosas habrá escuchado Walter que no me dirá por prudencia. Me levanto del mueble y me acerco con paso arrastrado hacia el comedor seguida por Walter que viene detrás de mí; algo que no me gusta porque podría ver una mancha indeseada en mí.Me siento en el comedor a esperar que me sirva el tan intrigante caldo que preparó. Lo puedo ver en la cocina sirviendo en una taza el caldo y esto me hace sonreír. Por un momento logro imaginar que somos una pareja viviendo bajo el mismo techo y que h
—Porque no quiero tener competencia —suelta Carl mientras me mira y puedo notar que sus ojos comienzan a ver mis labios.¿Qué es esto? ¿Por qué se está comportando de esta forma tan de repente? No quiero volver a ilusionarme con cosas que no van a pasar de verdad.Me levanto de mi puesto y tomo mi bolso que reposa sobre la mesa. Parece que esto desconcierta a Carl, quien también se levanta y con un rostro confundido se acerca a mí.—¿Te molesté? —pregunta.—No… es sólo que… —¿Cómo podría decirle que lo amo desde hace tres años y me da miedo que vuelva a ilusionarme con falsas expectativas? —. Debo irme, se me hará tarde. —Finjo una sonrisa y comienzo a caminar fuera de la cafetería.—Zai, espera —me llama mientras camina detrás de mí—. ¿Realmente no te molestaste? Porque parece que sí.—No, tranquilo —suelto—. En serio.—Bueno, si es así, ¿me aceptas una salida?Volteo a verlo, sorprendida.—¿Qué? —inquiero.—¿No quieres salir conmigo? —pregunta ya caminando a mi lado—, sólo sería una
Zaideth me encanta cada vez más.Al principio me sentí enojado al verla sonreírle a ese estúpido mientras la tenía tomada de las manos.Desde que lo vi dar ese espectáculo en plena calle, hablarle como si fuera poeta, me di cuenta de que era un farsante. Pero ella… lo estaba viendo con mucha intensidad, como si su vida dependiera de ello y él se aprovechaba de esa debilidad.No me sorprendí al darme cuenta de que en la vida de Zaideth hay una persona que tiene su corazón. Cuando la conocí y la vi tan renuente conmigo que supuse que era por esta razón: está enamorada de alguien. Pero al conocer a este hombre y ver que la estaba utilizando, me llené de impotencia.—¿Me estás tomando por idiota? ¿Me ves cara de imbécil o qué?¿Cómo puede Zaideth amar a alguien que la trata de esa forma? Quería romperle la cara a ese imbécil. Pero eso lo haré cuando Zaideth no esté presente, no quiero perder puntos con ella.Aunque ahora está sentada frente a mí y… me mira como si quisiera asesinarme: cre
Esa noche Zaideth no respondió mis mensajes, pero decidí no buscarla y mucho menos insistirle, sé que ella llegará a mí sin yo pedírselo. Le gusto, se le nota cuando me mira; muchas veces me ha observado los brazos y los labios con deseo.A las nueve de la noche, Eva me llama para invitarme a un paseo que tenía con unos amigos para un piscinazo en una cabaña. Me recalcó que Zaideth iba a ir, como para animarme a aceptar.—Hoy llegó bastante enojada a la casa, ¿no habrá sido por ti? —me pregunta—. Ustedes iban a tener una cita, ¿no es así?—Sí, pero todo terminó muy mal —le cuento—. Cuando llegué a recogerla había un tipo con el que hablaba y después, cuando me acerqué, él comenzó a tratarla mal.—Algo así me dijo —suelta con desgana—. Ese estúpido no la acepta, pero tampoco la aleja. Lo peor es que Zaideth no se da cuenta que él únicamente la utiliza.—Hoy intentó golpearla, si no hubiera intervenido, le habría alzado la mano —confieso.Se escucha una exclamación de su parte.—¡Eso no
Walter me come a besos y yo puedo pasar mi lengua por sus bien tonificados músculos de sus brazos, hombros y mucho más abajo. Sube sus labios hasta mi cuello, acaricia mi oreja mientras yo rodeo su ancha espalda con mis brazos y suelto gemidos.—Zaideth, Zaideth —me susurra al oído—. Tienes un rollito en la barriga.Abro mis ojos y me siento con rapidez en la cama.—Mierda —mascullo mientras llevo una mano a mi rostro.Cierro los ojos y a mi mente llega el recuerdo de aquel sueño donde Walter y yo teníamos sexo. ¿Cuánto tiempo he tenido sin sueños húmedos?Me estoy volviendo loca, definitivamente. No, Walter me está volviendo loca.—Serán unas semanas, haremos todo lo que tú desees y te puedo asegurar que no te vas a arrepentir. Aprieto mis piernas y siento mi entrepierna húmeda. Estuve a punto de decirle que sí, por un momento me vi encima de él devorándolo a besos, sumergiendo mi lengua en su boca.Sacudo mi cabeza para espantar aquel recuerdo. ¿Tan desesperada estoy por tener sexo