Tessa¿Por qué? ¿Por qué había sido tan tonta?Maldecía el momento en el que se me ocurrió que era buena idea ir a sorprenderlo con el desayuno. Luego de lo que había ocurrido entre nosotros la noche anterior, yo creí que las cosas estaban cambiando, que aquello había significado algo. Para mí definitivamente todo era diferente. Pero era evidente que para él aquello fue algo sin importancia y le daba igual haber tomado mi primer orgasmo, solo estaba jugando conmigo. Divirtiéndose un poco.Se sentía, mal. Era horrible y humillante.La mujer que estaba sobre Cameron, era una rubia deslumbrante, con un vestido tan minúsculo que apenas si le cubría los muslos, algo que evidentemente para él, era ideal, ya que la tenía sobre su regazo.Me di un vistazo rápido. Yo parecía Pipi Calzaslargas. ¿Por qué no me había puesto al menos tacones?Retrocedí dando pasos lentos, luego de dejar caer los capuchinos y las galletas que llevaba para que desayunásemos, mientras que él trabajaba. Recordé haber
TessaTuve que respirar hondo varias veces antes de que mi presión se estabilizara y todo dejase de darme vueltas, cuando salí del edificio. El guardia de la entrada me miró con el ceño fruncido, pero no me dijo nada. Arriba en el cielo los nubarrones se veían cada vez más espesos y unas gotas gordas comenzaron a caer.Perfecto, justo lo que necesitaba, que comenzara a diluviar, no conseguiría un taxi hasta que el aguacero parase. Lo peor de aquello, era que a la única persona a la que podía pedirla ayuda justo en ese momento, estaba demasiado entretenido con la cerda Erika, como para prestarme atención.Cerré como pude la chaqueta tejana que llevaba sobre el vestido blanco que me había puesto para Cameron. Que tonta, en comparación con el pedacito de tela que llevaba a guarra de su asistente, parecía una monja y ni hablar de los tacones que se cargaba, no tenía idea de cómo podían si quiera caminar con esas monstruosidades. Por muy sensuales que fueran no cambiaría mis cómodas Conve
TessaLa tormenta fuera, se sentía devastadora, cuando ambos caímos en la cama pesadamente.Sin dejar de mirarme, pasó sus manos por cada curva de mi cuerpo, atrayéndome hacía él. Era tan rudo y a la vez dulce que todo cobró sentido en mi pecho. Era el momento.Me armé de valor para llevar mis dedos temblorosos a los botones de la camisa húmeda y comencé a desprenderlos uno a uno, hasta que ya nada se interponía para obtener lo que quería, ver su torso desnudo.Cameron se quedó muy quieto respirando profundamente cuando la deslicé a través de sus brazos y la prenda voló hacia algún lugar de la habitación.Levanté la mano con suavidad para trazar con cuidado la curva de su mandíbula apretada, recorriendo el cuello, hasta llegar al vello disperso de su pecho. Lo estaba explorando a conciencia, tocando a placer cada centímetro de ese torso masculino con el que fantaseaba hacia días. Suspiré al sentir bajo la palma de mi mano la piel firme y tersa que delimitaba cada musculo del abdomen.
CameronEn cuanto sonó la primera alarma a las cinco treinta, abrí los ojos, observando los primeros rayos de sol que entraban por la ventana. Y luego miré a Tessa durmiendo tranquilamente, con las sabanas enredadas en su cuerpecito desnudo, el mismo que había usado toda lo noche hasta saciarme de ella. Aunque estaba pensando llegando a creer que eso nunca ocurriría. Se removió por el ruido molesto de la alarma, desperezándose de una forma tan tierna que sentí como la poll@ se removía bajo los bóxer. Me estaba volviendo loco de deseo, nuevamente a pesar de que la había tomado dos veces más durante la noche.Fue algo instintivo. Solo había ocurrido, me desperté a mitad de la noche y sus ojos oscuros estaban sobre mí, con una expresión traviesa que me ponía duro como una roca en solo un instante, y solo así había empujado mi cuerpo sobre el de ella para deslizarme con cuidado en su interior, conteniéndome cada vez para no dañarla a pesar de que insistía en que no le dolía, solo molesta
CameronLandon, se quedó en la puerta del lavabo, mientras me secaba las manos. Habíamos tomado un almuerzo ligero frente a un pequeño restaurante frente a la firma.—No sé, hay algo en todo esto que no me cuadra. —Hice una bola con la toalla de papel y la lancé al bote de basura. —La matrícula, era de Tenessee, estaba limpia, pertenece a un tipo llamado Gleen Olsen. —Dijo, cruzándose de brazos y apoyándose contra el marco de la puerta.—¿Y quién es ese? —Le pregunté dirigiéndome hacia la salida, mientras inclinaba la cabeza a manera de saludo, cuando uno de los asistentes legales, entró al sanitario.—Un don nadie. —Se encogió de hombros. —Un contador de Nashville que no gana más de cincuenta mil al año y trabaja para una cadena de tiendas locales.—¿Qué haría un contador de Nashville aquí y en un BMW? —Le pregunté.—Es exactamente lo que me he preguntado sin parar, pero la lista de personas que pueden estar vigilando de cerca a tu esposa es bastante larga. Incluso podría tratarse d
TessaCameron, estaba tan tierno y cariñoso esa noche que supe que algo bueno ocurriría, quizás me diría después de todos esos silencios, que estaba listo para aceptar lo que sentía.No entendía por qué le costaba tanto aceptarlo, si yo podía ser lo suficientemente valiente para decirlo en voz alta, él podía. Al final de cuentas, yo era la que pensaba que todo eso de enamorarse y encontrar a la persona que te haga sentir que te duele la tripa, mientras el corazón te late a cien, era un cuento para tontos que buscaban aferrarse a cualquier cosa para seguir teniendo esperanza.Es que hasta ese momento las únicas historias de amor que conocía con verdaderos finales felices eran la de los libros, no sabía de una sola persona que hubiese encontrado el amor real. Un caso claro eran mis padres, sí se enamoraron o eso decía mi Nona, pero todo terminó en desastre, con un terrible daño colateral: yo. Sin embargo, sabía que eso no nos pasaría a nosotros, lo nuestro era espacial; porque se sentí
Tessa—¡¿No qué te dolía la rodilla, Theresa?! —Se quejó cuando me bajé de un salto de su espalda para correr por la orilla, el agua estaba perfecta y de haber llevado traje de baño, seguramente me habría zambullido.—Pero, si me dolía un montón, te lo juro. Solo que el dolor paso mientras me llevabas a caballito. —Me defendí, conteniendo una carcajada y Cam me miró como si desease saltarme a la yugular.—Me hiciste cargarte dos kilómetros, Tessa… —Farfulló, molesto.—Me dolía un montón, y ahora se me paso. —Di unos cuantos pasos hacia atrás, brindándole mi mejor cara de inocencia. —¡Fue un milagro! —Entrecerró los ojos.—Guarda tu expresión de ternero degollado, para alguien que no te conozca como yo Theresa. —Avanzó, acercándose peligrosamente.Me encogí de hombros.—No es mi culpa que seas un viejito con dolor de cintura. —Me llevé la mano a la boca cuando vi su rostro desencajarse.—¡¿Qué acabas de decir?! —Chilló.—Nada… —Dije riendo, mientras comenzaba a prepararme para correr.
CameronComencé a reír cuando la tomé desprevenida, echándola sobre mi hombro, antes de subir al elevador.—¡¿Qué te pasa con eso de levantarme como si fuese una niña?!—Se quejó cuando las puertas se abrieron e ingresamos. La sentí luchando para encontrar el aliento que le había robado al tomarla por sorpresa. —Bájame de una vez, Cameron, te lo advierto. —Se retorció en mi hombro, patentado mi pecho con las piernas.—No voy a soltarte, me encanta la vista. Además es por precaución, no quiero que vuelva a dolerte la rodilla. —La aseguré colocando un brazo sobre sus muslos para asegurarla y le di una nalgada con la palma abierta. —De hecho creo que te llevaré así a todos lados. Me gusta y la vista es fantástica.La apreté un poco, riendo por lo bajo.—Estoy hablando muy enserio, Cameron Hamilton. Juro que voy a destrozarte. Todavía no conoces mis movimientos especiales, pero si no me sueltas, voy a estar encantada en presentártelos. —Volvió a sacudirse. —¿Qué van a pensar si ven que me