TessaLa tormenta fuera, se sentía devastadora, cuando ambos caímos en la cama pesadamente.Sin dejar de mirarme, pasó sus manos por cada curva de mi cuerpo, atrayéndome hacía él. Era tan rudo y a la vez dulce que todo cobró sentido en mi pecho. Era el momento.Me armé de valor para llevar mis dedos temblorosos a los botones de la camisa húmeda y comencé a desprenderlos uno a uno, hasta que ya nada se interponía para obtener lo que quería, ver su torso desnudo.Cameron se quedó muy quieto respirando profundamente cuando la deslicé a través de sus brazos y la prenda voló hacia algún lugar de la habitación.Levanté la mano con suavidad para trazar con cuidado la curva de su mandíbula apretada, recorriendo el cuello, hasta llegar al vello disperso de su pecho. Lo estaba explorando a conciencia, tocando a placer cada centímetro de ese torso masculino con el que fantaseaba hacia días. Suspiré al sentir bajo la palma de mi mano la piel firme y tersa que delimitaba cada musculo del abdomen.
CameronEn cuanto sonó la primera alarma a las cinco treinta, abrí los ojos, observando los primeros rayos de sol que entraban por la ventana. Y luego miré a Tessa durmiendo tranquilamente, con las sabanas enredadas en su cuerpecito desnudo, el mismo que había usado toda lo noche hasta saciarme de ella. Aunque estaba pensando llegando a creer que eso nunca ocurriría. Se removió por el ruido molesto de la alarma, desperezándose de una forma tan tierna que sentí como la poll@ se removía bajo los bóxer. Me estaba volviendo loco de deseo, nuevamente a pesar de que la había tomado dos veces más durante la noche.Fue algo instintivo. Solo había ocurrido, me desperté a mitad de la noche y sus ojos oscuros estaban sobre mí, con una expresión traviesa que me ponía duro como una roca en solo un instante, y solo así había empujado mi cuerpo sobre el de ella para deslizarme con cuidado en su interior, conteniéndome cada vez para no dañarla a pesar de que insistía en que no le dolía, solo molesta
CameronLandon, se quedó en la puerta del lavabo, mientras me secaba las manos. Habíamos tomado un almuerzo ligero frente a un pequeño restaurante frente a la firma.—No sé, hay algo en todo esto que no me cuadra. —Hice una bola con la toalla de papel y la lancé al bote de basura. —La matrícula, era de Tenessee, estaba limpia, pertenece a un tipo llamado Gleen Olsen. —Dijo, cruzándose de brazos y apoyándose contra el marco de la puerta.—¿Y quién es ese? —Le pregunté dirigiéndome hacia la salida, mientras inclinaba la cabeza a manera de saludo, cuando uno de los asistentes legales, entró al sanitario.—Un don nadie. —Se encogió de hombros. —Un contador de Nashville que no gana más de cincuenta mil al año y trabaja para una cadena de tiendas locales.—¿Qué haría un contador de Nashville aquí y en un BMW? —Le pregunté.—Es exactamente lo que me he preguntado sin parar, pero la lista de personas que pueden estar vigilando de cerca a tu esposa es bastante larga. Incluso podría tratarse d
TessaCameron, estaba tan tierno y cariñoso esa noche que supe que algo bueno ocurriría, quizás me diría después de todos esos silencios, que estaba listo para aceptar lo que sentía.No entendía por qué le costaba tanto aceptarlo, si yo podía ser lo suficientemente valiente para decirlo en voz alta, él podía. Al final de cuentas, yo era la que pensaba que todo eso de enamorarse y encontrar a la persona que te haga sentir que te duele la tripa, mientras el corazón te late a cien, era un cuento para tontos que buscaban aferrarse a cualquier cosa para seguir teniendo esperanza.Es que hasta ese momento las únicas historias de amor que conocía con verdaderos finales felices eran la de los libros, no sabía de una sola persona que hubiese encontrado el amor real. Un caso claro eran mis padres, sí se enamoraron o eso decía mi Nona, pero todo terminó en desastre, con un terrible daño colateral: yo. Sin embargo, sabía que eso no nos pasaría a nosotros, lo nuestro era espacial; porque se sentí
Tessa—¡¿No qué te dolía la rodilla, Theresa?! —Se quejó cuando me bajé de un salto de su espalda para correr por la orilla, el agua estaba perfecta y de haber llevado traje de baño, seguramente me habría zambullido.—Pero, si me dolía un montón, te lo juro. Solo que el dolor paso mientras me llevabas a caballito. —Me defendí, conteniendo una carcajada y Cam me miró como si desease saltarme a la yugular.—Me hiciste cargarte dos kilómetros, Tessa… —Farfulló, molesto.—Me dolía un montón, y ahora se me paso. —Di unos cuantos pasos hacia atrás, brindándole mi mejor cara de inocencia. —¡Fue un milagro! —Entrecerró los ojos.—Guarda tu expresión de ternero degollado, para alguien que no te conozca como yo Theresa. —Avanzó, acercándose peligrosamente.Me encogí de hombros.—No es mi culpa que seas un viejito con dolor de cintura. —Me llevé la mano a la boca cuando vi su rostro desencajarse.—¡¿Qué acabas de decir?! —Chilló.—Nada… —Dije riendo, mientras comenzaba a prepararme para correr.
CameronComencé a reír cuando la tomé desprevenida, echándola sobre mi hombro, antes de subir al elevador.—¡¿Qué te pasa con eso de levantarme como si fuese una niña?!—Se quejó cuando las puertas se abrieron e ingresamos. La sentí luchando para encontrar el aliento que le había robado al tomarla por sorpresa. —Bájame de una vez, Cameron, te lo advierto. —Se retorció en mi hombro, patentado mi pecho con las piernas.—No voy a soltarte, me encanta la vista. Además es por precaución, no quiero que vuelva a dolerte la rodilla. —La aseguré colocando un brazo sobre sus muslos para asegurarla y le di una nalgada con la palma abierta. —De hecho creo que te llevaré así a todos lados. Me gusta y la vista es fantástica.La apreté un poco, riendo por lo bajo.—Estoy hablando muy enserio, Cameron Hamilton. Juro que voy a destrozarte. Todavía no conoces mis movimientos especiales, pero si no me sueltas, voy a estar encantada en presentártelos. —Volvió a sacudirse. —¿Qué van a pensar si ven que me
Tessa—Hola, Tess…El corazón se me aceleró de golpe y tuve que sentarme en el filo de la taza del baño para no caer, luego de atender y escuchar la voz de Bianca, del otro lado.Nunca, ni en mis más locas fantasías, hubiese imaginado a mi Nona, aceptando dándole mi número nuevo a alguien que le caía tan mal como mi ex mejor amiga.—¿Hola…? ¿Estás allí? —Titubeo, luego de esperar unos cuantos segundos incomodos, en donde ninguna de las dos se atrevió a decir nada y yo apreté los dientes furiosa al escuchar el tono aterciopelado que me resultaba tan familiar.Siempre lo usaba cuando quería que la perdonase luego de haberla cagado y enseguida tuve la certeza que su llamada me traería problemas. Le había dicho a mi Nona un millón de veces que no quería volver a verla por el resto de mi vida. Luego de haberme dejado tirada en las Vegas, no podía volver a perdonarla. Aquella fue la gota que rebalso el vaso. De no ser por Cameron, probablemente aun hubiese estado tras las rejas. Sin embar
Tessa—¿Estás enojado conmigo? —Le pregunté luego de varios kilómetros en los cuales nos encontramos sumidos es un silencio incómodo.Sentí que el pecho me dolía con cada segundo que lo intuía más y más distante.—¿Por qué piensas que estoy enojado? —Me pregunto sin apartar la vista de la carretera.Sacudí la cabeza, tragándome las lágrimas y apoyé la frente sobre el cristal para evitar que viese mi rostro. No quería que supiese que estaba al borde del llanto e intentaba desesperadamente ocultar lo mucho que me afectaba.No quería parecer una cría de nuevo, me había prometido comportarme como una mujer, y no como una chiquilla histérica. ¿Pero cómo lo conseguía? Si me aterraba perderlo.Yo ni siquiera sabía cómo, sin embargo estaba enamorada hasta los huesos. Me entraban ganas de tirarme al piso llorando y pataleando de solo pensar que un día podría dejar de sentir el timbre un poco ronco de su risa o sus manos recorriéndome.—Porque estás distante, frio y casi no me hablas. —Tragué s