CameronLa terminal de vuelos privados por lo general estaba abarrotada de ejecutivos, pero a esa hora de la noche se percibía lo suficiente tranquila como para que ningún fotógrafo carroñero se atreviese a asomar sus narices, mientras abordábamos.Aunque abordar, solo era posible, si ella llegaba y a juzgar por las miradas impertinentes de los pilotos que bajaban cada pocos minutos a comprobar si se cancelaba el vuelo. Sentía que, a cada segundo, había menos posibilidades de que eso ocurriese. Ni siquiera me quería plantear la idea de que me hubiese dado plantón, sin embargo, era cada vez más evidente. Martin, me había acompañado para hacerse cargo de mi equipaje, y se encontraba parado junto a la furgoneta que se había aparcado frente al Gulfstream v de la compañía.La asistente de abordo, había desaparecido hacía más de quince minutos, luego de preguntarme al menos media docena de veces: «¿Señor Hamilton, está listo para abordar? ¿Desea que llamé a su acompáñate?»La pobre Julia,
TessaEl pequeño comedor privado, era realmente íntimo. La mesa larga, que cubría toda la extensión del muro del fondo del lujoso comedor, estaba ubicada en la pared lateral derecha, rodeada de sillas de diseño y nos permitía tener una vista privilegiada del muelle. A donde fuera que viese podía perderme en un paisaje nocturno espectacular.—¿Podría traernos el vino que recomienda el Chef? —Dijo Alex y la camarera se colocó un mechón de cabello detrás de la oreja, mientras su rostro adquiría rápidamente un rubor brillante.—Por supuesto. —Su mirada se posó en la mano de mi novio cubriendo la mía. —Puedo tomarles el pedido cuando regrese, si eso le parece bien.—Eso sería perfecto. —Le dijo con una sonrisa encantadora, la pobre chica se puso a temblar, lo provoco un rubor aún más intenso que le cubrió casi completamente el rostro.Dejó dos menús sobre la mesa y salió a trompicones del lugar, probablemente maldiciéndose por ser tan obvia.Me encontraba tan concentrada en el increíble d
Tessa La camarera apareció con una bandeja con tres copas y una botella de vino con una etiqueta escrita a mano con una caligrafía exquisita. Y me sorprendió verlo sonreír cuando el maître habría la botella, para servirnos un poco en las copas.—Señor Hamilton. —Lo saludó colocándole una copa de vino en frente. —¿Ya están listos para ordenar? —Le echó una mirada fugas a Alex, mordiéndose el labio ligeramente. —El chef me pidió que le dijese que esperaba poder conversar con usted un momento y le envía una botella de su colección personal.—Llámame Cameron. —Que lo invitase a llamarlo por su nombre pareció sorprenderla, aunque no dijo nada. Era obvio que era un gruñón que iba por el mundo portándose lo más borde posible con todo el mundo, pero por alguna razón que desconocía pretendía ser encantador en ese momento. —Dile que en un momento bajaré a saludarlo y nos gustaría ordenar el menú de degustación que le ofrecemos a los invitados Vip. —Sugirió con una sonrisa descarada
TessaBajé las escaleras que conectaban el comedor privado con el restaurante a grandes zarpazos, bajando los escalones de dos en dos, a pesar de que llevaba esos ridículos zapatos de quince centímetros.—¿A dónde vas? —Cameron me tomó del brazo con fuerza cuando llegué al descanso y me acorraló. Di dos pasos hacia atrás con la cabeza girando en cientos de direcciones distintas.—Eso no te importa. —Le espeté furiosa, pegándome a la pared, en un intento fallido por romper la tensión que nos rodeaba. —¿Por qué me seguiste? ¿No crees que Alex puede llegar a sospechar que algo ocurre entre nosotros?—Le dije que bajaba unos minutos, para agradecerle al Chef por enviar el vino. —Colocó las manos sobre la pared, por encima de mí.La música abajo parecía sonar mucho más fuerte, porque sentía el muro retumbando contra mi espalda: —Tampoco fuiste muy convincente al salir de ese modo. —Sonrío con sarcasmo. —Era bastante obvio que estabas sofocada y sudorosa. —Apreté los dientes con fuerza. — Y
Tessa—¿Qué ocurre, cariño? —Me Preguntó Alex, sosteniéndome ente sus brazos, mientras me llevaba a la zona donde esperaríamos al valet Parking que nos llevaría el coche. —Me estás preocupando. —Insistió, aunque yo no dije nada, no podía decir nada. Me consumía la culpa y el abatimiento. —Puedes hablar conmigo de lo que sea. ¿Le ocurrió algo a Landon? —Negué con la cabeza.—Solo quiero ir a casa. —Intentaba controlarme, pero podía sentir mi voz demasiado aguda y aterrorizada. —Lamento mucho haber arruinado la cena, es solo que el vino me sentó fatal.—El vino… —Repitió, suavemente, con un dejo amargo en la voz. Mi tensé ante la idea de que sospechase algo, no parecía haber notado mi ausencia, cuando regresé, aun hablaba animadamente con la chica que parecía encantada con la idea de hacerle compañía. Lo que fue un alivio, ya que por un instante temí que la sombra que vi reflejada en el espejo, fuese la de él. —No te preocupes, podemos ir a casa. Me encargaré de cuidarte, pediremos un p
CameronAparté a Tessa, justo a tiempo, antes de que el puño de mi hermano se estrellase contra mi nariz. —¿QUÉ HAS HECHO? —La voz de Alex resonó muy fuerte en el silencio del estacionamiento, inmediatamente después de encajarme el primer golpe. —¡Me diste tu palabra! No creí que fueses capaz de caer más bajo aun. ¡No te importa nada, ni nadie! —Alzó la voz.Sentí el sabor metálico de la sangre en la boca y escupí hacia un lado.Mi hermano estaba fuera de sí, y al ver que no respondía, empujó mi pecho con fuerza.Le di un vistazo a Tessa, antes de decir nada, se encontraba a unos cuantos pasos, con la mirada apagada y el cuerpo tembloroso. Parecía que estaba en shock y por un momento recordé la tarde en el cementerio. El dolor desgarrando mi pecho, un dolor tan agudo como el que sentía en ese momento. De cierta manera me odiaba por lo que había hecho. La deseaba tanto, que no me detuve ante nada, la perseguí, sin darle un respiro, hasta que sentí que estaba a punto de flaquear, la
TessaBianca, me dio la espalda y caminó a paso firme. Sacó el móvil de la chaqueta, antes de marcar un número, llevándoselo a la oreja. De inmediato mi móvil comenzó a sonar.—Llegas veinte minutos tarde. —Me dijo, dando un vistazo hacia todas las direcciones, para comprobar que nadie nos estaba siguiendo.—Lo sé, fue una noche movida. He estado en urgencias con mi novio hasta la una de la madrugada. —Sisee, molesta. Ya ni siquiera estaba segura de que fuese mi novio.—Por favor súbete de una vez al puñetero coche. —Le ordené cortando.La vi quitarse la gorra, para encasquetársela nuevamente con el cabello suelto y meter la chaqueta del uniforme de limpieza en un morral. Continuaba siendo una belleza y si yo misma no la hubiese sacado de prisión, nunca habría creído que había estado allí durante dos años por hurto.Corrió hacia el coche y se subió, azotando la puerta.—Me gustaría saber, ¿por qué rayos se te ocurrió traer un BMW rojo? —Me pregunto con sarcasmo en cuanto se acomodó en
TessaLas piernas me temblaron durante cada segundo que demoró el trayecto del elevador, desde la recepción hasta el noveno piso, donde se encontraban los puestos ejecutivos. Fueron minutos eternos, en los que tuve tiempo de sobra para masticar lo terrible que era aquello. La verdad era, que nunca me pareció exactamente una idea fantástica, ¿pero que podía hacer?Cameron, me amenazó con contarle todos nuestros secretos de mal modo a su hermano. Cosa que no quería que ocurriese, aunque finalmente luego de la pelea y el manto de dudas que caía sobre mí, dudaba que Alex, volviese a hablarme. No hasta que me citase para botarme, probablemente. Me iba a dejar, eso seguro y quizás fuese lo mejor. Ya no soportaba la presión o la tensión que nos rodeaba. ¿Y ahora qué ocurriría? ¿Dimitir?Sacudí la cabeza, yo nunca abandonaba. Puede que finalmente me echasen, que Alex decidiese que prefería que cualquiera ocupase el puesto, antes que yo. De todas maneras, probablemente ya no confiase en mí.