TessaMiré mis manos temblorosas a través de la lluvia que caía sobre mis ojos, mientras escuchaba a Landon desde algún sitio lejano. Como si estuviese hablándome desde el fondo de un túnel.Tina, su esposa, se encontraba a su lado, bajo el resguardo del paraguas que sostenía mi único amigo, sollozando en silencio. Sin saber cómo manejar aquella situación.—Tess… —Me llamó con la voz temblorosa, nuevamente. —Ya has estado aquí más de dos horas y no ha parado de llover, deberíamos ir al hotel, mañana debemos tomar un vuelo temprano. Yo comprendo lo difícil que es esto, sin embargo, quiero lo mejor para ti y esto, no te hace bien.Mis ojos se perdían por momentos y parpadee varias veces para enfocarme en la tumba de mi abuela, antes de colocar las flores blancas.—Dime otra vez que fue lo que ocurrió. —Le pedí, mientras me incorporaba, sin apartar la vista de la lápida de mármol de mi Nona, sobre la que estaba grabado: “Has dejado un gran vacío entre todos los que te han amado…” No se a
PARTE DOS A todos los que me han dejado llegar a su corazón a través de las palabras…“El mundo es una odiosa colección de recuerdosque claman que ella existió y yo la perdí”. Emily Bronté, Cumbres BorrascosasPrólogoCameronLandon corrió con la mujer que amaba entre los brazos por el camino de gravilla, hasta que llegó al final y un coche, conducido por una mujer que imaginé sería su esposa, se detuvo bruscamente. Él abrió la puerta trasera y colocó a Tessa con cuidado en el asiento, aún estaba desvanecida.Me quedé paralizado viendo como el coche arrancaba, antes de salir a toda pastilla. Entonces, la vi alejarse de mí, mientras yo sentía que el dolor y la desesperación destrozaban mi interior como un martillo de demolición. Nunca antes creí sentir un terror atenazante inmovilizándome por saber que perdería a la única mujer que había amado más allá de la razón.La amaba de una forma casi absurda que probablemente nunca nadie comprendería, a
Seis años después…Cameron —¿Qué estás haciendo? —Me preguntó Claire, conteniendo el aliento mientras deslizaba lentamente el vestido a través de su muslo. —Creí que iríamos a cenar, eso fue lo que me dijiste. —Frunció el ceño cuando intenté acomodarla mejor sobre mi regazo. Sonreí de forma lobuna, al notar que no llevaba bragas. —Luego puedes pedir servicio al cuarto, una vez que estés en la suite. ¿No es bastante obvio para lo que te recogí? —Acaricié su hombro y le dejé un beso suave en el cuello que la hizo estremecer. —No me gusta que me hagan escenas, ni tampoco me gusta que intenten cambiarme. Ya conocías perfectamente los términos, preciosa. Nunca te he mentido. —Eres un capullo. —Espetó ofendida. —Lo soy y es claro que eso te pone muchísimo. —Repuse pellizcando su clítoris. Claire se retorció, sosteniéndose de mis hombros e inclinando la cabeza hacia atrás, dándome una vista perfecta de sus pechos a través del escote del vestido. Tampoco llevaba sostén. Lancé una risa
CameronTomé el anillo entre mis dedos acariciando con premura la inscripción grabada sobre el oro: «Siempre tendremos un lugar bajo las estrellas». Una vez más y me juré que sería la última.Hacía exactamente tres años, un mensajero apareció a las puertas de la compañía, diciendo que llevaba un paquete que solo le entregaría en persona a Cameron Hamilton.Al abrir el pequeño paquete, y ver los dos anillos que le regalé a Tessa, creí que se trataba de una señal que renovaba la esperanza que hasta ese momento escasamente me había permitido guardar.Mis intentos por encontrarla habían sido en vano, incluso luego de contratar un investigador privado para que diese con ella, durante meses tomé el riesgo de colocar hombres que vigilaran a Landon, con la ilusión de que me llevase hacia ella. Todo fue en vano.Era como si luego de que verla por última vez frente a la tumba de su abuela, se la hubiese tragado la tierra. Iba a visitar esa tumba una vez al mes. Desde
Cameron Me detuve justo al final del pasillo, frente al altar donde diríamos nuestros votos, mientras el ministro preparaba todo para la ceremonia. Junto a mí, se hallaba mi padre, que había tomado a posta el papel de padrino, aunque en realidad solo se aseguraba de que no cometiese ninguna tontería, como escapar en cuanto viese a mi futura esposa caminando hacia nosotros. Dos bloques de sillas blancas para más de doscientos invitados enmarcaban el largo camino que recorrería la novia en solo unos minutos. Cada elegante hilera estaba ataviada con impresionantes ramos de rosas y lirios blancos. Estaba cayendo el sol, por lo que en el cielo se veían los tonos naranjas y rosa, perdiéndose sobre el océano, a través de las enormes puertas de cristal del salón que daban a la playa. Sobre nosotros flotaban enormes candelabros de cristal que se mecían con suavidad entre los arreglos florales que pendían del techo, y cuyos patrones brillantes danzaban sobre el mármol y el oro blanco de l
Cameron Me detuve justo al final del pasillo, frente al altar donde diríamos nuestros votos, mientras el ministro preparaba todo para la ceremonia. Junto a mí, se hallaba mi padre, que había tomado a posta el papel de padrino, aunque en realidad solo se aseguraba de que no cometiese ninguna tontería, como escapar en cuanto viese a mi futura esposa caminando hacia nosotros. Dos bloques de sillas blancas para más de doscientos invitados enmarcaban el largo camino que recorrería la novia en solo unos minutos. Cada elegante hilera estaba ataviada con impresionantes ramos de rosas y lirios blancos. Estaba cayendo el sol, por lo que en el cielo se veían los tonos naranjas y rosa, perdiéndose sobre el océano, a través de las enormes puertas de cristal del salón que daban a la playa. Sobre nosotros flotaban enormes candelabros de cristal que se mecían con suavidad entre los arreglos florales que pendían del techo, y cuyos patrones brillantes danzaban sobre el mármol y el oro blanco de l
TessaAun no entendía como había logrado tomar el ascensor y entrar a la sala de espera de la clínica Providence, sin caer redonda. Lo único que podía sentir era mi pulso en los oídos y el zumbido de los tubos fluorescentes que colgaban del techo blanco.Avancé por el pasillo que llevaba a la sala de espera privada que habían acondicionado para los Hamilton – Acher, y me detuve en la entrada con un nudo en la garganta, no importaba cuantas veces me hubiese dicho: «No fue tu culpa». En el fondo, lo continuaba sintiendo como mí responsabilidad.No es que no mereciese un castigo, uno gordo de hecho, pero quería creer que aún no era ese tipo de persona que es capaz de desearle la muerte a alguien. Además, no esperaba que el juego acabase tan pronto, no me conformaba con la justicia divina, quería que sobre Callum Hamilton, cayese la justicia de los hombres, mi justicia.Cameron estaba con la cabeza enterrada en sus manos y Alex a su lado. No podía creer como las cosas se habían complicado
Cameron—¿Qué rayos estás haciendo aquí? —Me preguntó Monty el consejero de HG, al verme sentado en el suelo de la azotea de la clínica, con la cabeza enterrada entre las rodillas. —Te he buscado por todos lados, estamos en un puto infierno y tú estás aquí tomando el aire. —Lo miré sobre el brazo, antes de incorporarme y encender un cigarrillo.—Lo sé, solo necesitaba poner mis ideas en orden. —Expulsé el humo, mientras él se sentaba a mi lado. Monty tenía más o menos la edad de Callum y al igual que él se mantenía en muy buena forma. Mentí, porque no quería decirle que salí corriendo como un loco tras la novia de mi hermano, sin importarme una mierd@ la salud de mi padre. Eso me hacía sentir fatal, aunque no era un secreto para nadie, lo tensa que era nuestra relación. Suponía que las personas esperaban ciertas cosas de un hijo.—Creí que ya no fumabas. —Me dijo. Tomó uno del paquete y lo encendió.—En realidad, ya no lo hago, pero es una ocasión especial, ¿no? —Le sonreí, estirand