Cameron Me detuve justo al final del pasillo, frente al altar donde diríamos nuestros votos, mientras el ministro preparaba todo para la ceremonia. Junto a mí, se hallaba mi padre, que había tomado a posta el papel de padrino, aunque en realidad solo se aseguraba de que no cometiese ninguna tontería, como escapar en cuanto viese a mi futura esposa caminando hacia nosotros. Dos bloques de sillas blancas para más de doscientos invitados enmarcaban el largo camino que recorrería la novia en solo unos minutos. Cada elegante hilera estaba ataviada con impresionantes ramos de rosas y lirios blancos. Estaba cayendo el sol, por lo que en el cielo se veían los tonos naranjas y rosa, perdiéndose sobre el océano, a través de las enormes puertas de cristal del salón que daban a la playa. Sobre nosotros flotaban enormes candelabros de cristal que se mecían con suavidad entre los arreglos florales que pendían del techo, y cuyos patrones brillantes danzaban sobre el mármol y el oro blanco de l
Cameron Me detuve justo al final del pasillo, frente al altar donde diríamos nuestros votos, mientras el ministro preparaba todo para la ceremonia. Junto a mí, se hallaba mi padre, que había tomado a posta el papel de padrino, aunque en realidad solo se aseguraba de que no cometiese ninguna tontería, como escapar en cuanto viese a mi futura esposa caminando hacia nosotros. Dos bloques de sillas blancas para más de doscientos invitados enmarcaban el largo camino que recorrería la novia en solo unos minutos. Cada elegante hilera estaba ataviada con impresionantes ramos de rosas y lirios blancos. Estaba cayendo el sol, por lo que en el cielo se veían los tonos naranjas y rosa, perdiéndose sobre el océano, a través de las enormes puertas de cristal del salón que daban a la playa. Sobre nosotros flotaban enormes candelabros de cristal que se mecían con suavidad entre los arreglos florales que pendían del techo, y cuyos patrones brillantes danzaban sobre el mármol y el oro blanco de l
TessaAun no entendía como había logrado tomar el ascensor y entrar a la sala de espera de la clínica Providence, sin caer redonda. Lo único que podía sentir era mi pulso en los oídos y el zumbido de los tubos fluorescentes que colgaban del techo blanco.Avancé por el pasillo que llevaba a la sala de espera privada que habían acondicionado para los Hamilton – Acher, y me detuve en la entrada con un nudo en la garganta, no importaba cuantas veces me hubiese dicho: «No fue tu culpa». En el fondo, lo continuaba sintiendo como mí responsabilidad.No es que no mereciese un castigo, uno gordo de hecho, pero quería creer que aún no era ese tipo de persona que es capaz de desearle la muerte a alguien. Además, no esperaba que el juego acabase tan pronto, no me conformaba con la justicia divina, quería que sobre Callum Hamilton, cayese la justicia de los hombres, mi justicia.Cameron estaba con la cabeza enterrada en sus manos y Alex a su lado. No podía creer como las cosas se habían complicado
Cameron—¿Qué rayos estás haciendo aquí? —Me preguntó Monty el consejero de HG, al verme sentado en el suelo de la azotea de la clínica, con la cabeza enterrada entre las rodillas. —Te he buscado por todos lados, estamos en un puto infierno y tú estás aquí tomando el aire. —Lo miré sobre el brazo, antes de incorporarme y encender un cigarrillo.—Lo sé, solo necesitaba poner mis ideas en orden. —Expulsé el humo, mientras él se sentaba a mi lado. Monty tenía más o menos la edad de Callum y al igual que él se mantenía en muy buena forma. Mentí, porque no quería decirle que salí corriendo como un loco tras la novia de mi hermano, sin importarme una mierd@ la salud de mi padre. Eso me hacía sentir fatal, aunque no era un secreto para nadie, lo tensa que era nuestra relación. Suponía que las personas esperaban ciertas cosas de un hijo.—Creí que ya no fumabas. —Me dijo. Tomó uno del paquete y lo encendió.—En realidad, ya no lo hago, pero es una ocasión especial, ¿no? —Le sonreí, estirand
CameronOía como Tessa, llamaba a mi hermano, pero parecía que no podíamos dejar de mirarnos desafiantes, como si en ese momento hubiésemos dejado de ser hermanos, para volvernos rivales acérrimos. Era algo tácito, él no sabía nada de mi historia con su novia, sin embargo tenía mis razones para creer que sentía la tensión que se acumulaba entre ella y yo.Cuando le prometí no acercarme, lo hice sinceramente, nada me hubiese hecho más feliz que ver a mi hermanito, sentando cabeza, enamorado y feliz. Pero no con ella, ¡joder! No con Tessa, ella era mía, seguía siendo mía. Podía percibirla, quemándome por dentro.Tessa, lo cogió por detrás para que no pudiese alcanzarme.—Ya basta, nada estaba ocurriendo. —Tiró de él con fuerza. —Solo tuvimos un intercambio de opiniones demasiado acalorado, eso es todo. No es algo que no me haya ocurrido antes.Él, no le creía, lo veía en su mirada cargada de odio. Se le había clavado la idea de que lo estaba traicionando, rompiendo mi promesa de tratar
TessaFinalmente la tormenta tras el verde de los ojos de mi novio había desaparecido. Sus mejillas, ya no estaban encendidas, ni su respiración agitada. Era momento de irme. De escapar antes de tener que enfrentarme también a Amelia. Necesitaba ondear la bandera blanca, durante lo que restaba del día o la noche.Aun así me costaba dejarlo, me parecía tan vulnerable y luego de la pelea con su hermano presentía que sería él solo contra el mundo.Compartirle la información que manejaba fue un error. Era algo que pensaba usar de una forma muy diferente. Iba a esperar a que no les quedase otra alternativa que declararse insolventes, pensaba sembrar rumores sobre las malas gestiones. Pero no sabía que también era el patrimonio de Alex hasta hacia escasas semanas.No tuve otra alternativa que advertirle para que tuviese la oportunidad de proteger lo que le correspondía. De alguna forma sentí que se lo debía.—Prometo que volveré en un par de horas. —Le dije a Alex que me miraba con esos eno
Tessa Cuando la puerta del elevador se abrió en el tercer piso y vi a Cameron parado frente a mí, con una expresión que mutó rápidamente de la incredulidad a la rabia. Me pregunté si era un sueño o más bien una horrible pesadilla. Una de esas donde uno corre en círculos, para siempre dar con el mismo lugar. Parpadee varias veces, sin dar crédito a que nuevamente y en menos de ocho horas volvíamos a coincidir. Me quedé muy quieta mirando hacia el frente, cuando el dio un paso hacia dentro del cubículo y presionó el botón del primer piso. Un intenso pánico hizo que mi cuerpo reaccionara, pegándose a la pared metálica. Debía de ser una broma, una de pésimo gusto. En seis años, no nos habíamos visto, ni vuelto a cruzar. Sin embargo, esa ocasión, era la tercera vez que nos encontrábamos. A solas. Pero eso no era lo peor del caso, ni por asomo, lo terrible de aquella situación, era que no tenía escapatoria, nadie podía intervenir, salvándome de su avasallante presencia. Tragué, saliva c
CameronMiré a Callum conectado a un monitor, repleto de cables, sumergido en un sueño profundo, tras el cristal de la suite que nos habían otorgado en cuidados intensivos. Era una zona bastante cómoda con unos cuantos sofás, un pequeño mini bar con bocadillos y bebidas, además de un televisor de pantalla plana en la pared y Wifi.No podía dejar de pensar, que todo aquello era su culpa, que de haber estado despierto le habría roto la cara.Ya eran cerca de las cinco de la mañana, a las nueve abriría la bolsa de Nueva York, por lo que los ánimos estaban caldeados. Esperábamos una baja considerable en las acciones, con una pérdida del diecisiete por ciento, sobre el cierre del día anterior.Monty, bufó, mirando fijamente la pantalla.—Cuando tu hermano regrese, debes hablar con él. —Dejó el portátil sobre la mesita de café. —Es necesario que en dos horas demos un comunicado. El medico nos dará el parte a las seis, ¿verdad Amelia?—Así es, están trabajando tan rápido como les es posible.