Ahí se encontranan los dos, entregandose el uno al otro en cuerpo entero, otra vez. Daniel miró a los ojos de Ava quien estaba debajo de él y arañaba su espalda, con su vista fija en la de él. Su rostro estaba perlado de sudor, mientras gemía bajito, ya que no quería ser escuchada por nadie alrededor. El extendió su mano y con delicadeza acarició su mejilla con ternura, mientras aumentaba sus embestidas y la veía abrir sus labios rojos, otra vez la había sacudido un fuerte orgasmo y solo pudo tapar su boca para no gritar de placer, pero Daniel retiró la mano de ella y le estampó un profundo beso. Sus lenguas danzaban y se acariciaban entre sí, era embriagante. Entre jadeos se separaron y se miraron un avez más. —¿Quieres más, mi amor? —inquirió Daniel, entre jadeos y sin detener sus movimientos que iban a lo mas profundo de la joven. —S-sí… sí, más —musitó la joven, extasiada con las sensaciones que él le estaba propinando. —Como tú quieras, preciosa… —respondió Daniel y dio una es
Ava y Daniel se encontraban parados en la entrada de la casa de la joven, ambos sujetaban con firmeza sus manos, mientras enfrentaban la furiosa mirada de doña Rosaura. —Mamá… buenos días —Ava saludó a su madre, mientras se pasaba una mano por su aun húmedo flequillo, con una voz temblorosa, apenas capaz de sostener la mirada de la mujer— ¿Podemos entrar para hablar en privado? Te explicaremos todo lo que ocurrió, es importante. Sin embargo, la madre de Ava no ocultaba su furia, y su silencio era más aterrador que cualquier grito. Mas bien se cruzó de brazos y dirigió su mirada de rencor directo a Daniel. El, al notar aquello se dispuso a tomar la palabra. —Doña Rosaura, lamento profundamente cualquier preocupación que pudiera haberle causado — dijo él, con firmeza y sin tutubear un solo instante— . La verdad es que no había planeado que Ava se quedara hasta tan tarde, pero surgió una situación en la empresa que requirió su atención. Ava volteó a ver a Daniel, incrédula de la habil
La tensión en la entrada de la empresa era palpable. La mirada desafiante de Daniel se clavó como daga en el guardia, mientras se aferraba a la mano de Ava, conociendo un poco de ella, sabía que era capaz de salir huyendo de esa bochornosa situación y quizá hasta pensaría en dejarlo una vez más; eso último era lo que más se temía. —¿Qué estás diciendo, Gabriel? ¿Por qué no puede pasar? —espetó Daniel entre dientes y se cruzó de brazos mientras fruncía el ceño, intimidando al hombre que los había confrontado de esa manera. El guardia trataba de no mirar a los ojos a un fúrico Daniel, para luego intentar darle respuesta a su jefe. —Es que, verá … doña Daniela me dio instrucciones claras, señor —dijo el guardia y carraspeó para continuar—. Ella dijo que la señorita Ava Spencer no debe entrar a las instalaciones sin su autorización hasta nuevo aviso. Ava sintió como si le hubieran arrebatado el suelo bajo los pies. La sorpresa y la confusión se reflejaron en su rostro, mientras miraba
Ava tenía tanta desesperación de que Daniel llamara a doña Daniela, que cuando él marcó y puso la llamada en altavoz, ella quiso salir corriendo de allí; también sintió muchas ganas de arrebatarle el celular a él y lanzarlo por la ventana, pero sabía que no podría ser capaz de hacer tal cosa, así que solo llevó su mano a la boca para apaciguar lo que sentía. Daniel tomó la mano de ella, porque sintió las intenciones de ella de salir del lugar, eso solo le dio valor a Ava para hablar. —Daniel, ¿qué estamos haciendo? —susurró Ava, nerviosa—. Esto no es una buena idea, te lo digo. Daniel volteó a ver a los ojos a su prometida hacia arriba y apretó su mano con suavidad para que se calmara. —Tranquila, por favor, necesito aclararle un par de cosas a mi madre. Ya es demasiado, no puedo seguir permitiendo estas cosas. Ava tragó saliva y las lágrimas se agolparon en sus ojos. —Pero… ¿y si solo empeora todo? —respondió con la voz entrecortada. —Pues entonces, al menos sabremos cómo proced
Aquella escena en ese encerrado cuartucho llamado “oficina” era como de una historia de acción. Daniel tenía al guardia agarrado por el cuello de la camisa y sus pies se elevaban en el suelo, mientras le decía cosas que ella no podía entender, porque él hablaba entre dientes y bastante quedo. —¿Daniel, qué está pasando? Bájalo, lo vas a herir —imploró Ava entre susurros, pero sus palabras fueron ignoradas por su prometido. Ava se llevó las manos a las sienes y de inmediato cerró la puerta para evitar que la gente viera dicho espectáculo bochornoso. Ella se acercó lo suficiente para intentar que Daniel la viera y desistiera de esa locura para que bajara al pobre hombre que parecía intimidado por lo que fuera que le estuviese diciendo. Cuando logró quedar frente a ellos, logró escuchar la ultima frase que él le dedicó al guardia. —Y te largas, estás despedido, no te quiero volver a ver aquí, ¿oíste bien? —espetó Daniel para darle un empujón a Gabriel, que cabizbajo comenzó a tomar sus
Ava cerró los ojos, mientras entreabría su boca para recibir la de Daniel por completo. Esos besos húmedos se estaban volviendo una constante para la joven… para los dos en realidad. Sus rostros se ladeaban de un lado al otro y Ava subió sus manos para apretar el cabello rebelde de su prometido, él en cambio comenzó a desabotonar esa blusa que ya conocía más que bien, pero pronto ella se sobresaltó y tomó la mano de Daniel para que se detuviera. —Daniel, ¿qué haces? En serio… esta es la oficina —musitó Ava, con la respiración entrecortada y una sonrisa leve que Daniel no pasó por alto. —Pero mi amor… ¿qué pasa? La puerta está con llave, nadie puede entrar aquí más que tú y yo, y nosotros estamos aquí, así que no le veo el inconveniente —dijo Daniel para comenzar a besar aquel cuello tan deseable para él. —Sí, lo sé, te creo pero… aun así siento que no es correcto y además, estoy insegura —comentó Ava, mientras cerraba sus ojos y levantaba más su mentón para sentir los besos ardiente
Daniel miró a Ava con preocupación y la duda quemando su pecho.—¿Viste quien fue? —inquirió Ava en el mismo estado que él.—No pude alcanzar a ver, todo fue demasiado rápido —contestó, mientras caminaba de un lado a otro, para luego ir hacia el cerrojo de la puerta e intentar abrir él—. Está sin llave, la m*****a escoria que hizo esto quitó llave.Daniel comenzó a respirar fuerte. Ava lo notó de inmediato y se acercó a él para por inercia colocar sus manos en la espalda alta de su prometido y comenzó a dar ligeros masajes para intentar apaciguar la frustración de él.—Yo tampoco tengo idea de qué fue lo que pasó, Daniel, aunque fue de muy mal gusto, sobre todo porque los chismes parecen ser el hobbie de la gente de esta empresa. Sabía que no debíamos estar así en la oficina. Creo que esto es malo, muy malo para mí —se lamentó Ava, mientras retiraba las manos de Daniel y se dedicaba a peinar su cabello, ese que estaba revuelto debido a aquella ola de placer en la que se encontraba minu
Daniel notó de inmediato los nervios de Ava e intentó calmarla, pero ella no pudo, no después de todas las arbitrariedades que había pasado por su culpa y lo que provocaba con sus acciones. El ya no pudo decirle nada a Ava sobre eso que sabía muy bien, pero tampoco pudo elaborar una frase más porque a tiempo entró en el salón Natalia, con sus característicos pasos apresurados y estilosos, aunque parecía que caminaba más rápido de lo normal. —¡Hola, Daniel, Ava! Es muy grato verlos a los dos ¿Cómo están? —saludó con un fuerte abrazo a su hermano Daniel y luego a Ava, quien sin poder evitarlo se sintió reconfortada —Hola, Natalia, qué gusto, todo está… bien —dijo Ava, con un dejo de timidez, porque era obvio que las cosas estaban muy mal. Daniel sonrió e intervino, diciendo: —La sorpresa es nuestra, hermana ¿Cómo se les ocurre tomar la avioneta privada para venir hasta aquí? Es como si alguien se hubiera muerto o algo por el estilo —bufó Daniel, con ironía. Natalia se llevó una man