¡Hola! Vengo con un nuevo capítulo y Daniel ha sorprendido a Ava y a su madre con su repentina llegada ¿Qué le pasará? Averígualo en el próximo capítulo que se acerca cada vez más al desenlace. Estaré ansiosa de leerte en comentarios ¡Gracias por leer! n.n
—¿Acaso siempre tiene que darme un susto, señor? —dijo doña Rosarura, mientras se llevaba la mano al pecho porque a quien menos esperaba ver era a Daniel Busch.Daniel sin permiso tomó la mano de la señora y le dio un beso en el dorso de la misma, acción que la dejó paralizada pero reaccionó a tiempo para quitar su mano aun con los ojos bien abiertos.—Doña Rosaura… suegra, le juro que no era mi intención, pero debía venir lo antes posible —dijo él, mientras terminaba de recuperar el aliento y clavaba su mirada en la perpleja joven que estaba justo atrás de doña Rosaura.Daniel parecía agitado y miles de dudas pasaron por la mente de Ava, quien no podía creer verlo allí y de aquella manera tan extraña. Doña Rosaura se hizo a un lado porque en definitiva había notado el par de miradas intensas—Ava, necesitaba verte… ven conmigo, por favor —Daniel extendió su mano hacia la joven, quien no dudó y lo tomó de la mano.El corazón de Ava se aceleró y sabía que no era por miedo ni ansiedad…
El ambiente pareció vacío por un instante con el silencio que se hizo en el salón de aquel evento que estaba a punto de cancelarse, allí estaba Daniel Busch, con su porte tan elegante y su barba recortada con un estilo diferente al estilo francés que en definitiva le daba un look más jovial. No se hizo más de esperar y dio un paso dentro del salón. Daniel se desplazó con gracia entre las mesas, dándose su tiempo para saludar a todos los allí presentes, intercambiaba saludos con mucha amabilidad, como si contara con todo el tiempo del mundo. En el momento de llegar a la mesa de Karen, ella intentó hablarle con más cercanía, pero en definitiva falló en aquella iniciativa dado a que Daniel ni siquiera la vio a los ojos. —Karen… un gusto —fue lo único que salió de los labios de Daniel, seguido de una leve palmada en el dorso de su mano. —¿Daniel? Espera, hablemos… —musitó con los ojos llenos de emoción al verlo, mientras estiraba su mano como si con impotencia intentara alcanzarlo, per
Karen llamó a doña Daniela para que se parara a su lado y también llamó a Patrick, un investigador encubierto que trabajaba para la familia Busch. El hombre alto y con sobrepeso pasó al frente sin voltear a ver a Daniel, luego le entregó a Karen una carpeta amarilla y se dirigió hasta el fondo del salón y encendió un dispositivo que mostraba imágenes en la pared. Sin borrar aquella sonrisa triunfal, Karen tomó la palabra y volteó a ver a Ava, quien se encontraba abrazándose a ella misma para apaciguar lo que estaba viviendo. —Creo que ya es hora de desmontar este teatrito y que todos sepan la verdad, sobre la clase de impostora que es esta mujer —dijo Karen, mientras que algunas imágenes pasaban ante la vista de todos. —En realidad, la mujer aquí presente, no se llama Ava Spencer, su verdadero nombre es Ava López, una mujer pobre y ambiciosa que, evidentemente enamoró y engatusó al señor Busch porque le interesaba el dinero de la familia ¡No hay otro motivo! —¡Yo lo sospechaba y re
Dos meses después...En un hotel de lujo ubicado en una isla privada, con una esplendorosa vista al mar y al exterior lleno de flora tropical, se encontraba una pareja disfrutando de la agradable sensación de intimidad. Allí no había nada ni nadie que interfiriera aquel momento lleno de amor y pasión.La habitación estaba iluminada por los rayos del sol, esos que casi anunciaban el mediodía, pero no cabía duda que la pareja de enamorados no deseaba salir aun de aquel refugio que era exclusivo para los dos.Un par de batas blancas estaban tiradas en el suelo de la entrada de la ducha y sobre la mesa que aun estaban las bandejas del rico desayuno que Daniel y Ava habían compartido hacía un par de horas.Dentro de esas cuatro paredes resonaban los sonidos de palabras melosas, besos húmedos y gemidos en distintas intensidades.La pareja de conyuges enamorados estaba embelesada en su momento, sin importarle lo sudorosos que ambos se encontraban, ya que llevaban la tercera sesión del día y p
Daniel Busch consultó su reloj por tercera vez, la ansiedad y la anticipación lo carcomían. Estaba a punto de reunirse con su antigua rival comercial y para colmo su ex amante, Karen Hastings; ella lo citó para una reunión importante. La última vez que hablaron fue en una conferencia en Nueva York y no terminó bien. Ahora, se reunían en un elegante restaurante en el corazón de la ciudad de Barcelona, y él no estaba deseando que llegara, sabía que ella traía algo entre manos. Al entrar al restaurante, lo recibió el aroma de una comida deliciosa, el tintineo de vasos y el sonido de una hermosa melodía de piano de fondo. La anfitriona lo dirigió a una mesa cerca de la ventana, desde donde podía ver la bulliciosa calle afuera. Daniel se sentó y esperó a Karen Hastings, su mente rebosante de pensamientos del pasado y del presente. De repente, notó que una mujer joven se acercaba a su mesa. Era menuda y hermosa, con cabello largo y rizado y una cálida sonrisa. —Buenas noches, señor. Mi n
—¿Aló? ¿Aló? —dijo con insistencia para después darse cuenta de que la llamada se había cortado con la caída de su celular. Ava se sintió abrumada por la propuesta que Daniel le acababa de hacer por teléfono. Sabía que su respuesta afectaría no solo su vida, sino también la del mismo Daniel, la de su familia y en general todo su mundo. Se fue a dormir sin cenar, con el corazón latiéndole a mil por hora. Su madre la notó muy extraña, pero pronto volvió a sus preocupaciones de siempre y decidió no cuestionarla, a lo mejor no era nada grave. Luego de una noche en la que se despertaba sin poder conciliar el buen sueño, ya en la mañana, Ava sabía que necesitaba aire fresco y salir a caminar para despejar su mente. Así que se levantó mucho más temprano de lo habitual. Su madre aun dormía y debido a lo cansada que estaba por la enfermedad de su esposo y padre de la joven. Mientras caminaba por el parque, recordaba cómo había comenzado todo, como Daniel se había enamorado de ella desde la
Ava se sentía abrumada por la responsabilidad que había asumido al aceptar la propuesta de matrimonio de Daniel Busch esa misma mañana.Luego de salir del trabajo llegó a casa, saludó con rapidez y se dirigió a su alcoba, pronto entró en ansiedad. Su corazón iba a mil.Sentía sus manos sudorosas y frías, el clima tampoco le ayudaba para tantos nervios por el porvenir de sus decisiones. Estaba a punto de decirle a su familia sobre su compromiso falso, pero no sabía cómo empezar ¿Cuáles eran las palabras correctas? Mientras se preparaba para salir de casa, sonó su teléfono y contestó de inmediato. —¿Ava? ¿Cómo estás? —era la débil voz de su padre, quien estaba en el hospital recuperándose aún por el tratamiento de su cáncer. —No te preocupes por mí, estoy mejorando cada día —le dijo. Ava sintió un nudo en la garganta al escuchar la voz de su padre, sabiendo que su madre le había dicho lo mal que se encontraba. Él siempre había sido su roca, su fuente de apoyo en momentos difíciles, p
Estaban a milímetros de distancia, Ava sentía que su corazón estaba a punto de salirse de su pecho cuando Daniel notó su nerviosismo, se separó un poco para verla mejor y la escrutó con sus hermosos ojos azabaches.Él la tomó suavemente de las manos mientras acariciaba con dedicación el diamante del anillo que él mismo había colocado en su dedo anular, suspiró y le dijo: —Ava, sé que esto es un compromiso falso, pero quiero que sepas que te respetaré y te trataré con el mayor de los cuidados.Ella asintió con la cabeza, sintiéndose abrumada por el gesto de Daniel.De repente y sin decir nada, él se inclinó hacia ella y le dió un beso suave en los labios, presionó con delicadeza y un suspiro salió de él por inercia. Ava intentó ocultar su sorpresa, pero no pudo evitar seguirse sintiendo un tanto incómoda, a diferencia de él.Cuando Daniel se separó de ella, sus labios emitieron un sonido chasqueante. Ava miró con discreción a su alrededor, asegurándose de que nadie los estuviera observ