Hola, vengo con un nuevo capítulo y Ava por fin descubrió la monstruosidad que escondía esa computadora, pero ¿podrá llegar a tiempo a avisarle a Daniel su descubrimiento ? ¿Qué crees que pasará? Averígualo en los pocos capítulos que nos quedan y estaré ansiosa por leerte en comentarios ¡Saludos!
Allí en la oscuridad de la oficina en la temprana noche, Ava, con las manos por completo heladas y temblorosas, y con el corazón queriendo salir de su pecho, se encontraba tecleando y analizando cada archivo que albergaba aquel oscuro computador.«Esto es inaudito… con razón las facturas no tenían el aval de Daniel… Es evidente que Karen se traspasó cantidades de dinero a una cuenta de la supuesta empresa que ella maneja ¿O él consintió tal cosa? —un escalofrío recorrió la espalda de Ava— ¡Me rehuso a pensar esto! Se que cuando hable con él todo se aclarará y al fin las cosas caerán por su propio peso».Como pudo, la joven abrió su correo y traspasó cada documento para que esa evidencia quedara en un lugar seguro. Pronto apagó el computador y lo colocó en una esquina de la oficina, donde no estuviera expuesto a cualquier mirada. No sabía si hacía bien o no, solo hizo lo que sintió en el momento de desesperación.Sin pensarlo dos veces, y después de analizar que tardó varias horas en h
El frío de la noche y de la oscuridad del pasillo, ese que tenía un poco de visibilidad debido a una tenue luz titilante, que parecía temblar al ritmo del cuerpo de Ava, quien estaba a merced de la persona que la había sorprendido rumbo a la limusina.Ava no podía pensar con claridad, todos sus sentidos estaban congelados, de lo único de lo que podía ser consciente era de la de la forma en que involuntariamente su cuerpo reaccionaba; aquella opresión en el pecho y los espasmos casi eléctricos que el pavor le ocasionaba el hecho de tener un arma apuntando a su sien.—Escúchame bien, zorra metiche… —dijo una voz, murmurando mientras el aliento caliente parecía quemarle el oído a Ava—. Ya sé que andas jugando al detective y eso no me agrada nada nada.—¿Quién carajos eres? E-eres…Karen, ¿verdad? —dijo Ava, pero aquel brazo le oprimió la garganta con fuerza y el dolor la hizo no decir otra pregunta.—No sabrás mi identidad, pero te voy a decir una vez esto, escúchame bien —susurró aquella
Las tenues luces del amanecer y el trinar de los pájaros cantando eran las señales evidentes de que el día que tanto temía había llegado. Se levantó con pesadez, realmente no había podido dormir nada y se sentía perdida ahora que Karen sabía toda la verdad, nunca pensó que las cosas escalaran hasta ese punto, pero así había ocurrido. Con cierta premura, Ava se levantó no queriendo que esa fuera su realidad, intentó asimilarlo en la ducha, pero le fue imposible. A penas había tocado su comida del desayuno y doña Rosaura no cabía en su angustia, pero por primera vez deseaba dejar ser a su hija, así que no le preguntó nada a pesar de que la vio salir con una mochila en lugar de su bolso caro, solo le dio su bendición y así se despidieron mientras ella desaparecía en aquella limusina. Ava suspiró todo el camino, se sentía vigilada a cada segundo, con cada movimiento, ella estaba casi segura que Karen veía cada uno de sus pasos hasta en su celular. Era evidente que sabía manejar tecnologí
—¿Acaso siempre tiene que darme un susto, señor? —dijo doña Rosarura, mientras se llevaba la mano al pecho porque a quien menos esperaba ver era a Daniel Busch.Daniel sin permiso tomó la mano de la señora y le dio un beso en el dorso de la misma, acción que la dejó paralizada pero reaccionó a tiempo para quitar su mano aun con los ojos bien abiertos.—Doña Rosaura… suegra, le juro que no era mi intención, pero debía venir lo antes posible —dijo él, mientras terminaba de recuperar el aliento y clavaba su mirada en la perpleja joven que estaba justo atrás de doña Rosaura.Daniel parecía agitado y miles de dudas pasaron por la mente de Ava, quien no podía creer verlo allí y de aquella manera tan extraña. Doña Rosaura se hizo a un lado porque en definitiva había notado el par de miradas intensas—Ava, necesitaba verte… ven conmigo, por favor —Daniel extendió su mano hacia la joven, quien no dudó y lo tomó de la mano.El corazón de Ava se aceleró y sabía que no era por miedo ni ansiedad…
El ambiente pareció vacío por un instante con el silencio que se hizo en el salón de aquel evento que estaba a punto de cancelarse, allí estaba Daniel Busch, con su porte tan elegante y su barba recortada con un estilo diferente al estilo francés que en definitiva le daba un look más jovial. No se hizo más de esperar y dio un paso dentro del salón. Daniel se desplazó con gracia entre las mesas, dándose su tiempo para saludar a todos los allí presentes, intercambiaba saludos con mucha amabilidad, como si contara con todo el tiempo del mundo. En el momento de llegar a la mesa de Karen, ella intentó hablarle con más cercanía, pero en definitiva falló en aquella iniciativa dado a que Daniel ni siquiera la vio a los ojos. —Karen… un gusto —fue lo único que salió de los labios de Daniel, seguido de una leve palmada en el dorso de su mano. —¿Daniel? Espera, hablemos… —musitó con los ojos llenos de emoción al verlo, mientras estiraba su mano como si con impotencia intentara alcanzarlo, per
Karen llamó a doña Daniela para que se parara a su lado y también llamó a Patrick, un investigador encubierto que trabajaba para la familia Busch. El hombre alto y con sobrepeso pasó al frente sin voltear a ver a Daniel, luego le entregó a Karen una carpeta amarilla y se dirigió hasta el fondo del salón y encendió un dispositivo que mostraba imágenes en la pared. Sin borrar aquella sonrisa triunfal, Karen tomó la palabra y volteó a ver a Ava, quien se encontraba abrazándose a ella misma para apaciguar lo que estaba viviendo. —Creo que ya es hora de desmontar este teatrito y que todos sepan la verdad, sobre la clase de impostora que es esta mujer —dijo Karen, mientras que algunas imágenes pasaban ante la vista de todos. —En realidad, la mujer aquí presente, no se llama Ava Spencer, su verdadero nombre es Ava López, una mujer pobre y ambiciosa que, evidentemente enamoró y engatusó al señor Busch porque le interesaba el dinero de la familia ¡No hay otro motivo! —¡Yo lo sospechaba y re
Dos meses después...En un hotel de lujo ubicado en una isla privada, con una esplendorosa vista al mar y al exterior lleno de flora tropical, se encontraba una pareja disfrutando de la agradable sensación de intimidad. Allí no había nada ni nadie que interfiriera aquel momento lleno de amor y pasión.La habitación estaba iluminada por los rayos del sol, esos que casi anunciaban el mediodía, pero no cabía duda que la pareja de enamorados no deseaba salir aun de aquel refugio que era exclusivo para los dos.Un par de batas blancas estaban tiradas en el suelo de la entrada de la ducha y sobre la mesa que aun estaban las bandejas del rico desayuno que Daniel y Ava habían compartido hacía un par de horas.Dentro de esas cuatro paredes resonaban los sonidos de palabras melosas, besos húmedos y gemidos en distintas intensidades.La pareja de conyuges enamorados estaba embelesada en su momento, sin importarle lo sudorosos que ambos se encontraban, ya que llevaban la tercera sesión del día y p
Daniel Busch consultó su reloj por tercera vez, la ansiedad y la anticipación lo carcomían. Estaba a punto de reunirse con su antigua rival comercial y para colmo su ex amante, Karen Hastings; ella lo citó para una reunión importante. La última vez que hablaron fue en una conferencia en Nueva York y no terminó bien. Ahora, se reunían en un elegante restaurante en el corazón de la ciudad de Barcelona, y él no estaba deseando que llegara, sabía que ella traía algo entre manos. Al entrar al restaurante, lo recibió el aroma de una comida deliciosa, el tintineo de vasos y el sonido de una hermosa melodía de piano de fondo. La anfitriona lo dirigió a una mesa cerca de la ventana, desde donde podía ver la bulliciosa calle afuera. Daniel se sentó y esperó a Karen Hastings, su mente rebosante de pensamientos del pasado y del presente. De repente, notó que una mujer joven se acercaba a su mesa. Era menuda y hermosa, con cabello largo y rizado y una cálida sonrisa. —Buenas noches, señor. Mi n