Hola, he venido con un nuevo episodio. Las tensiones familiares llegan poco a poco a escalar a situaciones públicas y laborales ¿Daniel podrá poner fin al menos a la situación con doña Daniela, o solo va a empeorar la situación? Entérate en el próximo episodio, estaré ansiosa por leer tus opiniones en la caja de comentarios. Saludos y gracias a quien lee n.n
Ava tenía tanta desesperación de que Daniel llamara a doña Daniela, que cuando él marcó y puso la llamada en altavoz, ella quiso salir corriendo de allí; también sintió muchas ganas de arrebatarle el celular a él y lanzarlo por la ventana, pero sabía que no podría ser capaz de hacer tal cosa, así que solo llevó su mano a la boca para apaciguar lo que sentía. Daniel tomó la mano de ella, porque sintió las intenciones de ella de salir del lugar, eso solo le dio valor a Ava para hablar. —Daniel, ¿qué estamos haciendo? —susurró Ava, nerviosa—. Esto no es una buena idea, te lo digo. Daniel volteó a ver a los ojos a su prometida hacia arriba y apretó su mano con suavidad para que se calmara. —Tranquila, por favor, necesito aclararle un par de cosas a mi madre. Ya es demasiado, no puedo seguir permitiendo estas cosas. Ava tragó saliva y las lágrimas se agolparon en sus ojos. —Pero… ¿y si solo empeora todo? —respondió con la voz entrecortada. —Pues entonces, al menos sabremos cómo proced
Aquella escena en ese encerrado cuartucho llamado “oficina” era como de una historia de acción. Daniel tenía al guardia agarrado por el cuello de la camisa y sus pies se elevaban en el suelo, mientras le decía cosas que ella no podía entender, porque él hablaba entre dientes y bastante quedo. —¿Daniel, qué está pasando? Bájalo, lo vas a herir —imploró Ava entre susurros, pero sus palabras fueron ignoradas por su prometido. Ava se llevó las manos a las sienes y de inmediato cerró la puerta para evitar que la gente viera dicho espectáculo bochornoso. Ella se acercó lo suficiente para intentar que Daniel la viera y desistiera de esa locura para que bajara al pobre hombre que parecía intimidado por lo que fuera que le estuviese diciendo. Cuando logró quedar frente a ellos, logró escuchar la ultima frase que él le dedicó al guardia. —Y te largas, estás despedido, no te quiero volver a ver aquí, ¿oíste bien? —espetó Daniel para darle un empujón a Gabriel, que cabizbajo comenzó a tomar sus
Ava cerró los ojos, mientras entreabría su boca para recibir la de Daniel por completo. Esos besos húmedos se estaban volviendo una constante para la joven… para los dos en realidad. Sus rostros se ladeaban de un lado al otro y Ava subió sus manos para apretar el cabello rebelde de su prometido, él en cambio comenzó a desabotonar esa blusa que ya conocía más que bien, pero pronto ella se sobresaltó y tomó la mano de Daniel para que se detuviera. —Daniel, ¿qué haces? En serio… esta es la oficina —musitó Ava, con la respiración entrecortada y una sonrisa leve que Daniel no pasó por alto. —Pero mi amor… ¿qué pasa? La puerta está con llave, nadie puede entrar aquí más que tú y yo, y nosotros estamos aquí, así que no le veo el inconveniente —dijo Daniel para comenzar a besar aquel cuello tan deseable para él. —Sí, lo sé, te creo pero… aun así siento que no es correcto y además, estoy insegura —comentó Ava, mientras cerraba sus ojos y levantaba más su mentón para sentir los besos ardiente
Daniel miró a Ava con preocupación y la duda quemando su pecho.—¿Viste quien fue? —inquirió Ava en el mismo estado que él.—No pude alcanzar a ver, todo fue demasiado rápido —contestó, mientras caminaba de un lado a otro, para luego ir hacia el cerrojo de la puerta e intentar abrir él—. Está sin llave, la m*****a escoria que hizo esto quitó llave.Daniel comenzó a respirar fuerte. Ava lo notó de inmediato y se acercó a él para por inercia colocar sus manos en la espalda alta de su prometido y comenzó a dar ligeros masajes para intentar apaciguar la frustración de él.—Yo tampoco tengo idea de qué fue lo que pasó, Daniel, aunque fue de muy mal gusto, sobre todo porque los chismes parecen ser el hobbie de la gente de esta empresa. Sabía que no debíamos estar así en la oficina. Creo que esto es malo, muy malo para mí —se lamentó Ava, mientras retiraba las manos de Daniel y se dedicaba a peinar su cabello, ese que estaba revuelto debido a aquella ola de placer en la que se encontraba minu
Daniel notó de inmediato los nervios de Ava e intentó calmarla, pero ella no pudo, no después de todas las arbitrariedades que había pasado por su culpa y lo que provocaba con sus acciones. El ya no pudo decirle nada a Ava sobre eso que sabía muy bien, pero tampoco pudo elaborar una frase más porque a tiempo entró en el salón Natalia, con sus característicos pasos apresurados y estilosos, aunque parecía que caminaba más rápido de lo normal. —¡Hola, Daniel, Ava! Es muy grato verlos a los dos ¿Cómo están? —saludó con un fuerte abrazo a su hermano Daniel y luego a Ava, quien sin poder evitarlo se sintió reconfortada —Hola, Natalia, qué gusto, todo está… bien —dijo Ava, con un dejo de timidez, porque era obvio que las cosas estaban muy mal. Daniel sonrió e intervino, diciendo: —La sorpresa es nuestra, hermana ¿Cómo se les ocurre tomar la avioneta privada para venir hasta aquí? Es como si alguien se hubiera muerto o algo por el estilo —bufó Daniel, con ironía. Natalia se llevó una man
De manera inevitable y sin quererlo, Ava comenzó a toser con fuerza llevándose la mano a la boca para intentar disimular aquel desastre en la mesa. En definitiva, ese respiro de sorpresa le había hecho tragar mal y por más que luchara por no toser aquello era imposible. —Dis-pensenme —fue lo que logró decir Ava con mucha dificultad mientras seguía tosiendo. —No hables —dijo Daniel para inclinarse y así ayudarla. Natalia miraba sorprendida, doña Daniela y don Manuel estaban en las mismas, mientras Daniel golpeaba con cierta fuerza la espalda alta de la chica. En cuando Ava pudo respirar, respiró hondo y se dio cuenta de que las miradas estaban posadas en ella, lo cual le dio una sensación de vergüenza total. Si su rostro ya estaba enrojecido por la fuerza de toser, se había mezclado con el rojo del rubor que le subió hasta las orejas. Odiaba ser el centro de atención y menos en la mansión Busch. —Disculpen, es que… no se que pasó —logró decir Ava, sin mirar a nadie a los ojos, mient
Ava se sentía atrapada en una pesadilla que se retorcía entre realidades borrosas y oscuros temores. La decisión de casarse por conveniencia en poco tiempo la sumía en una confusión que la abrumaba más y más, pero a la vez ese acontecimiento parecía posponerse por una u otra razón.«Es que… ¿Acaso no conviene que se haga esta unión o qué me querrá decir el universo?», ese pensamiento era algo que la consumía por dentro.Las imágenes tergiversadas, una tras otra, se entrelazaban en su mente, dejándole poco tiempo para analizar lo que ocurría. Vio a su familia, sus rostros tan queridos, en especial el de su madre. Para la joven, sus miradas reflejaban la decepción que ella sabía que sentían por aquella elección abrupta.Su padre, Jeremy, era la razón más grande por quien se había lanzado a los brazos de un señor adinerado desconocido y aquello le hacía sentir un nudo en la garganta; añoraba que saliera bien de su enfermedad, sabía que con dinero podía luchar por su recuperación.De pront
Ava estaba paralizada por la confusión y el miedo. En realidad los pasos se habían acercado, pero no tan cerca como para llegar hasta su escondite, eso en parte la había aliviado un poco, pero no lo suficiente. La joven cerró sus ojos, respiró profundo e intentó agudizar sus oídos para tratar de evaluar lo que no podía ver. Los sollozos que provenían de la habitación de Daniel eran angustiantes, y se mezclaban con pequeños susurros que por más que Ava intentara descifrar era prácticamente imposible de hacerlo, lo único que podía percibir era la angustia con la que se emitían.«Pero… ¿De quién podrá tratarse? —Ava se rascó la cabeza—. Lo único que identidico es que definitivamente es mujer, tiene que serlo, no tengo duda de eso».Ava continuaba paralizada por la confusión y el miedo, entre sus pensamientos caóticos intentaba discernir quien podía estar en la habitación en esos momentos; la incertitumnre la atormentaba cada vez más. Sus dudas se volvían más confusas a cada segundo que