Fue duro e insulte a Alex más de una vez, pero al final cumplí con mi parte de la apuesta y Llegue a la oficina con mi nuevo outfits: una faldita negra con un corte por lo menos de cuatro o cinco por encima de la rodilla, una camisa blanca de botones que se ajustaba a mi abdomen y mis pechos, medias panti negras los tacones más altos que tenía, el maquillaje ojos ahumados y labios rojo, con mi largo cabello negro planchado y liso.Creí que me iba a avergonzar (bueno así fue al principio) pero la verdad que no me sentía que había perdido esta apuesta, si más bien recibí más de un silbido en la calle y los hombres más pasables y lindos del edificio me miraban embobados, me sentía Teresa Chávez con tanta atención masculina.Entre a la oficina con una gran sonrisa y los ojos de mi jefe se clavaron en mí. —Jaimes —él se aclaró la garganta —Esa no es la manera de vestirse para venir a trabajar. Dijo con reproche. Joaquín entro a la oficina y al verme sus ojos se descolocaron. —¿Princesa
Entré al departamento con una cara de culo que no me la quitaba nadie, Narelys y Alex no se extrañaron por verme de esa manera, ahora esa era mi expresión de todos los días que llegaba de trabajar, empezaba a odiar mi trabajo. No, más bien empezaba a odiar al señor Zimmerman. —Con verte la cara está más que claro que te fue pésimo en el trabajo y que tu jefe....—¡A ese desgraciado ni me lo nombres! —tire mi cartera al piso y me tire como morsa sobre el sofá. Las dos se me acercaron más que interesadas.—¿Qué paso marisca? ¿Por qué estas así?—Hoy el día estuvo pésimo, horrible, espantoso. Le llegaron unos señores no sé si eran inversionista o clientes pero mi jefe se puso de un humor peor del que ya tiene, cuando termino de hablar con ellos, la más pendeja, yo, pagué los platos rotos y descargó su arrechara conmigo haciéndome ir de una lado para otro. —Ojala pudieras hacer que tu jefe fuera más amable. Lyon Zimmerman tiene su carácter… —dijo Narelys comprensiva. —Más bien debería
LYONDe la nada sentí un escalofrío y un sudor frio por mi espalda baja. Joaquín me miro extrañado.—¿Te sientes bien?—No, de la nada mi piel se erizo. Qué raro. —Joaquín levanto una ceja.—Lo raro es que te de un escalofrió estando aquí en tu despacho donde hace un calor, prende el aire acondicionado. —rodé los ojos.—A veces olvido como es que terminaste siendo mi amigo. —¡Yo traigo alegría a todos los seres del universo! —dijo con una sonrisa de idiota. —Eres un payaso. En cuanto Joaquín se marchó y yo me prepara para dormir, no dejaba de pensar en Yuslevi y todo lo que había provocado desde que entro a mi vida. Había sido descuidado, me comportaba como un imbécil cerca de ella, m*****a sea; ella me descolocaba por completo. No quería pensar en su sonrisa con hoyuelos y en las ganas que tenia de poder estar un poco más cerca de ella para poder oler su perfume, por más que trataba alejarla de mis pensamientos más fuertes se imponía la carismática castaña. Recordaba solo días at
YUSLEVI Al parecer la tía bruja de Alex era un fraude, el amarre no había servido para nada, mi jefe seguía igual de mandón conmigo, se supondría que estaría comiendo de mi mano y no al revés. Lo observaba en la juntas de trabajo siempre tan seguro de sí mismo, elegante, guapo, inteligente. ¡Por dios ya aterriza Yuslevi! un hombre como el en su vida te tomaría en serio. Él trabajaba en un nuevo contrato cuando una mujer entro a la oficina como si fuera la dueña del lugar, era alta con una hermosa melena castaña, vestida de marca y bellos ojos verdes, pero su manera de mirar a Lyon me hizo dar un tic en mi ceja izquierda. “Retrocede, pon las manos nuca y váyase a ser puta a otra lado o mejor retrocede que hueles a zorra” –pensé molesta. —Tu, niña ya vete. —me ordeno la muy atrevida, Lyon se levantó de su silla. —¡Mi amor te extrañe tanto!Ella lo beso y todo mi cuerpo se encrespó ante esta escena, esta hija de… El alemán la separo incómodo y limpiándose la marca del labial que de
JOAQUÍN“Que vaina vale”. Esos dos no conocían la palabra discreción. Sus gritos se escuchaban claramente al otro lado de la puerta, perecía que se iban a matar, ahora entendía todo, la princesa estaba llorando por Lyon. Miraba a la morena y estaba completamente roja de la rabia.—Esa tipa… —la sujete de la muñeca al ver dispuesta a interrumpirlos.—Mire señorita, a usted no le dieron vela en ese entierro así que venga conmigo y deje que esos dos se maten solos. —dije casi arrastrándola al ascensor, esperemos que Lyon no cometa una estupidez estando tan furioso. Desde el primer momento se pudo ver que el alemán andaba loco por esa chiquilla, pero es tan troglodita que se niega admitir lo que siente. YUSLEVISu cercanía casi me quemaba, me hacía sentir tan indefensa. —¡Cómo podría quedarme después de todo lo que me has dicho! Siento decepción, arrechera, tantos sentimientos mezclados. —No te vayas, te lo pido —él se inclinó sobre mí pasando sus brazos por debajo de mi trasero, al
YUSLEVILas lágrimas seguían saliendo de mis ojos al igual que los sollozos, estaba tan furiosa conmigo, con él, con todo; me dejé arrastrar. Dejé que por un momento el me hiciera sentir una basura insignificante.—Bueno ahora si es definitivo, ya no tengo trabajo. —mi cabeza dolía de solo volver a empezar a buscar otro trabajo. Estaba harta de todo, me quité la ropa y me puse algo más cómodo, solo quería un gran tarro de Nutella y helado, encerrarme en mi cuarto y estar sola el resto del día ya después me pensaría en qué hacer. Hoy era para llorar y asimilar todo lo que había pasado. Él me había besado, aun podía sentir el calor de su cuerpo, el cómo me llevo al cielo y al infierno en pocos segundos, cerraba los ojos y veía sus ojos sobre mí, su mirada casi glacial. Ahora me doy cuenta que estoy realmente jodida, mi jefe me enamoró y duele porque sé que él nunca podrá ser mío y yo nunca seré importante para él. Mi teléfono empezó a sonar y contesté al leer el nombre del colombiano.
YUSLEVILyon había cumplido con lo acordado y no había día en el que faltara una notita en mi escritorio con palabras bonitas, eso sí me subía el autoestima, además es como si me estuviera seduciendo con sus palabras lo cual estaba logrando. Cada día deseaba más a este alemán de ceño fruncido. Al final del día estaba en un bar con las muchachas, ya habíamos pasado muchas semanas del trabajo a la casa sin darnos un poco de diversión, además ya se acercaba Halloween y aquí en esta ciudad el treinta y uno de octubre lo celebraban por todo lo alto—Ya tengo las entradas para el club, será súper divertido—dijo Alex entusiasmada.—¿De qué nos disfrazaremos? —pregunto Narelys.—¡Chamas! ¿Y que tal si nos disfrazamos de los descendientes de Disney? —Propuse emocionada —Pero obvio que yo soy Mal, eso está decidido.—¡No pana! Yo quería ser mal —reclamó Alex.—No, tú pegas más para ser Uma, la hija de Úrsula, y Narelys seria Evie, la hija de la reina malvada Y Elaine… —mire a mí querida amiga
YUSLEVI Las manos de ese chico subían por mis caderas, sabía que él me estaba mirando, era casi imposible no sentir esa mirada matadora de parte del alemán. Estaba celoso, eso era bueno, quería que hirviera y sintiera enojo. —Tú estás sola y yo también —susurró el desconocido, cerca de mi oído.—¿Y qué propones? —pregunte coqueta, sabía que me iba a quemar con este juego.—Ven. —el chico al que aún no le conocía nombre, me sujeto de la muñeca y me saco de la pista de baile. Sé que estaba llevando las cosas demasiado lejos solo para intentar darle celos a mi jefe. Aunque probablemente el ni siquiera haga o diga algo al respecto, este chico era lindo y bastante provocativo, unos cuantos besos no me harán daño porque más allá de eso no pienso pasar. Antes de que siquiera pudiéramos llegar a primero o segunda base el alemán hizo acto de presencia apartando al desconocido de mi persona, Lyon Zimmerman estaba hecho una fiera. —Vete de aquí si no deseas terminar en el hospital niñato. —c