NARELYS.De verdad que todo era una mierda, no había querido salir de mi habitación en todo el día. Sabía que ese ataque que había sufrido en la oficina no había sido cualquier cosa, Douglas Abernathy había sido un buen hombre, sin yo pedírselo me ayudaba cuando lo necesitaba, me dio un trabajo estable y bien pagado. Le había agarrado tanto cariño al viejo que para mí era casi incomprensible creer que ya no lo volvería a ver. Mi teléfono sonó por primera vez en todo el día. Era Mathew, me debatí por un pequeño instante entre contestarle o no hacerlo y al final contesté.—¿Narelys como estas? —Tuve que haberle insistido más en que fuera a sus chequeos médicos Matt —casi no pude hablar porque otra vez volví a llorar. —No llores preciosa. ¿Me dejarías pasar? Estoy abajo. —Salí de la cama, busqué las llaves y sin importarme mi aspecto fui abrirle a Mathew. Debía estar salida de una tumba, usaba el suéter más feo y deprimente que tenía en mi armario, no me había peinado, mis ojos de se
LYONMe había reunido con Mathew y Joaquín para almorzar, aun no les había comunicado sobre mi reciente relación con Yuslevi, no era de los que daban muchas vueltas a las cosas y fui directo al punto. —Yuslevi y yo ya somos pareja. —anuncié y Joaquín se atragantó con su bebida. —¡Mierda Lyon! Esas noticias no se sueltan así de la nada. —reclamó el colombiano tosiendo un poco —Lo bueno es que al fin aceptaste que te gusta la princesita.—Era eso o seguir negando la tensión sexual que había entre nosotros.—Es extraño pensar que al fin tienes novia Lyon —dijo Matt. —La quiere tanto que si la parcerita le dice “hola” le alegra el día. —bromeó el castaño.YUSLEVILyon se fue almorzar con el gringo y el colombiano, yo me reuní con Elaine para contarnos los últimos chismes de la oficina, hasta que ella propuso una idea que no me pareció del todo mala. —Ya que al fin tienes novio tengamos hoy una doble cita Yusle. El alemán y tú, yo y Joshua. —No sé, creo que a Lyon no le vaya a gustar.
Habían pasado días desde la horrible doble cita y la sesión de besos calientes con Lyon en su camioneta, seguía firme en mi decisión de buscar otro lugar en el cual trabajar. Quisiera decir que la entrevista que Lyon consiguió para mí no estuvo del asco pero estaría mintiendo ¡porque estuvo muy pero muy del asco! Definitivamente Lyon me aceptó en su empresa porque le gusté, que desgraciada. Mi teléfono celular vibro, era una llamada del alemán. —¿Cómo te fue? —preguntó y yo bufé exasperada —¿Así de mal?—Pésimo, horrible, además que el tipo que me entrevistó no me gustó ni un poco Lyon. Estaba muy incómoda y nerviosa, dijeron que me llamarían en lo que se decidieran pero eso es pura paja. No van a llamarme. —había llegado a la parada del bus y me senté en la banca a esperar.—Sabes que puedo hacer que te acepten sin…—¡No, te lo prohíbo! Me enojaré muchísimo si lo haces Lyon. No quiero ser una inútil que entra por medio de palanca. —lo escuché suspirar.—De acuerdo. Escucha, te propo
La cena ya nos había llenado el estómago pero los dos queríamos algo más que solo comida, no había sirvientes a la vista y Lyon me llevó hasta su habitación en la segunda planta, no habíamos ni cruzado el umbral de su puerta cuando ya estábamos besándonos como desesperados. Me cargo agarrándome por debajo de mis glúteos y por instinto enredé mis piernas alrededor de su cadera. Él se sentó en su cama y yo quedé a horcajadas en su regazo, comencé a mover mis caderas contra el bulto en el medio de sus pantalones. Lo sentí tensarse bajo mi cuerpo. Me levante de la cama, vi el teléfono del alemán sobre la mesita de noche. —¿Podrías desbloquearlo? —pedí con un tono dulce y juguetón. —¿Qué harás? —Confía en mí, —sonreí cuando lo hizo y entonces busqué en Google, la canción perfecta para este momento.—¿Qué haces Yuslevi?—Pienso en como seducirte con un buen baile. —¿Acaso bailas? —preguntó con una ceja levantada. —He tomado muchas clases a lo largo de los años para no hacerlo tan terr
YUSLEVI. La búsqueda de un nuevo trabajo se me hacía extenuante, ya había ido a una entrevista para un puesto de recepcionista en una empresa en ascenso. Joshua me había hecho el favor de conseguirme la cita con uno de sus clientes que era muy amigo de él, esta vez sí tuve un buen presentimiento, no fue tan desastrosa como la que me consiguió Lyon, ahora estaba en la plaza de la ciudad sentada en una banca descansando mis pobre pies que dolían por los tacones que tuve que ponerme para ir presentable. Tenía la extraña manía de mirar a las personas a mí alrededor, ellas estaban tan ausentes y concentrándose en sus propios problemas como para notar mi mirada. Podías descubrir mucho si mirabas a alguien con detenimiento, había unos que parecían estar frustrados y luchaban por no demostrarlo, otros felices con sus parejas, algunos con sonrisas falsas o los que no se molestaban en ocultar que les cagaba todo de la vida. Tan inmersa estaba en lo mío que me tomó de sorpresa cuando un homb
EDWARDMiraba a la bonita morena que fue la secretaria de mi padre por casi dos años. La señorita Narelys es muy eficiente en su trabajo, me había ayudado mucho para adaptarme y ser el nuevo presidente de las empresas Abernathy; ella me informaba sobre los contratos que mi padre planeaba concretar con otras empresas y estaba siempre al tanto de todo.—¿Ya solo falta firmar esto señorita Narelys? —pregunté impaciente. —Así es señor Abernathy. —me sentí raro cuando se refirió a mí de esa manera, me hacía recordar a mi padre. Todo lo sentía aún muy reciente, no había ni tenido tiempo de pasar muy duelo en paz, lo único bueno que había salido de todo esto es Alex. Sonreía como bobo al solo pensar en mi sexi entrenadora quien no se decidía a darme una oportunidad de ser algo más que “un amigo”, pero ya caería. Tenía planeado invitarla a salir; ya extrañaba su sonrisa, su humor negro y sobre todo aquel culito redondeado que se veía espectacular en sus licras deportivas. ///////////NAREL
YUSLEVIDespués de mi reconciliación con el alemán anduve de muy buen humor toda la semana. Lyon iba a reunirse con Edward Abernathy en un restaurante para hablar sobre la fusión entre ambas empresas, por lo que me había dado la tarde libre. Al fin podía darme un tiempo para mis placeres culposos; “Nickis” es una reciente heladería que se estaba haciendo súper famosa aquí en Seattle por sus sándwiches de helado. Apenas entre al local el frio del lugar me erizó la piel, en el aire se podía oler la canela y especias horneadas. Se había hecho una gran fila para ordenar, y es entendible, todo era delicioso. Había venido una vez con las muchachas y quedamos encantadas, la espera había valido la pena. Iba al final de la fila, esperé un largo rato y ya estaba a una persona de mi turno cuando de repente sentí que alguien tocaba mi hombro haciéndome sobresaltar. —Sabía que te conocía de algo.—¡Ares, hola! —el moreno estaba frente a mí, sonriéndome. —Así que también vienes a probar los fam
ALEXSi había algo que reconocerle a Edward era su tenacidad. No por nada ahora me encontraba en este club con él, sentados uno frente al otro en uno de los elegantes reservados con asientos amueblados y una fina mesas cristal. Apenas llevábamos dos tragos y ambos estábamos sosteniendo una muy buena conversación. —¿Y cómo has estado? Digo, con eso de los negocios con el alemán. —la expresión de Edward cambio de repente. —Sé que el tema de tu padre aún sigue muy reciente. —Alex ya no soy tan vulnerable. Zimmerman me ha ayudado bastante en estos días y la función se hará en unas semanas, pero ya no hablemos sobre trabajo esta noche. He estado suficientemente metido en la oficina y ahora solo quiero concentrarme en ti. —él ya estaba a mi lado —Sabes que me gusta Alex pero tú pareces no quererme en tu vida y yo no voy a conformarme nunca con ser solo un amigo para ti. —Edward…—poco a poco la distancia entre nosotros iba disminuyendo.—Soy un buen un buen error Alex… comete. —¿Y si no