–¡Por eso este país no avanza, por gente ignorante como vosotras dos, porque no pasan de eso! Dos xenofóbicas ignorantes. – Hugo afirmó acercándose a la chica por detrás.Julia al sentir el calor de su cuerpo tan cerca, se volteó para mirarlo.
Escuchar la palabra de aquellas mujeres le había revueto el estomago. Nada le causaba más rabia que la injusticia y la falta de respeto hacia los demás, sobre todo con una chica que solo parecía buscar un trabajo
-¿Te encuentras bien?-Hugo preguntó con un tono suave, y puso su mano en la espalda de Julia para intentar calmarla ya que parecía nerviosa y respiraba con dificultad- Dime si te sientes bien niña¿,necesitas algo?
La chica se quedó sin reacción, solamente lo observaba con los ojos cristalizados. Avergonzada dio dos pasos hacia atrás sin mirar por donde iba y casi se tropezó con la escalera que daba acesso al piso superior de la tienda, pero Hugo la agarró por cintura sin calcular muy bien su fuerza y la chica terminó pegada a su pecho.
Julia se estremeció con ese acercamieno y se asustó, terminó alejandose de Hugo con rápidez y salió inmediatamente de la tienda dejando a Hugo atónito. Él miró a las dependientas con desprecio y fue corriendo detrás de la chica para saber si se encontraba bien.
Julia salió a la calle lo más rápido posible mirando de un lado a otro buscando la parada de autobús más cercana. Cuando la encontró cruzó la calle corriendo sin darse cuenta de que alguien iba detrás de ella. Se sentía humillada por la situación y estaba agradecida por la forma como aquel hombre la había defendido, pero estaba tan avergonzada que no sabía como reaccionar, y huir fue instintivo.
Hugo intentó llegar lo más rápido posible a la chica, pero cuando lo hizo ella ya estaba entrando al autobús. Julia escuchó su voz llamándola, sabía que tenía haber sido más agradecida y intentar darle las gracias, así que se giró bruscamente para hablarle, pero en ese momento la puerta del autobús se cerró separándolos.
El tiempo se detuvo y ellos dos se miraron fijamente perdidos en aquel momento, en el que parecían ser las dos únicas personas sobre la tierra. Estaban tan cerca, pero a la vez tan lejos. El autobús se puso en marcha y ambos iban siguiendo la mirada uno del otro hasta que se perdieron de vista.
Julia sintió como su corazón se había disparado, y sabía que no era por la humillación que acababa de pasar, era por aquellos hermosos ojos verdes. Hugo pensó que en su vida había visto a centenares de mujeres hermosas, pero la morena de la tienda era una verdadera obra de arte.
Hugo estaba perdido pensando en el encuentro fugaz que acababa de tener con la espectacular morena, pero unas manitas que le tocaron la espalda llamaron su atención y fue consciente de que estaba en medio de una parada de autobús con cara de tonto y unos niños le pedían un autógrafo.
Miro a su alrededor viendo que todos los que pasaban por allí tenían la mirada puesta en él. Se puso de inmediato las gafas, firmó un par de autógrafos, se hizo una cuantas selfies y salió disparado de aquel lugar. Caminó con rapidez hasta llegar al aparcamiento donde tenía su coche. Suspiró al recordar la mirada de la chica y movió su cabeza de un lado a otro para borrar la imagen de su cabeza, se montó en el coche y se fue directo a su casa.
Cuando llegó a la mansión su ama de llaves le anunció que lo estaban esperando en el salón.
Nada más entrar puso los ojos en blanco viendo a los dos hombres que lo estaban esperando.
–¿Reunión sorpresa? – Preguntó acercándose a su padre para dejarle un beso en la frente y apretó la mano de su representante. –¿Qué estás haciendo aquí papá?
–Hijo, Felipe me ha contado tu actual situación con el club y las exigencias de Palacios. – Contestó su padre y Hugo le disparó una mirada fulminante a Felipe que solo tomó un trago de la copa que llevaba en su mano.
Hugo jamás le había ocultado nada a su padre, así que decidió aclarar toda la situación que estaba pasando. La peor parte era ver la decepción en el rostro de Diego que ya estaba cansado de dar entrevistas defendiendo a su hijo de los escándalos en los que se había metido. Felipe también le presentó a ambos el contrato que había formulado para una posible novia falsa.
–A mi esa historia de fingir una relación no me parece lo más correcto. –Diego opinó mirando a Felipe. –pero tampoco me parece bien la idea de que engañes a alguien solo para no perder tu contrato con el Real Madrid. – Suspiró con cansancio. – Deben tener en cuenta que no puede ser cualquier chica, debe aceptar todos los términos del acuerdo, y puede que esa sea la parte más difícil. Alguna podría intentar sacar provecho de la situación y entonces si estarás en serios problemas Hugo.
–Tiene que ser alguien que no se desvié del objetivo, que también que podamos manejar.
–Alguien que necesite ese acuerdo tanto como yo, sería la mejor opción. –Hugo pensó en voz alta.
–Sí, pero ¿dónde encontramos esa alma desesperada? –Preguntó su representante.
Hugo pensó en lo sucedido de la calle Serrano y recordó las palabras de la chica. Era perfecta, estaba más desesperada que él y más necesitada también. Se consoló pensando que no estaría sacando provecho de su situación, sino que era la ayuda que ella necesitaba.
–Puede que parezca una locura, pero creo que tengo la solución para mis problemas. – Anunció mirando a su representante y a su padre y empezó a explicar todo lo que había sucedido hacía menos de una hora.
–La verdad que es la chica perfecta Hugo. ¿Dónde está ahora? –Felipe preguntó con curiosidad. –¡¿Qué es la chica perfecta?! ¿Pero qué clase de hombres sois? Eso sería aprovecharse de la situación tan triste de esa niña. – Diego se indignó con la idea de su hijo. –Bueno Diego, la chica necesita ayuda urgentemente y tu hijo necesita una novia. Ambos salen ganando, y ella no se atreverá a darnos problemas, no estando irregular en este país. – Felipe explicó con calculada frialdad y el padre de su amigo negó con la cabeza en desaprobación. –Ahora dime Hugo, ¿Dónde está? –No tengo ni idea Felipe, no hablé con ella. No sé ni como se llama, pero tú eres bueno investigando. –Hugo lo miró con una sonrisa maliciosa. –¡¿Ahora también quieres que sea tu investigador particular?!–Suspiró con fastidio– Bueno iré a la tienda y te aviso cuando sepa algo. –Felipe contestó vistiendo la chaqueta de su traje, se despidió de Diego y se fue a buscar a la chica misteriosa, pero antes de que llegará a la
–Tú…tú estabas en la tienda. –Julia balbuceó mirando a Hugo atónita. –Así es, pero saliste corriendo y no pude hablar contigo. – Hugo contestó con un tono calmado porque no quería asustarla más de lo que ya estaba. –Escuché lo que decías a la dependienta sobre tu situación en España, y pedí a mi representante que te buscará. –Explicó y Julia miró a Felipe. – Sé que necesitas ayuda y para eso te llamamos aquí. Creo que tú y yo podemos ayudarnos mutuamente Julia.-Es simple, yo necesito una novia para posar conmigo ante las camáras y tú necesitas la documentación, podemos ayudarnos. –¡Miren no sé que tipo de broma es esta, pero de verdad que no tengo tiempo para algo así. Agradezco su ayuda en la tienda, lo agradezco de todo corazón, y si de verdad necesita alguien para ser su novia no me parece bien que se quiera aprovechar de mi situación, mejor me voy ya. – Respondió caminando hacia la puerta, pero Hugo se interpuso en su camino. –No quiero aprovecharme de tu situación niña, yo pued
Hugo estaba agradecido de tener una enorme cama King size, porque si no hubiera terminado en suelo por las mil y una vueltas que había dado sin poder conciliar el sueño. Desde que había visto a Julia en la tienda de Serrano no dejaba de pensar en ella, sobre todo después de la manera como había cerrado la puerta en su cara dejándolo con la palabra en la boca. Se notaba que la chica tenía carácter, y lo peor es que eso solo la hacía más atractiva para él. Se puso boca arriba cerrando los ojos intentando recordar cada detalle de ella, que había hubiera podido guardar en su memoria. Era la tentación perfecta, tenía todo lo que le gustaba en una mujer. Con su cabello castaño que llegaba hasta su trasero, la piel blanca, unos labios de infarto y aquellas curvas que lo invitaban a tocarlas hasta dejar marcas sobre su piel. Pensó que debería haber puesto un voto de celibato en el contrato, porque tener una mujer así cerca sería un problema. Ya no aguantaba estar en su cama y se fue a la coc
Julia miró al hermoso hombre que tenía delante pasando su lengua por sus labios sintiendo el sabor de la boca de Hugo que seguía en ellos después de ese beso que la había dejado sus pulmones sin aire. Hugo la observaba con sus hermosos ojos verdes preguntándose si ella estaba tan perpleja como él, por la increíble sensanción que había despertado el encuentro entre sus labios. Los murmullos que venían del campo sacaron a Julia de su ensimismamiento, dándose cuenta de lo que había pasado y de la forma tan explicita como Hugo la había besado allí delante de todos. Estaba confundida, porque en la intimidad de sus pensamientos no podía negar que su beso le había gustado, pero su atrevimiento no. Se apartó de él intentando disimular lo molesta y recorrió el campo con la mirada buscando un lugar donde esconderse hasta calmarse. Caminó con rapidez hasta los vestuarios y Hugo prácticamente tuvo que correr tras ella dejando atrás a todo el equipo que los miraba con curiosidad. –¡¡HEY!!HEY JU
Era una broma llamar "ir de compras" cuando en verdad habían vaciado las tiendas más exclusivas de la ciudad, porque para Bea todo era necesario. Julia estaba en la habitación que habían preparado para ella sentada en el borde de la cama con las piernas cruzadas. Miraba alrededor deslumbrada, casi no se podía apreciar el suelo de la habitación, con tantas bolsas y cajas llenas de ropa, tacones, joyas y lencería. Se preguntaba si de verdad algún día llegaría a ponerse todo lo que Bea había elegido para ella. Tocaron la puerta y Julia anunció que podían pasar. Cuando Felipe entró tuvo que apartar algunas bolsas para poder avanzar unos metros dentro de la enorme habitación, y al verlo la chica se puso de pie inmediatamente. –Hola Julia. –Felipe la saludó educadamente llevándose las manos a sus bolsillos. –Hola señor Herráez. –Julia respondió con las mejillas rojas por la cantidad de cosas que habían comprado para ella, y no quería parecer una aprovechada. –Llámame Felipe por favor. –P
La fiesta era increíble, digna de los campeones de la última Champions League. Solo habían sido invitados los jugadores de su equipo, sus respectivos representantes, influencers, modelos y algunas chicas fáciles que solo estaban allí por su belleza, que era un requisito esencial para cualquier mujer que quisiera participar en la fiesta, de la nueva generación de galácticos del equipo blanco.Todos parecían disfrutar, pero Hugo se había sentado en una silla en la azotea del enorme ático apartado de todos con una botella en la mano que todavía estaba sin tocar. Como era de costumbre, elegía primero la chica o las chicas que quería y después empezaba a beber. Prefería estar sobrio a la hora de elegir donde se iba a meter, aunque en los últimos meses solo había encontrado mujeres locas, y desesperadas por un escándalo para conseguir fama.–¿Se puede saber que estás haciendo ahí tan quieto? – Susurró Felipe en su oído llegando por detrás de Hugo sin que se diera cuenta, y se sentó en la si
En el avión de regreso a Madrid, Hugo se había limitado a sentarse en un asiento alejado de Felipe y Julia. Ella lo miraba disimuladamente, porque se había dado cuenta de que estaba luchando contra el sueño, ya que no había dormido lo suficiente en la noche. Y Felipe le iba explicando toda la información necesaria sobre Hugo, mientras que un peluquero la peinaba como podía ya que no tendrían tiempo de ir a la mansión y cambiar de ropa para la visita al Hospital Niño Jesús en Madrid. –Julia debes poner muchísima atención a todo esto, hay muchas cosas que debes aprender sobre Hugo, al igual que él sobre ti… –¡¿QUÉ?! ¿Por qué debo aprender cosas sobre Julia? Se supone que nos estamos conociendo. –Preguntó Hugo con el ceño fruncido interrumpiendo a Felipe. –Se supone, pero eso no es suficiente para los tramites de Julia, un inspector os hará una visita para asegurar que tenéis una relación real. –Explicó Felipe rascándose la cabeza con cansancio. –¿Y para cuándo será esa visita? – Juli
Julia despertó temprano como era de costumbre, porque estaba viviendo en casa de Hugo, pero no tenía la intención de cambiar sus hábitos. Se paró de la cama dándose cuenta de que había un olor a perfume en su habitación que era extremadamente familiar, pero no le dio mucha importancia pensando que era su imaginación y se metió al baño para darse una ducha.Vistió unos vaqueros azules, camiseta blanca de tirantes, unas deportivas y recorrió su cabello en una coleta alta. Bajó las escaleras para buscar la cocina que no recordaba donde estaba, y después de haberse perdido un par de veces en la enorme mansión, por fin la encontró.Mercedes conversaba animadamente con un hombre de cabello canoso que estaba sentado en la isla de la cocina de espaldas para la puerta, mientras que la ama de llaves le servía una taza de café.–¡Buenos Días! –Saludó Julia con timidez entrando en la cocina.–¡Oh buenos días, cariño! –Contestó Mercedes a su saludo y Diego se giró para mirar a la chica.–¡Pero mir